Cadalso de los Vidrios - Madrid

AÑORANZA

Me cayó la ciudad encima y me destrozó. Venía de oír el rumor del viento y el canto de los gorriones mientras el sol invernal irrumpía por la ventana realzando la intensidad de los colores y acariciando mi placidez. La capital se me precipitó según avanzaba entre la gente y de súbito estalló todo el sosiego que mi pueblo, de manera paciente y cariñosa, me obsequió durante los últimos días. De la refriega brotaron de mi mente delicados recuerdos que conseguí poner a salvo de esta ciudad agresiva e inhóspita que me aísla y abandona a mi suerte. Retornaba de ver, desde mi balcón abierto a la vida, los atardeceres rojizos y humeantes de la inmensa llanura del sur que atrapé con los ojos tornasolados y dulces de mi mujer y mis hijos para así descubrir con ellos nuevos matices que les fueran desconocidos a los míos.

La metrópoli pasó sobre mí y me dejó roto y desconcertado. ¿Qué hago aquí entre tanta competencia e intriga? ¿Qué hago entre tanto premio literario, tanto pintor famoso, tanta persona inteligente, tanto político con futuro, tanta gente educada y mujeres tan refinadas? Llegaba de otro lugar, de otras personas, de otros artistas anónimos, de otras noches agónicas a quienes ellos inmolan su vida apasionada. Os digo que regresaba de vibrar con todo eso y en un descuido, ¡zas!, me inundó el maremágnum de la urbe. No lo merezco, en realidad no lo merece nadie. ¿Qué hacer? De momento pasaré unas noches recluido en mi soledad, diseñando el espacio que en mi casa de Cadalso ocupa el frío, analizando sus macizos olores, localizando los ruidos nocturnos que alberga o recorriendo las baldosas que la configuran. Será entonces cuando lo nimio que allí es normal, adquirirá aquí una dimensión de melancólica belleza.

Volvía de la noche de mi pueblo en la que me encontré con el abrazo de unos amigos; en aquel amasijo de emociones descubrí el amigo pródigo y como buenamente pude le ofrecí mi mano y mi mirada, fué entonces cuando comprendí que la auténtica razón de ser de mi existencia se encontraba allí. Aparecíamos desde confines lejanos y distantes y en aquella fugacidad encantada fuimos felices. ¿Para qué más? Ahora no sé, ¡mira por donde!, si la ciudad me cayó encima o fueron aquellos momentos cadalseños los que me dejaron bajo ella implorando comprensión.

Te comprendo perfectamente, yo pasé por esos trances, hace muchos años.Como nacido y criado, que soy, en la gra urbe he vivido esos momentos en muchas ocasiones, pero, pudo mas la añoranza de la vida en el pueblo; al final me lie la manta a la cabeza y me vine "pal pueblo" y te puedo asegurar, despues de 35 años, que es la mas sabia decisión que he tomado en mi vida.Aun así y en contadas ocasiones, necesito zambullirme en el caos y dar largos paseos, por determinados lugares, que me recuerdan el Madrid de mi juventud, Madrid ya perdido, por desgracia.

Algo tiene Cadalso que nos impregna de estas cosas. No me atrevo a decir de sentimiento porque quizá es algo más bello y profundo de lo que yo sea capaz de percibir; pero bueno, se hace lo que se puede. Por otra parte, quiero agradecerte el rato que me hiciste pasar tan entrañable a la puerta de mi casa hace unos días. Aunque solo sea por esas pequeñas cosas, ya merece la pena visitar este foro y coincidir con gente tan amable, atenta y humana como tú. Muchas gracias y nos debemos un rato más dilatado tomando unas cañas...

Estamos de acuerdo, al igual que hablan de un "síndrome postvacacional", yo me atrevería a decir que Cadalso, "nuestro querido Cadalso", nos "enferma" en su lejanía. A mí me pasó desde niño, cuando el internado. La vuelta tras las vacaciones, fines de semana, etc se me hacían muy, pero que muy difíciles. Afortunadamente, éramos varios los cadalseños que compartíamos y, me atrevo a decir, sufríamos la "nostalgia muñañera" y,en aquellas circunstancias y momentos, quizá de manera inconsciente, nos buscábamos con más intensidad en los momentos de ocio, escasos por cierto, de la sufrída vida colegial.
También he oido, en primera persona, el testimonio de paisanos nuestros, Cadalseños impenitentes que, literalmente, me dijeron que "vivían en Madrid, pero su cabeza no había salido de Cadalso". Como véis, hay, no un Síndrome, una Epidemia. Que, curiosamente, nos "enferma" de manera placentera.
Un saludo y un ¡¡¡ FELIZ 2009!!! a todos los Cadalseños y asíduos de este Foro.