Cadalso de los Vidrios - Madrid

Gracias Kandi por tu recuerdo sincero y amistoso. Siempre me has caido muy bien, siempre. Nunca te lo he dicho como tampoco se lo digo a tantos y tantos que me transmiten sensaciones cariñosas cadalseñas mientras los oigo hablar o los veo pasear silenciosos y dignos por nuestras calles. Yo los defino como "mis paisajes cadalseños".
Está bien que luchemos por nuestro pueblo, que deseemos lo mejor para él y para los cadalseños. En definitiva que exista debate e intercambio de pareceres -del dialogo brota la claridad- que ayuden a esclarer dudas y solucionar problemas y que así coloboren al engrandecimiento de Cadalso pero, por favor, dejemos los insultos escritos para otros lares o menesteres. Construyamos sin enfrentamientos innecesarios. Por encima de partidos e intereses de toda laya está Cadalso: luchemos, pues, por él, unidos y no al contrario. Todo lo humano y material desaparecerá pero Cadalso seguirá con las aportaciones nobles y válidas de todos los que le quisieron. Eso es lo que cuenta, lo que realmente merece la pena. Cadalso no sabe de partidos sólo sabe de quien le ama.

En realidad, todo el preámbulo anterior quería completarlo con el escrito adjunto, pero me salió algo largo y se me olvidó copiarlo. Intento, "sin acritú", subsanar el lapsus y saludaros muy afectuosamente a todos los foreros cadalseños-as.


NUEVO Y VIEJO AÑO NEVADO

Recuerdo que aquella nochevieja nevó sin parar. El año nuevo nos sorprendió a todos, incluso a los más trasnochadores que salían ojerosos de los locales de copas y sueños, con una mañana radiante y luminosa. Toda blanca e inmaculada, como recién salida de la fábrica de días hermosos. Cuando nieva y después sale el sol todo aparece con un resplandor mágico, todo es bonito y encantador. Es como si las miserias de la vida fuesen cubiertas por un bello manto de armiño y ternura. Pendían de la frente de la musa, que coloqué el último verano en mi jardín, finísimos y tiernos carámbanos helados que cuando el sol hacía diana en ellos desprendían destellos luminosos, parecidos a cuando de niños recogíamos con un espejo los rayos del sol y los estrellábamos contra los ojos de la chica que nos gustaba. Por sobre mi ofuscada mente se elevaron conmovedoras, confundiéndose con el acompasado ritmo de las gotas que se descolgaban de la nieve fundida, las notas del Concierto de Año Nuevo que desde Viena llegan cada primero de enero para hacerme creer, un año más, igual que el pasado, idéntico que el anterior y el anterior del anterior, que todo es a estrenar como el año que comienza, que yo también cobijo viejas esperanzas en algo favorable que habita en un porvenir que desconozco. Aunque en el fondo albergo una especie de presentimiento que me dice que todo es repetido y antigüo, que yo ya pasé antes por días así, que esto me parece vivido y que no hay nada diferente bajo este sol maravilloso y sobre esta nieve deslumbrante que, sin embargo, me invitan a respirar apasionadamente durante los días que le restan a mi pequeña vida. Y es que la mañana se ofrecía a recorrerla, a sentirla, a saborearla, a sembrarla de bellos recuerdos para el futuro.

Me encaminé con mis hijos al cementerio (los que allí moran también tienen derecho al nuevo año aunque sólo sea en nuestra memoria), fuimos pisando la nieve virgen que crujía suavemente como la cuna de un niño cuando éste se gira sobre sí mismo. Me acerqué a un anciano que miraba emocionado la tumba de su hijo: "-Ya ves -me dijo-, quién le iba a decir a él que hoy permanecería aquí. Estaba en la viña una tarde como tantas otras del último otoño, cuando ya ni siquiera cuelgan las hojas secas de los sarmientos rojizos, y cayó fulminado por algo extraño. Parecido a lo sucedido a tu padre". Mientras hablaba, aquel hombre quitaba parsimonioso la nieve de la lápida con una escoba de las de siempre, sin mando a distancia ni nada parecido. "-En realidad -prosiguió- no sé por qué retiro la nieve, si la mañana sigue soleada pronto se derretirá". Eso mismo -medité- pensaba Edward Grieg al componer La Mañana de su Peer Gynt y, no obstante, no se derritió, se heló. El sol jugueteaba a través de las nubes y en aquel momento no llegaba diáfano ante la nieve de las vallas. Hacía relucir, en cambio, sobre la cruz que preside la tumba, un trozo de nieve que estaba indeciso entre el gris y el blanco y que al final acabó siendo agua. "-Vámonos, ya hacemos poco aquí. Dejémosles descansar tranquilos". Salimos juntos andando despacito y me hablaba de otros años nuevos que a mí, en aquel momento especial, me parecían todos muy viejos y tristes. "Nevaba -explicaba- y hacía mucho más frío que hoy y cantábamos villancicos ateridos pero felices por las calles heladas de Cadalso". Posiblemente, nunca se sabe, también puede que hiciera más amor que ahora, ¿verdad abuelo? Nos despedimos en el cruce. Cada uno tomó el camino que conducía a su casa y a sus pensamientos; él avanzaba dignamente ayudándose de su cayado y con la gorra ligeramente ladeada. Le vi alejarse durante un rato, aquel hombre me conmovió profundamente hasta las lágrimas. Noté en ese instante que mis pies los tenía congelados como cuando era niño, entonces no reparaba en ello. Ahora, a veces, me calzo zapatos livianos en invierno para así volver a sentir la placentera sensación del frío de mi niñez. En la cuneta, unos chiquillos alegres construían un triste y ridículo muñeco de nieve y, buscando ocultar sus lágrimas, supongo, le colocaron unas gafas de sol en las que se reflejaban sobre sus cristales oscuros los árboles nevados y las miradas de quienes le observábamos. "Todo avanza deprisa y tenemos muy poco tiempo ante nosotros...", lamentaba la inscripción que alguien rotuló en un cartón y colgó del cuello del monigote que lo tenía abrigado con una bufanda roja y raída de lana.

Un atardecer caluroso de verano, de esos que disimulan muy mal las noticias tristes, de esos que parece que al final acabará todo licuándose sin remisión, llevaron a aquel hombre a reposar junto a su hijo. Yo no dije nada cuando me lo comentaron. En silencio admiré su poética ternura y su noble porte. El sol llameaba aquella tarde de distinta manera a como lo hacía la mañana de año nuevo que pasé junto a él. Sabía que le echaría de menos al pasar por el cementerio el primer día del año, lustro, década, siglo, milenio o lo que leches sea; eso sí, nuevo, como él lo llamaba, o viejo como pensaba -y pienso- yo. Pero no dije nada para no dejarme descorazonar, sólo hice acopio de sueños que evitarán enfriarme en Navidad. Dicen que suele ser muy cruda para aquellos que no tienen recuerdos cálidos con los que arropar sus sueños.

Me encanta ver que aún queda gente en este pueblo con sensibilidad y me asombra la facilidad que tienes para emocionarnos con tus relatos, es muy agradable entrar en este foro y leer cosas diferentes, te agradezco mucho tus aportaciones al foro, me hacen sentirme bien ,a la vez que recuerdo muchas cosas de mi infancia, que ahora en estas fechas me hacen sentirme más triste recordando a la gente que ya no está con nosotros.Gracias por todo y sigue contando historias que nos hagan evadirnos de esta sociedad y de este momento de tensión en el que ahora estamos inmersos.

Así me gusta Melancólico," haciendo pueblo "
Para mi gusto un buen relato, de los de color sepia que todo lo impregna, sigue deleitandonos de vez en cuando con tu pluma mágica,sigue arriesgando con la literatura, no hay nada peor que arrepentirse de lo que no se ha hecho.
Saludos.

Ecribí algo agradeciendo vuestros comentarios pero los duendes de la informática no quieren que aparezca por aquí... Una pena porque os lo merecíais de corazón. Otra vez será.

Gracias Melancólico

Como siempre "inmenso". Gracias melancólico. Así, merece la pena entrar en el foro.

Demasiado remilgado y plasta. Eso ya no existe...

No sabemos si existió o no,pero merece la pena leerlo, o por lo menos a la gente que tenemos un poco de sensibilidad y nostalgia, pero bueno, tú no debes saber lo que es eso, si te gusta la polémica ya sabes metete en las conversaciones que te interesen y déjanos a los demás disfrutar de los grandes relatos que nos escribe Melancólico, vete por ahí a pegar tiros que es lo tuyo

Ni caso Melancólico,sigue arriesgando que nos gustan tus formas.
Es lo mejos que tenemos en el foro.Saludos.