ACTUACIÓN DE J.J.FRONTAL JOSÉ JULIÁN FRONTAL EN CADALSO Cadalso es lugar de recogimiento de numerosos artistas, refugio de virtuosos que buscan ser fecundados por las musas para así componer obras que llenen el mundo de maravilla y contento. Aquí el paraje llama a la sensibilidad y con ésta aparecen creadores que mediante la inspiración abren rendijas para intentar descubrir el misterio que protege y envuelve lo más hermoso del ser humano: su sentimiento. Ya su apellido, "de los Vidrios", evoca la ternura, la dulzura, la caricia necesarias para modelar artísticamente el vidrio y por ende cualquier obra de arte como la bella interpretación de un aria capaz de dejarte un cosquilleo emocionado en la garganta. En este lugar, que ya describe vuestra imaginación mejor que yo, nació el barítono lírico José Julián FRONTAL MARTOS. Vidas como la suya le rescatan a uno de las garras de la indecisión y le obligan a tomar partido por la libertad que representa su arte. Su voz brillante está en constante evolución: la embellece, la somete, la modula, la embruja, la impulsa, la sostiene... Posee tal dominio sobre ella que llega allá donde él quiere enviarla. La perfecciona como por ensalmo hasta límites sublimes y provoca que los oyentes se interroguen sobre cosas desconocidas y maravillosas. No sé definir el canto -ni casi nada-, pero recuerdo una tarde a la que se le coló la magia de José Julián en forma de crepúsculo otoñal, nos situó a los presentes en esa frontera entre la realidad y el sueño. Entonó piezas emocionadas, tristes, angustiadas, amorosas, esperanzadas. Tan íntimas todas ellas como una caricia a un recién nacido. Un canto conmovedor que él supo transmitir susurrándonos al oído esa vida hermosa y dolorida que nos resulta tan cercana. Obras desgarradas de sutil melancolía poética que me recordaron que las composiciones artísticas más memorables nacen de momentos muy especiales que están más ligados a la tristeza que a la sonrisa. Tanto entusiasmo puso en el "Aria de Juanillo", de la ópera "El Gato Montés" de M.Penella, que no pudo –que no pudimos- contener unas lágrimas que amorosas surcaron sus mejillas. Aquella actuación produjo un temblor en los yacimientos de mi infancia, me dejó un rescoldo de dicha adolescente, me trajo evocaciones de frío en San Antón y calor bajo los chopos en Tórtolas, me acercó una brisa con un botín que encerraba viejas nostalgias de correrías por la Plazolilla de Abajo, mientras un chico sentado en una silla de ruedas miraba triste pasar las nubes alegres. Tu canto me enorgullece, me llena de referencias comunes, me colma de lógica y cariño. Y es que siempre guardas un escalofrío en el cuerpo cuando recuerdas antiguas caricias; un dulzor en los labios al rememorar besos pasados; un hormigueo emotivo al revivir los silencios de las noches de amor; un olor que alguien ilusionado recogió y guardó a escondidas dentro de algún paisaje inolvidable; unas lágrimas que se desatan con la breve y agotadora luz del amanecer; un pálpito acelerado en el pecho al intuir la llegada de una persona querida; un dolor asociado a una ausencia que te estalla en las manos manchándote de pena; un sabor a vida que te deja en la madrugada una copa fugaz; la remota posibilidad que te ofrece lo inalcanzable... Así es tu canto. Habrá desaparecido todo esto, nos habremos marchado bajo este amor derrotado que llamamos vida y quedará tu voz en Cadalso. Sólo permanecerá tu voz que es ese alimento del amor que hará que nuestros huesos retornen del olvido desde la removida tierra que los vio nacer. Ella es impulso de voluntades, es eco de esa soledad cadalseña lírica, profunda y sonora que nace en ti y rebota contra el alma de cada uno de tus oyentes. Siempre oirás ese eco devoto y culto allá donde estés: Es tu pueblo y sus gentes. Siempre te esperarán llenos de ilusión como lo hace tu madre y todos nosotros en este preciso instante.
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