Villalquite - Leon

Como veo que la historia del señor de la culebra contada por Mafer no convence a Popoyo y a mí tampoco, voy a contar mi versión de la susodicha historia, pues yo lo que hoy contar por aquellos años era esto:


Sucedió que un señor de Sahelices, llámese X, pues parece que hay dudas sobre su identidad, un mal día para él, se quedó dormido a la sombra de una encina de la Mata del Moral y cuando despertó había una culebra a su lado. Fue tal el susto que se llevó que agravado por una depresión que él padecía empezó a pensar que se le había metido otra culebra en su estómago porque él notaba cómo se movía dentro de su cuerpo.

El caso es que cuando llegó a casa empezó a contar su historia, y aunque la culebra donde estaba era en su cerebro y no en su estómago, parece que algunos le creyeron.

A medida que iban pasando los días iba aumentando “el culebrón” nunca mejor dicho, pues se empezaron a contar los problemas que tenía con su culebra; que si cuando comía ajo la culebra se cabreaba y se escondía en lo mas profundo de los intestinos, que si cuando bebía leche o comía pescado se ponía muy contenta etc..

Así fueron pasando los días hasta que sus familiares lo convencieron para ir a consultar con un curandero, creo que por la parte de Galicia, para ver si fuera posible sacarle la culebra de su cuerpo, pues no solo él estaba convencido de que tenía la culebra dentro, sino que alguno más lo creía.

Cuando llegaron a la consulta del curandero, al que ya habían contado la historia y ya estaba bien informado, y puesto que además de curandero era un buen psicólogo, previamente tenía ya preparado el menú que mas apreciaba la culebra, según la versión del paciente, que era la leche y una rana, y que ni decir tiene que antes ya les había dicho que el paciente no comiera entres días, para que la culebra estuviera hambrienta, y por supuesto tenía también una culebra viva que sería la que serviría para culminar la farsa.

Mandó que el paciente entrara en su consulta solo, pues tenía que dormirle para sacarle la culebra y a los familiares les dijo que se quedaran esperando en otra sala para que no le molestaran y de paso no le vieran la farsa de sacarle la culebra.

Después de dormir al paciente y al cavo de unos minutos le despertó y llamó a su familia, mirad les dijo: como veis la culebra ha respondido al menú que le he puesto, ha salido a comerse la rana y beberse la leche mientras él estaba dormido y la he podido coger antes de que se le volviera a meter por la boca a su guarida.

Así es que el enfermo quedó plenamente convencido de que ya no la tenía en su cuerpo y los familiares también, y se fueron para Sahelices muy contentos con la culebra metida en un tarro de cristal y se la enseñaron a todos los vecinos del pueblo.

Saludos a todos,
WAMBA

Pues ahora que lo dices... si que era cierto lo del ajo que a la culebra la enfurecia.... me olvide de decirlo. Y lo de la leche con una rana tambien..... me quedo la mitad por decir.... lo tuyo es mas colorido.
Lo que si recuerdo vivamente fue cuando Juana nos ensennaba a los chicos un tarro de cristal con una culebra adentro.... Pero lo hacia con un poco de picardia y riendose del caso.
En otra ocasion vi a Marino mismo contarselo a dos mozos y ellos rascandose la cabeza se daban la vuelta para contener su risa. Marino estaba todo afanoso contando que la culebra salia a quitarle el queso de la boca. Esto duraria unos tres meses o mas, en que se le quitase esa mania.
Luego se le veia tan normal y era buen trabajador. En los 60 se fue a Alemania y limpiaba oficinas.
Salut y forsa al canut...!!!

Yo me creo lo que me contéis. Pero esa historia me suena a chiste. Al chiste del viejo socarrón, burlador burlado.
Os lo cuento:
Era un viejo socarrón de un pueblo, al que llegó un médico nuevo, jovencito y recién terminada la carrera. El viejo se propuso gastarle una buena broma, y lo divulgó por todo el pueblo:
- A este pardillo, se la pego yo bien- dijo.
Y dicho y hecho. Se presentó en la consulta, y después de saludar amablemente al medicucho, y éste le preguntara por su padecer,- ficticio- le dijo, compungido:
- Pues, mire usted, doctor, llevo unos días con una cosa aquí en el estómago, que me sube y que me baja...
El doctor, crédulo, lo examinó, a conciencia; y lo le vió nada. Le mandó hacer análisis de todo tipo, y nada. Le recetó calmantes, - que el viejo no tomó, claro- y nada. Todo eso le llevó varios días de consulta. Entretanto el viejo se burlaba en todo el pueblo del médico novato.
Pero el doctcor llegó a enterarse, sin querer. Y se calló, como un puta. Y esperó al viejo en la siguiente consulta.
- Vaya, buen hombre, ¿cómo va esa dolencia extraña?
- Pues, igual, doctor... Aquí sigue esa cosa que me sube y que me baja...
- No se preocupe usted. Ya he consultado sus síntomas. Incluso he pedido opinión a los colegas de la Facultad; y ya he determinado, por fín, lo que le pasa...
- ¿Ah, sí?- dijo el socarrón, a punto de partirse de la risa.
- Pues sí, señor. Lo que usted tiene es UN PEDO INDECISO. Y COMO USTED TIENE CARA DE CULO, PUES NO SABE POR DONDE SALIR!!!

El viejo socarrón se fue a Alemania, y allí terminó su días, limpiando consultas médicas de doctores novatos. El pobre hombre sólo aprendió a decir en alemán: ¡YA!... Porque el ¡ja! no le salía.

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