Villalfeide - Leon

Nieves Gonzáles y Julia Morros


Modélicas ‘bichos raros’
Una trabajó hace un siglo en laboratorios de Francia y EEUU y otra fue pionera en antropometría



Era un bicho raro», decía la científica española Margarita Salas hablando de sus inicios en el mundo de la investigación al participar en las jornadas ‘Mujer y Ciencia’ de la Universidad de León. Venía a ratificar que investigar era un campo muy poco cultivado en España, y mucho menos entre las mujeres, cuando ella dio sus primeros pasos.
Su experiencia, bastante actual, nos sirve para imaginar cómo se sentirían dos leonesas pioneras en el mundo de la investigación, pero varias décadas antes. Si Salas fue ‘un bicho raro’, ¿cómo se sentirían Nieves González Barrio y Julia Morros? No lo sabremos, ellas no lo dirán, pero es fácil de imaginar.
¿Quiénes fueron estas dos pionera de la investigación en León y en España? Nieves González fue una de las primeras mujeres médicos de España (la segunda, parece) y después una excelente investigadora en laboratorios de Francia, Alemania o Estados Unidos.
Julia Morros, de una saga leonesa de médicos y veterinarios, no fue médico pero desde su puesto de Inspectora de Educación realizó una tesis doctoral que fue un legado impagable para la medicina leonesa y, sobre todo, la antropometría: ‘El crecimiento en edad escolar. Estudio antropométrico comparativo de niños leoneses’, un trabajo que se ha convertido en una referencia inevitable para todos los estudiosos de la antropometría pues no existe otra investigación similar ni más exhaustiva.
La biografía de Nieves González Barrio, nacida en Vegacervera en 1884, es singular, apasionante y, en algunos aspectos, dura por su condición femenina. Fue una de las primeras mujeres médicos de España y leyó una brillante tesis doctoral en 1915, pero aquel mundo eminentemente masculino y también machista propició que fuera enviada al peor destino que pudiera soñar, en la ciudad de Tetuán. Y por si era poco ‘castigo’ aquella plaza de médico municipal fue enviada a poner sus conocimientos en el lugar más denigrante para una mujer,al servicio de un harén de mujeres, el de Su Alteza Imperial El Jalifa.
No aguantó mucho tiempo allí aquella mujer de indomable voluntad, la hija de una maestra y un antiguo alcalde de la localidad de las Hoces, y pronto dio el salto a lo que realmente le gustaba, la investigación, como lo demuestran algunos libros que había publicado incluso con anterioridad a finalizar la carrera, como ‘Guerra a los microbios’. Obtuvo una beca para ir a París y después recorrióprestigiosos laboratorios de ciudades como Chicago o Nueva York. Una verdadera autoridad.