Valdevimbre - Leon

......y es seguro que ya hemos terminado de arar en mayo. Es seguro que volveremos a jugar al escondite en la plaza. Fijo y seguro que si llego tarde, la última, me tocará “dormir” , o sea, quedármela; y entonces sí que tendré que engañar e ingeniármelas para no “dormir” más de una sola baza.

Al “esconderite” en la plaza se juega así:

Lugar: una manzana con una única vivienda (que es donde se la quedan) y por detrás de la manzana, un solar de suelo muy irregular (que es donde siempre, invariablemente, nos escondemos) dicho solar posee un muro de tapial con sus organillos (huequecitos practicados en dicho muro) para poder atisbar por ellos, con un solo ojo, por supuesto.
El tapial divide el solar de esconderse con otro solar que es por donde debe comenzar a buscar el que duerme, después de haber contado una, dos, tres, .........pocas porque en un salto estamos ya detrás de la casa, en el solar. Esto es por la derecha. Y por la izquierda, hay un callejón, que lo subes corriendo cuando vas a esconderte y lo
bajas volando cuando no quieres que te pillen, que llegue antes que tú la que duerme si te ha descubierto. Por la izquierda, o sea, por el callejón, también se puede atisbar, con un solo ojo, igualmente, y tiradas en el suelo. Quedamos en que por cualquiera de los lados, los que se esconden, pueden controlar y ver por dónde discurre el que se la queda para poder tenerle durmiendo toda la tarde y los demás venga a jugar y venga a esconderse. Y el otro venga a dormir hasta que
Se vaya a la cama.

Comienza el juego:
-.....diecinueve y veinte ¡¡¡¡¡VOOOOOY!!!!!!!!!!
Silencio, pienso, preparo la estrategia, asomo por la izquierda: una cabecita ...bueno algo de pelo, un ojo , una porción del rostro..... no la reconozco. Asomo por la derecha: cada organillo con su ojo, mucho más difícil de reconocer.
Mientras, detrás del tapial:
-¿viene?
-No sé, asoma.....mira.....pero parece que no se atreve a moverse.
-Pues vaya pasmarote, seguid vigilando.

Ya he decidido mi estrategia, a ver si no falla: salgo corriendo a toda zapatilla (controlando los agujeros de éstas que no se me encaje un dedo) por la derecha, llena como digo, de ojos, que no desaparecen, no se creen que voy a llegar al muro para descubrirlos a todos; pero, de pronto, ningún ojo, los organillos vacíos.
-¡corre, corre, que viene!

Frenazo en seco y, todo a la vez, giro de ciento ochenta grados y echar a volar, descorriendo lo corrido, ¡más deprisa aún que antes! (pobres agujeros, adiós zapatillas); todo por la recompensa de llegar al lugar donde nos la quedamos y verlos aparecer, sofocados, en fila, dichosos porque me la iban a dar, y detenerse de golpe, con la certeza de que el que más voló bajando por el callejón, se la quedaría ahora y tendría que volar en breve con una estrategia parecida; Seguro que también conseguiría engañarnos, seguro que sí.
Espero que os traiga buenos momentos a la memoria, sobre todo, a ti, Carlos; aunque seguro que estabas jugando a "lucha-espada" por los
ventanos?
un saludo,
Elvira