Valderas - Leon

A pesar de todo esto, unos líderes sindicales que han hecho de los sindicatos españoles unos refugios de vividores y barrigas gordas compradas por el sistema y que fueron los primeros sorprendidos por la participación que obtuvieron en la manifestación del domingo; en una interpretación totalmente errónea del mensaje de las masas, no dejan de mendigar ante el gobierno para que negocie correcciones en la reforma laboral.
Entiendo que estos vividores de pacotilla tienen gracias a sus cargos un nivel de vida muy alto y prefieren que caiga el movimiento sindical a dejar sus privilegios. Les da pánico el fracaso del estado burgués del que forman parte y que les tiene nadando en la abundancia, pero sería conveniente que se percataran de que en este país hay muchos trabajadores y trabajadoras que no estamos dispuestos a que ellos se carguen el movimientos sindical para conservar sus cargos y antes de empezar a movernos en la dirección de crear unos sindicatos obreros y combativos, vamos a lanzar un mensaje a los militantes de CC OO para que echen a los sinvergüenzas que tienen como líderes y lleven el sindicato al nivel que tenía cuando estaba Marcelino Camacho, como mínimo. La UGT sabemos que está perdida y es tan irrecuperable como el PSOE, pero tenemos razones para creer que CC OO es todavía recuperable. Manos a la obra.
La reforma laboral fascista y esclavista de este gobierno no debe negociarse. Hay que aumentar la presión hasta que se la coman y posteriormente hasta que caiga este gobierno reaccionario que solo sabe legislar para favorecer a los que de por sí ya son más que favorecidos.

Rubalcaba y los socialistas (les llamo socialistas pero no lo son) siguen empeñados en dar argumentos al PP para que justifique, no solo su incapacidad manifiesta para tomar una medida que surta un efecto positivo en la sociedad española, sino el ataque permanente a los españoles menos favorecidosy más golpeados por esta crisis provocada por el sector financiero y empresarial.
Porque, claro, a los reproches que tanto Rubalcaba como la nueva Soraya, Soraya II, a Rajoy, a los ministros y a Soraya I, de momento les vale con decir aquello de, “pero, ¿Qué me estás contando? Si todo esto lo has hecho tú”. Como en parte tienen razón y en la que no la tienen, no se les ha sabido rebatir a tiempo, pues de momento con esgrimir la “herencia” les va valiendo.


El PP no toma medidas para reducir el paro y, de momento, todas las que ha tomado (recortes, subida de impuestos, reforma financiera y reforma laboral) si sirven de algo es para aumentar el paro, limitar la economía de los españoles y, por consiguiente, la del país. Así que podemos decir que la labor del PP en sus 52 primeros días de gobierno ha sido la mitad un abuso y la otra mitad una tomadura de pelo a los españoles. Eso, teniendo en cuenta que a la mayoría de nosotros, por no quedar, ya no nos queda ni pelo.

Por si faltaba poco, vienen los magistrados del Tribunal Supremo y legalizan que las empresas puedan manejar nuestros datos personales como les venga en gana. Como ya no quedaba mucho con lo que comerciar, pues ahora parece que van a hacerlo con nuestras vidas privadas.
La verdad es que tenemos unos políticos que no nos merecemos pero,en este país no hay una formación política con los medios suficientes y la honradez necesaria para hacer la reforma estructural que necesita el país pero el día que la haya, buscar un lugar donde poner tanta morralla, que no moleste y que además sirva para algo, supone todo un marrón de dimensiones mastodónticas. Claro que para mí no sería gran problema. Porque soluciones, haberlas haylas, otra cosa es que en las actuales circunstancias se puedan aplicar.
Dicen que por los mercados bursátiles corría poco dinero y que por ello van a autorizar de nuevo las jugadas especulativasen el tramo corto. Que conste que a mí como revolucionario esto me parece muy bien por una serie de razones puramente… revolucionarias. Además es, como tantas otras acciones delictivas, algo totalmente legal o legalizado por un sistema basado en la picaresca y el delito. Legal es, porque está legalizado. Ahora, lícito, yo no lo veo mucho, la verdad. Porque si yo te vendo mi casa por 300.000 euros y al día siguiente me dedico a decirle a todo el mundo que está en pésimas condiciones, instalo en las cercanías una jauría de perros para que no te dejen dormir, siembro los alrededores de avisperos, hago que se instale en la vivienda de al lado la escuela de baterías de rock duro y cuando estás desesperado voy y te la compro por la mitad; yo habré ganado 150.000 euros legalmente porque todo lo que he hecho me lo permitía la ley, pero mi honestidad dejará mucho que desear. Pues, sin la parte cómica y con dinero prestado, esto es la especulación en corto. Legal, porque las leyes están hechas por este tipo de delincuentes potenciales y adecuadas a sus abusos y manipulaciones, pero ni es lícito desde un punto de vista moral ni debería ser jurídicamente legal.
De todas formas, este tipo de acciones, la consecuencia que van a traer es un debilitamiento de ciertos sectores de la economía y un deterioro para el sistema financiero y en ningún caso van a servir para generar riqueza ni salir de la crisis. Se autorizan porque el inversor es el que tiene el dinero y al que tiene el dinero hay que tenerlo contento aunque nos lleve al suicidio colectivo, sencillamente, porque es el que manda.


Y, como son los que mandan y ellos lo saben, ahora que ya el gobierno entrante les ha hecho la reforma laboral que querían, se han dado cuenta de que a los trabajadores les queda todavía el derecho a hacer huelga. “¡Dios santo, huelga! Por ahí se nos pueden ir una parte de las ganancia y los trabajadores se pueden pensar todavía que son algo”. Así que, como el viento sopla a su favor, han empezado a patalear y a mover los hilos de presión a “su” gobierno para que restrinja rápidamente elderecho de huelga.


Ahora, yo les pregunto a esos trabajadores que piensan que les da miedo levantar la voz o la cabeza en presencia de su patrón: ¿La solución es seguir siendo mansos como corderitos?

Si antiguamente se decía que “la letra con sangre entra”, ahora parece que son los números los que entran con sangre. En el sistema sanitario, el cero, el número del déficit, debe conseguirse como sea, reduciendo el número de pacientes, de camas o incluso de enfermedades. En educación las cifras para la enseñanza pública menguan paulatinamente. Con la reforma laboral todo son cálculos a favor del beneficio del “mercado”, sin otra consideración. Esta obsesión por medir, por tasar, deja al margen el factor humano, reduciendo la sociedad a una cantidad medible, a un cúmulo de cifras. Bienestar, seguridad, educación, solidaridad parecen ya lejanos conceptos abstractos de otra época.

Los actos del pasado domingo se valoraron por el número de manifestantes más que por la diversidad de personas que coincidieron en la reivindicación: las que tienen trabajo y temen perderlo, las que se dedican a una actividad precaria, las que están en paro. Se vieron cifras, no seres humanos. Un tuit que circuló después de la marcha decía: “Público: “Más de 500.000″, El País: “Cientos de miles”, El Mundo: “Decenas de miles”, ABC: “Miles”, La Gaceta: “181.000 euros.”

Con esa mirada se ha convertido la democracia en una versión bursátil de la voluntad soberana y a los ciudadanos en meros consumidores. Cuando Guindos no contesta al diputado de IU en el Congreso, lo hace como si el número de escaños que lo avala justificara su actuación, en un gesto sangrante de desprecio democrático. Es su medida de las cosas.