Tu opinión es importante A mediodía estaba yo sentado en un banco del paseo cuando se me acercaron dos muchachas morenas, que me ofrecieron su mano a modo de saludo. Yo restregué la mía que tenía to renegrida contra el pantalón y un poco perplejo y atontolinao porque últimamente no se me acerca nadie, solo mi tío pa darme la murga, correspondí al saludo. “Tome; GenarínIII”, me dijo la más delgada entregándome un papel, y sin darme tiempo a preguntar de que se trataba continuó: “Es que estamos repartiendo nuestro programa, ya sabe, para las elecciones del día 22, ahí dentro van nuestros nombres y las cosas que pensamos hacer” “¿Y la Cruz de los Maragatos?” pregunté. “No se preocupe, señor Genarín, que la Cruz de los Maragatos vamos a procurar que aparezca” “¿Entonces podré tener casa y melonar en el Pocico, que es lo que me ha dicho mi tío que me dará si la Cruz vuelve a su sitio?”. “Podrá, si eso es lo que usted quiere”. “¿Y del parque que me decís, que está to abandonao y forroñoso con un urinario que parece sacado de la película los olvidados del director calvo ese, como se llamaba, de Buñuel”? “Del parque también nos ocuparemos”, “Nuestra intención es trabajar por el pueblo, por todos los valderenses”. Luego se interesaron por mi salud y como les dije que tenía las transaminasas con más asteriscos que la vía láctea, me aconsejaron que dejara de beber. Me dijeron que había ayudas, programas de desintoxicación y todo eso. Que ellas mismas podían ponerme en contacto. “Ah, no, bonitas, mías”, las corté de un plumazo, “Eso si que no”. Y para mitigar la brusquedad de mi contestación demasiado intempestiva, las aclaré: “Veréis, es muy difícil de explicar o de entender si no se ha experimentado, la sensación que produce el etanol cuando va entrando por tu cuerpo, una sensación que te hace ver la vida en otra dimensión, más bonita, más llevadera, más en colorines. Una sensación rallana, mientras dura el efecto, a la felicidad. Y he de confesaros, pero eso que quede entre vosotras y yo, eh, eso que mi tío no se entere, que en el fondo me gusta beber”. En ese momento otra chica que no había visto hasta entonces gritó desde las escaleras del parque: “Venga, vamos” y ellas dijeron que se tenían que ir, que tenían que continuar con el reparto, que todavía les quedaba mucha tarea. Y al partir, raudas, me pareció que llevaban una promesa de futuro en sus corazones. “Majas las chicas eh” . Me di la vuelta y mi tío, a mis espaldas, las miraba complacido “Buena disposición traen repartiendo ellas solas la propaganda, sin necesidad de emisarios”. “Ah, tío, estas ahí...¿Desde cuándo llevas?... “Anda, calla, berzotas, bebe un trago y trae acá ese papel que lo leo. Mi tío, de mejor humor que nunca, me ofreció la bota que solo le había visto usar en ceremonias importantes mientras me arrancaba el papel de la mano y leía en voz alta: En Valderas tu opinión es importante. Colaborando ganamos todos. La Confianza… |