Valderas - Leon

(A las doce y treinta horas de la noche del 25 de noviembre del año 1574, en algún rincón del barrio judío de la villa de Valderas.)

- ¿Quién sois? ¿Cuál es vuestro nombre? ¿Quién os ha mandado venir?

- Nadie señora. Solo aquella a la que no merezco servir. No temáis descubriros a este cautivo de vuestras gracias, pues el dulce sonido de vuestras palabras, que jamás de mis oídos se cae, me certifican que vos sois mi señora del alma y yo solo vuestro humilde siervo.

- ¡Callad, insensato e iros presto de aquí! Solo la osadía de vuestros mensajes me han forzado a hablaros. Pero nada más. Fama de loco tenéis y a fe mía que bien ganada. Desviad esos vanos y locos pensamientos que os azoran y evitad que mis ojos pierdan el tiempo en miraros cuando días ha que miran otros inventos de mas provecho. Iros, por Dios, y no pongáis mi honra cautiva de malas sospechas.

- ¡Ay, pobre de mí! Mil lanzadas corren prestas a herirme el corazón. Pero los corazones acostumbrados a la adversidad están ya protegidos por un recio muro de adobes y argamasa que ninguna nueva desgracia puede atravesar. Vencido me arrastro y envuelto en lágrimas me revuelvo sobre las bien cerradas puertas de vuestras invencibles murallas. No temáis más de mí. No seré un estorbo a vuestras intenciones. Veis, ya voy bajando por la cuesta del matadero junto a mi inseparable mula. Al amanecer habré cruzado ya Palanquinos y nada sabréis más de mi, salvo por juglares venidos del fin del mundo que os hablaran de mis hazañas y meritos pensando en vos, logrados para vos y os prometo que pondré toda mi saña, fuerza y ciencia en romper el cráneo a todos los memos y bellacos que tanto abundan por estas y otras tierras, que osen faltaros al respeto en mi presencia y ausencia. Pero ahora, señora, antes de desaparecer para siempre, solo os pido un pequeño don, un pañuelo, una cuenta de vuestro rosario, algo de vos que me acompañe en las noches frías que me esperan y que yo haga besar a los viles rufianes que me rogarán clemencia en vuestro dulce nombre.


A Cristina, que no conozco, con cariño.

¿Estás dormido, Juan? Pues yo no. Las tres y pico. Ya ves, de repente se me ha llenado la cabeza de preocupaciones y no puedo pegar ojo. Y vuelta “pa quí” y vuelta “pa yá”. Lo intento contando ovejas pero “na”. También pienso en que paseo por la playa de san Lorenzo mientras el agua me acaricia los pies y unas nubes blancas y sedosas, como el algodón, se acercan desde las montañas y respiro hondo y profundo la brisa marina y cierro los ojos y pienso que vuelo sobre el mar, ¿me escuchas, Juan?, pero de repente me entra como un azogue que me siento morir y se me abren los ojos. Pues en que voy a pensar, en esto y en lo otro, en todo. Creo que vuelve a llover, ¿no oyes? ¡Vaya Semana Santa! Siempre lo mismo. Me da una pena por las procesiones, con lo bonitas que son y con lo que han trabajado algunos. Todo el año esperando y ¡zas!, llueve. Tenias que hacerte penitente, Juan, aunque fuese con los de san Blas. No haces nada por integrarte en el pueblo. Si, ya sé que viniste por mí. No hace falta que me lo repitas constantemente… ¿Qué querías que hiciera? Mi madre se puso mala, la pobre, y soy la única hija. Alguien la tenía que atender y ya sabes como son mis hermanos: para las fiestas y las tragaderas los primeros pero cuando hay que pencar todo son excusas. Y de las cuñadas que te voy a decir, menudas finolis… La verdad es que por una “lao” me gustaría que hubiera una alcaldesa en Valderas. Reconoce que, menos a burrerías, las mujeres os damos mil vueltas en todo. Valemos más que vosotros. Si es que sois unos inútiles, ¿me oyes? Y que encima tengamos que aguantar que sois el sexo fuerte. ¡Ja, ja, ja! ¡Manda huevos, Juan! ¡Calla!, no me hables de eso que me pones frenética. Menudo disgusto que me has “dao”. Para una vez que salimos con los amigos vas y te pones a discutir con el marido de Carmen. No ves que aquí lo que les gusta son los caudillos. Si hasta mi amiga Mari me dijo que le encantaría ver la cara del señor alcalde en las monedas de dos euros. Juan, reconoce que tontos como tú ya quedan cuatro. Ya nadie se mete en política para arreglar la vida a los demás, solo buscan intentar arreglar la suya y bastante desgracia tienen con eso. Ya no hay idealistas en esta tierra y todos, más o menos, tenemos que vender el alma al diablo cada mañana. Cada vez que me acuerdo de las oportunidades que tuvimos de invertir en bolsa o comprar pisos cuando estaban baratos pero no, para ti aquello era de perros capitalistas y lo tuyo eran las onegés, el partido y otras mandangas y mira ahora, tiesos como velas y con los hijos malviviendo con sueldos miserables. Mira para lo que han servido tus remilgos, Juan, que buenos amigos has tenido para ayudarte pero tú eres de los que prefieren morirse de hambre antes que rebajarse a pedir un favor y… Juan, te has dormido, Juan, Juan, mírale roncando como un jabalí, es que este tío no sufre por nada. Llevo una hora hablándole y él a rosnar. ¡Ay, Dios mío!, creo que mañana le voy a pedir que nos marchemos una temporada a Gijón hasta que pasen las elecciones. Vaya mesecito de mayo que nos espera…Aquí se sufre mucho, algunos no ven personas, solo ven voto si o voto no. Que pueblo más miserable. Da asco. Siempre igual y, claro, mi Juan se ha “encariñao” con esa muchacha y lo pasa mal; siempre discutiendo con mis hermanos, siempre haciendo castillos en el aire… Creo que le recuerda a la niñita que se nos fue…y yo también, pobrecita, con lo guapa que era. Juan y mis hijos me quieren y son muy buenos conmigo pero echo de menos tener una hija. Una hija que vaya de compras conmigo a revolverlo todo y que me deje peinarle el pelo y hacerle coletas y hablar de todo las dos juntas, hablar, hablar mucho… porque mi Juan es capaz de vivir sin hablar y yo no puedo, no puedo, tengo que hablar, decir lo que siento, que por la boca se me vacíe el alma de penas. Las cinco. Ya debe quedar poco para que amanezca. No puedo seguir aquí. Voy a ir a la cocina a preparar la comida, así por lo menos estaré entretenida y las albóndigas me harán compañía.

Por fin da gusto leer el foro,MALPIQUE eres bueno muy bueno y muy real,si bien he de decir q lo de venir el mes de mayo a gijon piensatelo bien aqui hay mucho de eso q tu dices q hay en medio del pasillo por ahi lo llaman colchon por aqui" vaca" y ademas te arreglan el pais en un periquete,piensatelo eso si sol y playa asegurao.
SALUDOS

- ¿Bacalao o conejo? – preguntó el camarero.
- ¿No hay más? – contesté sorprendido.
- No señor. ¿Bacalao o conejo? – insistió el camarero.
- ¿Solo eso? –insistí de nuevo.
- Si señor. Si no le gusta lo que le ofrezco puede usted irse a otro sitio o quedarse sin comer – afirmó con ánimo aburrido.
- Tengo hambre y es tarde. Además yo quiero comer aquí – contesté enfadado.
- Pues ¿bacalao o conejo? –volvió a repetir.
- ¡Pufff...! No sé…Quiero probarlo antes de decidir. Póngame un trozo pequeño de cada uno en un plato.
- ¿Una degustación?
- Si, una degustación. ¿Pasa algo?
- Eso no es posible señor. No servimos degustaciones y esos dos sabores ya son incompatibles- dijo muy serio.
- Nunca había oído eso… ¿Entonces? –pregunté sin saber qué decir.
- ¿Bacalao o conejo? – volvió a decir como burlándose.
- ¿Usted que me sugiere?
- Aquí todo está muy rico, señor. Pida lo que quiera- dijo con media sonrisa.
- ¿Qué me dice del bacalao?
- Le hacemos al ajo arriero. El secreto está en el desalado. Es nuestra especialidad; pero si es usted un poco débil de estómago le puede repetir por la tarde y dar algo de secaño por la noche. Debe comerlo sin ansia porque tiene espinas, muchas y enormes espinas. Tampoco lo puede conservar demasiado tiempo porque pasado unos días, incluso dentro del frigo, puede llegar a oler que apesta.
- ¿De dónde le traen?- pregunté para ponerle a prueba.
- Es de importación. Con las cosas del mar nunca se sabe. El bacalao es carnívoro y emigra detrás de sus presas, sube, baja y vuelve a subir, y nunca se sabe muy bien de dónde viene y, sobre todo, a dónde va.
- Pues vaya con el bacalao… ¿Y el conejo?
- Es guisado con un toque secreto de la casa. Eso si, le aseguro que el conejo es autóctono y de toda confianza. Aquí todos le hemos visto crecer, apegado al terruño, dando saltitos, familiar, de una de las mejores camadas del pueblo…
- ¿De jaula o de campo?
- Eso aún no lo sabemos, señor, pero seguro que estará rico con esa salsa tan especial que entre todos le echaremos. El buen conejo gana con el tiempo y seguro que pasado mañana le sabrá mejor que hoy.
- ¿Tiene garrapatas, pulgas…?
- No le he mirado las orejas pero alguna habrá. Estamos en primavera. Es inevitable. Lo importante es que no le chupen demasiada sangre y que el conejo se sepa rascar…
- ¿Cuánto cuesta una ración?
- Eso está por ver, señor. Costará lo que valga. Nadie paga por un conejo crudo o quemado. Tiene que estar en su punto. Pruébelo antes y luego hablaremos del precio. Pero si el conejo se pone caro nadie le querrá comer y pedirán lechazo. Pasa siempre.
- ¿Nos arriesgamos?
- Usted verá… No tiene nada que perder y ya ha dicho que tiene hambre. Decídase o nos va a dar la hora de merendar…
- Bueno, creo que ya lo tengo claro…, tráigame una buena ración de conejo con un poco de pan para el moje y sirva unas tarteras de conejo a todos. Yo invito.
- ¡Por fin! Creo que no se arrepentirá de su decisión, señor. En un momento tendrá usted sobre la mesa un delicioso y humeante plato del mejor conejo de Valderas
- ¡Ah!, espere por favor, solo una última cosa. Según venia, en el paseo, he visto a un indigente durmiendo la moña y hablando solo sobre un aparato de hacer ejercicios. Llévele de mi parte una buena ración de conejo y una botella del mejor vino que tenga. Haga el favor. Y que no le falte conejo, pan y vino en las dos próximas semanas. Ni a usted tampoco. No se olvide.

Borrado por su Autor.

Ven. Pasa a la cocina. Hoy voy un poco retrasada con la plancha. Cocinar o limpiar la casa no me importa pero lo de la plancha lo llevo fatal. Mira esta camisa de lino. Llevo una hora dándole vueltas y vueltas y siempre me aparece alguna arruga en algún sitio. No sé, chica. Ya no vuelvo a comprar nada de lino. Quiero que se la ponga Juan pa ir al mitin. Me gusta que vaya como un pincel. No, no, yo no voy. No soy una lameruza y a mi los mítines siempre me dan vergüenza ajena. No soporto tanta palabrería, tanta bobada junta…Pero Juan es diferente. El vive con pasión estas cosas que a mi me dejan fría como un témpano. ¡Está tan ilusionado con esta chica! Siempre hablando maravillas de ella. Siempre queriendo ayudarla. Si le dejaran, el mitin le daba él. Está que parece un niño de ocho años. Yo no le entiendo, la verdad. Yo me crié de otra manera. Mi padre era de los de ordeno y mando. Un hombre de los de antes. Sabes, echo de menos aquellos tiempos de la juventud donde todos nos ayudábamos y los vecinos eran parte de la familia. ¿Te acuerdas de cuando íbamos juntas al Te Quiero y siempre aparecía algún mozo que nos sacaba a bailar y nos invitaba a una mirinda? Sabes, en Semana Santa vi a aquel pretendiente que tuve antaño. Creo que ahora vive en Barcelona. Le encontré viejo, calvo y muy viejo. Creo que ni me conoció. Duramos dos días. Alguna vez me he preguntado que hubiera sido de mi vida con él. Era tan formal, tan santón. Nunca se propasó, nunca tuve que clavarle los codos en las costillas, nunca me dijo ninguna marranada…pero con él me aburría como una ostra y comencé a rehuirle hasta que una noche apareció Juan como un torbellino asturiano. Con su acento y sus gracias me hacia reír hasta mearme y una noche me dio un revolcón en el Paseo Viejo tan bien dao que ya me atolondró junto a él para toda la vida. Y es lo que yo digo, a las mujeres nos gustan los hombres formales pero hasta cierto punto. ¿No te parece?


- ¿Qué ha pasado Juan?
- ¡Nada!
- ¿¡Cómo que nada!? ¿Y esa cara? ¿Lo hizo mal la chica?
- No, lo hizo muy bien. Dijo lo que tenia que decir.
- ¿Entonces por qué vienes así, tan enfadado?
- Vete preparando el equipaje. Tenías razón. El domingo me levantaré pronto para votar a Cristina y luego nos iremos a comer a Gijón. No quiero estar aquí. Pase lo que pase el domingo no tendré nada que celebrar.
- No te entiendo. Ayer eras tú el que no quería marchar. Cambias de opinión cada dos por tres. Pero si ibas eufórico al dichoso mitin y ahora vuelves hecho un calcamar. ¿Qué ha pasado?
- Nada. Quise aplaudir a Cristina y no pude. Miré a mí alrededor y no tuve fuerzas. Toda la alegría que llevaba se me transformó en tristeza y me entraron ganas de llorar. Yo no podía aplaudir con alguna gente que vi allí aplaudiendo. Este pueblo es un rehén, un caso perdido. No hay nada que hacer. Me rindo.
- Ves, amor mío. Las cosas son así. Tener trabajo es muy importante y tal como están los tiempos cualquiera haría lo mismo.
- ¡Yo no, me cago en la leche, yo no! Yo soy un hombre de principios aunque sea por respetar la memoria de mi pobre padre que tanto sufrió, y sé lo que está bien y lo que está mal. Y no me gusta lo que veo. Prefiero perder mil veces unas elecciones antes de…. Echaron al alcalde más honesto que ha tenido Valderas para poner a éste y ahora… No todo vale para ganar. Ser socialista para esto... Hay precios que este pueblo ya no puede pagar ¡Qué se coman el pueblo de una vez con patatas y que les aproveche!
- Venga, Juan, no te pongas así. No te lo tomes tan a pecho. Vamos a la cama. No será para tanto. Mañana lo verás de otra manera. Yo también la voy a votar. Nunca se sabe. Dale una oportunidad. Seguro que te equivocas.

Borrado por su Autor.

y lo tuyo ignorancia supina...lo de malpique no es arte, es sabiduria,aprende a leer...

Somos de los que se quedaron y somos de los que se fueron y siempre quieren volver. Somos de los que quieren marcharse para poder volver. Somos de los que se asoman a la puerta cada mañana y miran a las calles vacias y a las ventanas cerradas de los que fueron sus vecinos. Somos los que van paseando por las calles en las que jugaban de niños intentanto recordar quienes eran sus amigos. Somos esos niños que juegan a la pelota en el Paseo Nuevo y somos esos jóvenes que pasean de la mano por la carretera de Valdefuentes. Somos ese grupo de mujeres que dan la vuelta a la Zamorana y somos el pastor que cada dia madruga para ordeñar. Somos el acuatoriano que nos sirve los vinos de la mañana y somos de los que siempre vuelven el uno de noviembre para ofrecer unas flores a sus muertos. Somos el ama de casa que sube con el carrito calle arriba y somos esos conocidos que se juntan para jugar la partida en el bar. Somos los concejales que entramos y somos los concejales que salimos. Somos los que votamos lo que nos parece y somos los que no votamos porque no nos da la gana. Somos esos tullidos que ya no conocemos a nadie y somos los que subimos al Altafria a ver las nubes pasar. Somos los que ahora leemos mensajes en este foro y somos los que los escribimos. Somos los que nos insultamos, aborrecemos y amamos. Somos los que buscamos un trabajo y somos los que no dormimos por la noche por miedo a perderlo. Somos los que nacemos y queremos morir aqui. Eso somos. Solo eso. Y si no conseguimos entendernos y ayudarnos peor para nosotros y así nos irá.