Val de San Román - Leon

A perro flaco todo son pulgas asegura un dicho popular. Y en el caso de Cubillos y Sancedo, el dicho se convierte en realidad con los pinos. El perro flaco son las extensiones afectadas por la llamada plaga de la oruga peluda (Lymantria Dispar) y las pulgas, un nuevo parásito que se aprovecha de la debilidad del árbol para perforar su tronco y cortar el flujo de la savia hasta que muere Su nombre es ips y se trata de un coleóptero barrenador que se propaga por el aire en los meses de mayo y de junio que ya ha obligado a tres pedanías, Fresnedo, Finolledo y Cabañinas a optar por la tala inmediata de las 20 hectáreas donde se ha detectado la segunda plaga. La pedanía de Fresnedo, la más afectada, ya ha solicitado permiso a la Junta de Castilla y León para cortar 15 hectáreas y en cuanto reciba el visto bueno de la administración convocará un concurso para adjudicar la venta de la madera a la empresa que tale los árboles enfermos.

«Se trata de la zona cero de la plaga de la oruga, donde se declaró hace tres años», aseguraba ayer el pedáneo de Fresnedo, Ramiro Rodríguez, convencido de que «la tala inmediata» es la única solución para atajar la extensión del parásito al resto de árboles debilitados por la lymantria dispar en los dos últimos años y a los que podría llegar a infectar a corto plazo. «Si no hacemos algo, no van a ser cien, van a ser mil las hectáreas», auguró.

Rodríguez ha comprobado que incluso la Junta de Castilla y León, que tiene un pinar consorciado en la zona, ha comenzado a instalar trampas de feromonas para evitar que la presencia del coleóptero derive en una plaga.

El pedáneo, que esta primavera aglutinó a nueve juntas vecinales para reclamar, sin éxito, ayudas a la Junta con las que financiar una fumigación de los pinares afectados por la oruga peluda, tiene claro que ante la llegada de la segunda plaga ya sólo caben dos opciones en el momento en que se detecte la presencia de la Lymantria, que defolia las hojas. «O cortar o fumigar, es lo que recomiendo a los propietarios cuando vean las primeras defoliaciones. Lo que nunca deben hacer es no hacer nada».

Rodríguez sigue convencido, al contrario de lo que han argumentado los técnicos de la Junta, que la plaga de la oruga peluda, por sí sola, ya resulta mortal para el árbol. Los técnicos recomendaron a los propietarios que extremaran las medidas fitosanitarias, pero no talaran porque el árbol se recuperaría tras un ciclo de tres años, pero Rodríguez entiende que eso sólo sucede con robles o alcornoques y no con pinos. Fresnedo, que también estudia la fumigación del perímetro de más de un centenar de hectáreas donde se ha extendido la oruga peluda, confía en que la Junta agilice los permisos y sea posible talar en dos o tres semanas.