Val de San Lorenzo - Leon

Castilla y León aún cuenta con varios lavaderos de lana para elaborar alfombras y moquetas

Ical 02/11/2012

Dos operarios trabajan en una planta de lavado de lana en Paredes de Nava. (Foto: Rubén Cacho)
Decía un viejo refrán castellano que “quien tiene ovejas, tiene pellejas”, un dicho que advierte de que quien tiene un negocio está expuesto tanto al daño como al beneficio, pero que si además éste se trata de ganado ovino, además de leche puede tener otro provecho: la lana, un producto que tras servir de abrigo durante el invierno a estos animales, desde tiempos inmemoriales se ha utilizado para la elaboración de mantas, alfombras y ropa de vestir.
La espectacular explosión en la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX de la industria lanar, la de aquellos que adquirían la materia prima al ganadero para lavarla en la orilla de los ríos, tratarla y comercializarla, ha dejado paso a un mínimo de empresas dedicadas a ello en la Comunidad en el siglo XXI. Perviven con la compra de lana en la región, en el resto de España y otras procedencias de Europa, pues la mecanización y la entrada de mercados emergentes con la mano de obra más barata, principalmente China, ha obligado al cierre de muchas de estas fábricas.

Una de las principales compañías es Lanas Payo, una empresa eminentemente rural ubicada en el municipio palentino de Paredes de Nava, otrora enclave significativo de este tipo de industria -no en vano, había 20.000 cabezas de ovino censadas y siete lavaderos-, y que hoy en día únicamente cuenta con dos firmas dedicadas al tratamiento de la lana.



Ismael Payo, fundador de la planta de lavado de lana en Paredes de Nava. (Foto: Rubén Cacho)

Menos personas, más máquinas

Entrar en sus instalaciones recuerda en muchos momentos al olor emanado en la revolución industrial. La mecanización de la mano de obra ha propiciado también la simplificación del oficio del cardador, es decir, el que lava los vellones con agua, escarmena o desenreda y elimina los restos de paja y se desengrasaba la lana. El procedimiento es prácticamente el mismo, pero con menos personas y más maquinaria. “La lana pasa por cinco barcas, que limpian el producto, y va directo al secadero”, explica el propietario, Rubén Payo, un joven que asumió la responsabilidad de dirigir un negocio que desde el año 1988 tenía ocupados a su padre y su tío, y que le sirvió para mantener su residencia en el medio rural, gracias al tratamiento de un millón de kilos de lana anuales -cada oveja, dos kilos-.

La mayor parte del producto que tratan los lavaderos de Castilla y León procede de las cabañas ovinas de esta misma región, principalmente de Tierra de Campos, una lana conocida como de tipo 6, de entre 33 y 34 micras, utilizada para la fabricación de alfombras y en menor manera, moquetas para el suelo de hoteles y aviones. Estas lanas dan un rendimiento de entre el 45 y el 55 por ciento, es decir, es aprovechable ese porcentaje, porque el resto es suciedad y grasa animal. Diferente es el caso de la procedente de las islas británicas, que también esta empresa trata en algunas épocas del año y que es de mejor calidad, por la abundancia de prados para el animal y la limpieza de la propia lana, lo que propicia que sea más fina y los hilos se aprecien más, algo que también ocurre con las de Alemania. Aunque, ninguna puede superar a las merinas australianas, que pueden lograr lana de hasta 17 micras, con la que se puede coser cualquier tipo de prenda.

La cadena de lavado de Lanas Payo se compone de un moderno sistema ecológico -a pesar de sus más de 20 años de antigüedad-, formado por un primer filtro que separa la suciedad de la propia materia, aunque para ello primero es necesario que alguno de los ocho empleados realice una separación manual, algo que hacen de lunes a sábado, sin parar, en tres turnos. “Esto funciona como una lavadora. La diferencia es que la lana llega con grasa animal y sale con olor a perfume tras un lavado con agua muy caliente”, explica Javier Pajares, encargado y cuñado del actual propietario, quien sostiene que las máquinas tratan alrededor de 7.500 kilos de materia sucia al día.

Rubén Payo sostiene que desde hace muchos años aún se encuentran con un inconveniente que nació en la posguerra y que afecta al tratamiento de la lana. Y es que desde los años 40, los ganaderos comenzaron a marcar a las ovejas con brea, para diferenciarlas de otros rebaños cuando se encontraban en los cordeles y caminos. Por fortuna, hoy en día su uso es mínimo, pues se ha extendido el uso del espray, “pero aún los hay que las marcan con este producto”. Este aspecto es perjudicial a la hora del lavado, dado que no sale fácilmente y en muchas ocasiones esa lana no sirve.



Planta de lavado de lana en Paredes de Nava. (Foto: Rubén Cacho)

Gran potencia de secado

Tras ese lavado, el conjunto de lana pasa a dos secaderos que funcionan a 55 y 75 grados y, de ahí, por un tubo de gran diámetro, a una prensa que es la encargada de realizar paquetes de entre 320 y 330 kilogramos y que se comercializan en otros puntos del panorama nacional (30 por ciento), como por ejemplo en la localidad alicantina de Crevillente, para la elaboración de sus famosas alfombras, pero también en otros países, principalmente en China y India (que absorben otra tercera parte de las exportaciones de esta firma palentina) y en otros destinos europeos (el 40 por ciento), como son Reino Unido, Bélgica, Portugal e Italia, donde las empresas de hilo se encargan de dar el último paso y convertir la lana en un producto vendible.

Javier Pajares reconoce que los beneficios de un producto como la lana no son los mejores y son menores que hace 30 años, pero tampoco esconde que el negocio vaya bien. En la actualidad, dice, la empresa paga al ganadero en torno a 0,5 euros por kilo de lana, con el transporte incluido, mientras que lo vende aproximadamente a 1,7 euros. Aunque parece que el margen es alto, aclara que el consumo en combustible ronda los 25.000 euros al mes para poner en marcha el sistema de lavado y secado, pero también para tener en circulación a dos camiones durante todo el verano para transportar la lana desde las cabañas de ovino a la fábrica de Paredes de Nava. Y es que adquieren producto, principalmente en Palencia y Valladolid, pero también en Soria, Segovia, Ávila y Salamanca, entre otras provincias.

Eso demuestra que con inversión y diversificación, exportando SOLO el producto tratado se hace negocio.

Y AQUÍ AGONIZANDO Y EN LAS ULTIMAS, NO SOLO DE ALFOMBRAS VIVE EL HOMBRE,LAVADO, SECADO Y EMPAQUETADO DE LANA Y A EXPORTAR A LOS CHINOS, MEDIOS E INVERSIÓN Y DECISIÓN QUE ES LO QUE AQUÍ HACE FALTA Y NO VIVIR DE LOS RECUERDOS DEL PASADO.