Soto de Valderrueda - León

La ventana. Pocos inviernos completos he pasado en Soto.No más de cuatro.
Sin embargo recuerdo que les veía también a través de la ventana de la cocina.Miraba las trampas para pájaros esperando que no cayeran en ellas, pero el frío o el hambre les atraía como un imán.Luego supe que era un plato muy valorado en otras partes de España, pero entonces me parecía cruel.Igual que aquellas máquinas de precisión que tenían los niños para hacer lo mismo.Ya se que solo era madera y una goma, pero a mi me parecían verdaderas armas letales.

También era todo un ejercicio acrobático no caer en aquellos hielos de la cuesta de Enedina.Pero allí estaba Piedad preocupándose por si me caía.Resbaladero mejor no he encontrado nunca ni en las pistas de esquí.

Doña Julia, nos daba clase si no podía llegar la maestra.Así que esos días había que esforzarse en la escritura,y que no cayese ni una sola mancha de tinta.Pero lo que hoy día nadie comprendería es que pidieramos permiso para salir a chupar carámbanos, con cualquier disculpa.En los recreos bajabamos a resbalar a un río helado que hacía de pista de patinaje, sin tener patines.
Ahora cuando me preguntan si pasé frío, vuelvo la vista atrás y creo que a lo largo de mi vida es lo único que me ha sobrado.Tanto que hasta las botellas con agua caliente se rompian en la cama.Nunca tuvieron que explicarme los cambios de estado del agua.

Las eras eran otro lugar interesante.Unos con zancos, otros resbalando desde la cuesta, pero sobre todo FRÏO.Y la lumbre que calentaba por delante...Pero así todo pasé mucho más frío en Madrid, en León, en esos pueblos de Dios.