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Sotillos de Sabero - Leon

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España > Leon > Sotillos de Sabero (Sabero)
06-03-11 00:57 #7210682
Por:No Registrado
“¿Si un día Al Qaeda cierra la espita del gas nos acordaremos del carbón?”
'La memoria del carbón'

Leoncio García sentado en el graderío del corro de lucha leonesa, un deporte que es su gran pasión, el que practicaba su hermano Chuchi, fallecido en la mina. F. FERNÁNDEZ
F. Fernández / La Ercina
Está en un corro de lucha leonesa, su gran pasión, y recuerda la minería, su vida y la de su tierra. Sufre cuando recorre aquellos lugares en los que hubo una mina, en los que vivieron sus recuerdos y le causa desazón que no se valore aquella epopeya, por eso se ha revelado contra el olvido con un libro que acaba de ver la luz. Es Leoncio García Rodríguez, un leonés por el mundo que jamás dejó de mirar a su tierra y mucho menos de quererla.

¿Qué le ha llevado a publicar su obra ‘La memoria del carbón’, un recorrido por sus vivencias relacionadas con el mundo de la minería?
Pues sacar a la luz muchas cosas que llevaba dentro, contar una historia, la de la minería y los mineros, que me parece ejemplar y que creo que hemos olvidado demasiado rápido. A mi también me encanta lo de cómo explotaron sus recursos los cartagineses, la minería romana y las Médulas y todas esas cosas, me parece perfecto que se conserve y se documente, pero ¿qué ocurre con nuestra minería?, ¿cómo la hemos podido olvidar hasta el punto que está herida de muerte? Acabar con la minería es un atentado contra nuestra historia reciente y a la memoria de muchos antepasados nuestros. Para mí es muy doloroso pasar por el poblado destruido de Veneros, por el poblado de Casetas, ver cerrado Hulleras como si se hubiera borrado la historia de un plumazo y nuestros mineros, no te quepa la menor duda, eran verdaderos héroes.

Atentan contra su historia pues usted es hijo de minero, hermano de un fallecido en la mina, Ingeniero Técnico de Minas, nacido en la Losilla por donde pasaba la linea de baldes del poblado minero de Veneros, trabajador en Hulleras de Sabero... leonés.
Es mi historia, es mi vida, es la historia de mi gente y de mi tierra. Y es una historia cargada de épica y de valores, el recuerdo de una gente que se dedicó a trabajar de una manera denodada y, a su vez, fueron víctimas de la falta de ciertos conocimientos, que provocaron accidentes tremendos.

¿Como por ejemplo?
Mira, Hulleras de Sabero era un modelo de minería cuidadosa, segura... y en 1957 hay una explosión de grisú causada probablemente por la rotura del vaso y la bombilla de una lámpara eléctrica que deja el filamento un tiempo incandescente y así se provoca la explosión. Pues resulta que en Hulleras se habían sustituido unos años antes las lámparas de gasolina por las eléctricas al considerarlas más seguras. Esto es una ironía de la que nace la imposición de las lámparas de casco, pero cada avance paga un coste muy caro, incluso en vidas. Hay mil historias de las famosas pegas y otros asuntos mineros.

Volvemos al libro y la necesidad de escribirlo. Parodiando al poeta se podría decir aquello de “mi infancia son recuerdos de una mina de carbón”.
Nunca mejor dicho. Yo nací en La Losilla, donde había una economía de subsistencia entre la ganadería y la minería, y mi padre era de La Ercina, un pueblo minero. Mi abuela siempre me llevaba a la huerta, que estaba muy cerca del descargue de la mina donde estaban las instalaciones para descargar los carbones que venían de las minas de Veneros. La linea de baldes pasaba por encima de nosotros y mi abuela estaba diciendo que tuviera cuidado, que un balde me podía matar. Aquello era para mí una cosa con cierta magia, pues me sorprendía la técnica con la que se deslizaban, las piezas de madera que llevaban o, incluso, los cestos con las meriendas de los mineros. Después, en La Ercina, también me llamaba mucho la atención mirar para la gente del tren correo que veía una pareja de bueyes por la ventana moviendo vagones. Y finalmente está el ejemplo y el recuerdo de mi padre, que fue un minero de primera, y en unas vacaciones me llevó a la Plaza de la Herrera. Fue un momento inolvidable que creo que tuvo mucho que ver en mi dedicación futura al mundo de la minería.

Ha dicho que nuestros mineros eran héroes.
Y no exagero. Héroes cotidianos y una gente con unos valores increíbles. Un minero decía que hay que hacer algo, por difícil y peligroso que fuera, y se hacía. Y tenían una imaginación increíble, con dos reglas que desplazaban sobre si mismas calculaban la longitud de una trabanca al milímetro y no marcaban nada más que con la saliva del dedo mojado en la boca. Eran grandes artesanos, con una entrega a prueba de bomba, capaces de romper una piedra en las posiciones más inverosímiles.

Dedica un par de capítulos a la figura de la mujer del minero y la mujer que trabajaba en labores ‘exteriores’ de la mina.
La figura de la mujer en la mina fue para mí impactante. Yo nací en La Losilla y allí veía de niño todas las mañanas, cuando estábamos en la escuela, a siete u ocho mujeres que bajaban con sus burros desde la zona de Veneros y San Adrián. Pasaban por allí con sus burros cargados de sacos de carbón, jamás las he olvidado, aquella imagen de cierta pobreza, de tener que buscarse la vida, una mujeres que iban en silencio, sólo se escuchaban las pisadas de los burros de aquellas carboneras. Fue muy emotivo para mí conocer a una de ellas, la señora Oliva, que es la que aparece en el libro.

Toda esta memoria y toda esta epopeya parece que no sirve para nada en estos tiempos en los que se está bajando la trapa de la minería del carbón y parece que puede ser de una manera irreversible, definitiva.
Es muy triste. De entrada te diría que acabar con la minería es un atentado a la memoria y a nuestro pasado reciente. Y desde el punto de vista económico, energético, tampoco acabo de verlo claro. Nosotros no tenemos gas, no tenemos petróleo, ¿porqué nos deshacemos de lo que ha sido nuestra energía y la fuente de vida de toda nuestra cordillera? Sin la minería no hubiéramos tenido ni tan siquiera ese ferrocarril de Feve que nos unió con el País Vasco, que nos permitió llevarles nuestro carbón. Fíjate, ahora mismo, cuando se habla del País Vasco y hay reticencias, que muchas comparto, a mí siempre me sale una vena de nostalgia, de recuerdo, de cercanía con aquella gente. Cuando yo estudiaba la carrera recibía desde Bilbao un pase para que pudiera bajar en el tren a León.

¿Cree que puede haber marcha atrás?
Debería haberla. Sé que lo quevoy a decir puede resultar un poco exagerado pero hay que entenderlo en su contexto, en el de la energía, en la dependencia del gas: ¿Si un día dependemos de un capricho de Al Qaeda para que no nos cierren la espita nos acordaremos del carbón? Ojalá jamás se produzca una situación así, pero estamos hablando de países muy inestables, muy alejados de nuestra cultura.

¿No tiene la sensación de que en León se nos escapan los trenes y cuando reaccionamos ya es demasiado tarde?
Esa sensación me ataca cada vez que viajo por la provincia y pienso en lo que ha sido y lo que es la cuenca minera de Valderrueda, la de Sabero, la de Matallana, la de Villablino incluso... Sentimentalmente me afecta mucho pues recuerdo las minas que había y veo la soledad que habita en sus pueblos.

Ahora se está hablando mucho de la captación de CO2.
Otra paradoja. El CO2 era lo que lanzaban nuestros caleros, la provincia estaba sembrada de ellos. Cuando hacíamos la cal era ese el proceso que se realizaba y ahora recurren a ese mismo sistema, un sistema que hemos tenido allí toda la vida.

Olvidamos la historia y olvidamos las vidas que se cobró la mina.
Mi padre murió relativamente joven después de empezar de ayudante de barrenista y jubilarse como minero de primera especializado; mi hermano Chuchi ya sabes que murió en la mina, en Casetas, y me dejó una cicatriz que jamás he podido curar. La mina se ha cobrado mil sacrificios, como los muertos de Casetas, entre los que estaba mi hermano, y otros tantos accidentes que permanecen en el recuerdo. Pero no han sido solos los accidentes mortales, son las historias cotidianas, la entrega de miles de mineros, los silicosos, los que eran unos niños y se veían disparando una pega... es una epopeya que no hemos querido ni hemos sabido valorar
Puntos:
08-03-11 07:09 #7231890 -> 7210682
Por:sotillano

RE: "¿Si un día Al Qaeda cierra la espita del gas nos acordaremos del carbón?"
Gran cronica has escrito, compañero. La verdad es que te llenas de recuerdos al leerla.
Un saludin.
Puntos:

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