Santa María del Páramo - Leon

El magnetismo de la virtud

Hasta cuando me convencí de que los seres humanos ordinarios, como cualquiera de nosotros (con defectos y valores), podemos intentar el ejercicio de la virtud, en medio de este trafagar de celeridad y modernismo (al menos es una ilusión), sin puritanismos, pude hallar nuevos horizontes y mejores posibilidades para fortalecer mi calidad de vida.

Entonces asumí que era como volver a la antigua teoría de los opuestos, para darme cuenta de que si uno se esmera en alcanzar un puesto medio, entre los extremos, puede hacer que esas cosas y esas personas que lo rodean sean generadoras de virtud. Sin exageraciones, siempre lo he repetido, guardando la condición humana, pero mejorándola constantemente, otorgándoles carácter y compromiso, y reglas que les permitan ser justas.

Entonces se siembra el respeto en uno mismo, y le ayuda a sentir vergüenza, a concebir el escrúpulo, a querer ser útil y madurar en cada acto: la virtud es como el reflejo de la obra de teatro que se representa en el escenario, que se trasmite a los espectadores con el mismo sentimiento de quienes la protagonizan, en una bella catarsis (purificación), desde la cual se inspiran las extensiones de la nobleza humana.

Nada como decidirse a interpretar la existencia, para sacar utilidad a los preceptos virtuosos; de otra manera, no es justificable, ni reconciliable, el sentido de unos años tan vacíos e inocuos, como cuando se los vive sin el gran motivo de la virtud.

La secuencia de atracción de la virtud es inmensa. No sólo es el magnetismo de proyectarse a las cosas y personas cercanas, sino la opción de darles el propio poder de, igual, comunicar virtud.

-- Las virtudes humanas son perfecciones habituales y estables del entendimiento y de la voluntad, que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta en conformidad con la razón y la fe. Adquiridas y fortalecidas por medio de actos moralmente buenos y reiterados,---

Las virtudes adquiridas no dependen de la fe. Una persona con el uso de la razón y con su esfuerzo natural puede llegar a ser virtuosa. Pero por la fe nos abrimos a la gracia que perfecciona las virtudes, capacitando la acción sobrenatural, el bien mas perfecto

A veces cuesta mucho más eliminar un sólo defecto que adquirir cien virtudes.

-- Las principales virtudes humanas son las denominadas cardinales, que agrupan a todas las demás y constituyen las bases de la vida virtuosa. Son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. --