Santa María del Páramo - Leon

Camaradería

Ayer por la noche, tras ver los fuegos de las fiestas de Villalba, recogí en una bolsa de deportes el viejo saco de dormir, lo último de Muñoz Molina, un zumo, un bocadillo, galletas, una linterna y una silla playera. La noche iba a ser larga.
Para cuando llegué, habría más de 30 personas, unas estoicamente de pie, otras, como yo, pertrechadas para pasar la noche, y las más paseando nerviosas por la entrada de las desiertas oficinas.
No había silencios; todos estaban ya contando su caso particular, el porqué de su improvisado plante.
Y todos respondíamos a un único perfil: en paro. Hice el número 32 a lo largo de una noche poblada de simpáticas anécdotas, de chistes contados con poca gracia… Por encima de todo, una sensación de camaradería, solidaridad y raro afecto entre diferentes, capaz de competir con cualquier alianza de civilizaciones que se precie. Es lo que los ciudadanos deben hacer, muy a su pesar, con su tiempo y sus vidas, cuando una Administración y un Gobierno incompetentes e incapaces convierten algo fuera de lo corriente en cotidiano y desalentador.
Ha sido una noche larga; he logrado mi propósito: solicitar mi prestación; hubiera preferido madrugar para acudir al trabajo, pero, en vez de eso, debo acampar en la calle para conseguir ser considerada parte de la ciudadanía.
Carmen Jiménez. Galapagar (Madrid)

La ilusión del Photoshop

El otro día, mientras observaba a la gente con la que me cruzaba, en el paseo que todos los días me gusta hacer por la orilla de la playa, me asaltó una realidad pasmosa.
Nos siguen queriendo vender cuerpos perfectos de hombres esculturales, ‘entabletados’ y mujeres de muslos lisos y prietos como el mármol, vientres planos y pechos turgentes.
Y yo, ¿qué quieren que les diga? Anduve durante una hora y no vi ni un solo cuerpo de esos que todo el mundo persigue, y me pregunto:

¿Existirán de verdad? ¿O es una ilusión óptica que nos han metido con el Photoshop? La realidad que yo vi, para mi consuelo, es que el 90 por ciento de las mujeres tiene celulitis; vientres planos, casi nadie; ya mucho menos, tableta.
Seguramente, muchas de esas personas con las que me crucé se cuidan y hacen ejercicio durante todo el año, sin llegar a conseguir esos cuerpos que nos restriegan en las revistas y en la televisión, y lo único que conseguimos es sentirnos insatisfechos.
Y si los insatisfechos somos gente de cierta edad, pase, pero no me puedo quedar impasible ante jovencitas que machacan sus cuerpos con dietas imposibles por perseguir un canon de belleza que ha inventado un ordenador.
Asun Jiménez Colón. Correo electrónico


Mi jaula vacía

El atardecer está por llegar, los rayos de sol se inclinan, el mercurio de los termómetros desciende, los perros salen de sus escondrijos, los niños van despedazando el silencio del ambiente, los coches rompen la quietud de la vía.
Es hora de salir.
Quiero ver cualquier cosa que no sea mi triste y melancólico piso. Mis hijos se fueron de vacaciones y se llevaron a los nietos que tanto trabajo me daban las tardes de invierno... y, ahora, los echo de menos.

Apago la tele, me cuesta andar…, gracias que tengo ascensor para poder bajar al parque que está cerca.
Al llegar, no puedo aguantar mucho tiempo de pie y me siento en el banco.
Mientras observo pasar a los pequeños corriendo tras la pelota, empiezo la bolsa de patatas, miro hacia arriba, el Sol ya se ha escondido, las calles se llenan de vitalidad, una pareja joven se da arrumacos en el banco de enfrente.
Pasan las horas, siento como si estuviera rodeado de una gran familia, imagino que los niños son mis nietos, la pareja de enfrente es mi hijo con su mujer, los perros que me piden patatas son mis mascotas, en ese momento del día soy feliz y no me siento solo. Pero es tarde, me da miedo volver a encerrarme.
Recojo la bolsa vacía de patatas y me dirijo hacia mi pequeña jaula vacía.
Antes de encerrarme, miro alrededor; mis ojos se enrojecen; retengo la lágrima; pienso por qué mis hijos no me han llevado con ellos de vacaciones y si, si no fuera porque cuido a mis nietos, me vendrían a ver tanto.
José Fernando Navarro Cáceres. Cúllar (Granada)

------ CARTA A UNA AMIGA ------



QUERIDO AMIGA: Más que una amiga, eres para mí una hermana, y nunca voy a tener palabras suficientes que puedan explicar lo agradecido que estoy de haber sido bendecido con tu amistad.

Los tiempos difíciles supieron apretarme la garganta, sepultarme bajo los escombros; cada uno de los demonios que me perseguía sabía exactamente dónde hallarme. En un momento dado me encontré atrapado y sin salida, o tal vez una sola salida, la mas fácil, la de los cobardes: pensé que tendría que morir para escapar a mis problemas. En ese mismo instante apareciste tú, tú y aquella inmensa balsa llamada amistad, y me recogiste del mar frío, yo más muerto que vivo, y supiste darme agua y pan y calmar mis temblores y hacer que los demonios se vayan...... (((( Dos personas y las dos de Leon sabran que esta carta va por ellas,,un abrazo de un amigo,,,

Para mi amiga especial

Amiga,
en este pequeña carta te quiero decir todo lo que siento. Gracias por existir no sé qué haría sin tu amistad. Yo sé que no soy la única amiga que tienes pero tenme siempre en cuenta porque nunca te defraudaré.
Te quiero mucho y recuerda que conmigo, para lo que quieras.