Saelices del Payuelo - León

El perro de la foto se llamaba LIRIO y era famoso en el pueblo porque tenía un ojo de cada color uno blanco y el otro negro y también tenía el rabo corto, se murió de viejo con un montón de años. La foto la hizo Lorenzo una tarde del mes de agosto y el pastor del rebaño era yo, que por aquel tiempo levantaba poco más que una oveja. La verdad es que el LIRIO era un buen perro guardian y además hacía muy buena compañía.
Saludos

Fíjate que a mi animal que no pone huevos o no engorda muslos no me hace mucha gracia. Sin embargo me gustan los perros de caza y los pastores.

Tengo un recuerdo de la infancia, de un perro de Jilia, que se llamaba TURCO. Cariñoso, grande y hermoso. Buscaba las piedras una y otra vez, podías estar gtodo el día que no se cansaba. Las cogía al vuelo, las buscaba entre otras. A veces le engañabamos y no se la tirábamos pero el muy listo... traía otra que encontraba por allí.

Lázaro siempre tuvo uno que se llamaba MORO. Y no era el mismo siempre, pero siempre se llamaba igual.

Mi tío tuvo uno que era BRAULIO. Un buen día de verano, lo pilló un coche. Yo sali pitando a contarselo a mi tía y llego con la lengua fuera: (uf es el sonido de la lengua fuera)
Uf, uf, queeee.... uf, uf, un coche... uf, uf, pilló... uf, uf a Braulio. Ya verías a mi tía despues de uf, uf un cohe... uf, uf pilló... casi pálida, bueno no pálida del todo, uf, uf, a Braulio, casi pega saltos de alegría porque después de ese pilló...

Recuerdo también uno de Blas (donde estés, un beso) que estaba tumbao a la sombra de los pajares que se quemaron, y al irle a acariciar me pegó un mordisco que tuve que ir al médico y me pincharon y todo. Creo que era perra y esta recien parida.

El mejor perro que hubo en casa se llamaba Ruperto. Pero aparte de sus cualidades, que eran muchas, su llegada al mundo entretuvo varias noches de invierno.

El asunto empezó porque Maurilio, un conocido ganadero de Matadeón, tenía un perro muy bueno pero ya viejo y ciego, por lo que iba a ser sacrificado. Por otra parte, Maniqueto tenía una perra también muy buena y se consideró conveniente que el perro forastero hiciera un último esfuerzo y preñara a la sahelicera.

Amancio puso el coche, Maniqueto la perra y Urbino y Leocadio su experiencia. Y así se pusieron todos en camino hacia Matadeón.

Tras varios viajes y los meses de espera de rigor, nacieron 5 cachorros. Dos resultaron totalmente inútiles, otros dos medianos y Ruperto el mejor. Pero esto no se sabía cuando se hizo el reparto.

Antes de morir de viejo, Ruperto dejó abundante descendencia, aunque ninguno le igualó.

Al que sale en la foto, Lirio, lo crió el tío Fernando y nos lo cedió cuando se jubiló. A quien preguntaba el porqué del distinto color de los ojos, le respondíamos que uno era de cristal y fueron bastantes los que picaron. Entre su descendencia, varios nacieron igualmente con ojos de distinto color, pero a ninguno le permitieron llegar a viejo.

Yo me acuerdo de Tarzán, era mu pesao: na más que te veía hacer el mínimo amago de agacharte se ponía to nervioso porque él creía que le ibas a tirar una piedra. Yo le temía porque no se veía harto de correr a por ellas, y podías pasar la tarde con el toma y daca, piedra va piedra viene (llena babas...), ¡y no se te ocurriera para!!!

No se si fue Tarzán el que le hincó el colmillo a Sangre de Roble, si fue él ya puedes estar orgullosa!!!!

A mi más de uno me ha agarrao de la nalga, y no me mola nada...

También me acuerdo de Pol, el de Secundina, de ese menos porque me pilló más joven... Se que era (o a mi me lo parecía) muuuu grande.

El Monchito de Hilaria, al que dedicó una poesía con mucho sentimiento.

Uno que tenía Froilana, ese sí que era graaaande, alto y con una patas tremendas, no me acuerdo del nombre...

Y de muchos de los de mi casa, que ha habido varios. Mi agüela tenía una perra con la que mantenía largas conversaciones, se entendían a la primera. Se llamaba La. Coincidió con otra que se llamanaba Luna y de paseo las llamaba: ¡La! ¡Luna!

Mi padre tenía un perro llamado "El Turco"Era una maravilla de animalito;negro, precioso y bonachón, pero cuando llegaron los nietos, pese a su bondad,le salieron los celos no se sabe de donde y eran,tan en damasía,que resultaban verdaderamente peligrosos para los niños cercanos;mi padre,pese a lo que nos dolía a todos, decidió sacrificarlo porque otra solución no había.Resultaba increíble su transformación debido a los celos.Buenas noches

También estaban aquellos perrazos con carrancas para protegerse en las peleas con los lobos.
Estos perros (mastines leoneses) están más ligados al rebaño que al pastor. Aparentemente más holgazanes que los otros, se pasan la mayor parte del día tumbados, pero con los ojos y el olfato alertas por si algún desconocido se acerca al rebaño. Si olfatean el peligro, salen como rayos a atajarlo.

En una ocasión presencié una persecución desde un remolque cargado de pacas. Un mastín estaba tumbado a la bartola a la sombra de las paredes de un corral cuando a una distancia de más o menos medio kilómetro se enzarzaron dos perros pastores en una ruidosa pelea. No sé qué le molestó al mastín, si fue la interrupción de la siesta por aquellos insolentes o que tuviera alguna relación con alguno de ellos. Lo cierto es que arrancó a toda pastilla tras ellos. Así que estos se percataron del peligro, abandonaron sus disputas y huyeron todo lo deprisa que pudieron. Pero el mastín corría el doble (nuncá pensé que corrían tanto) y justo antes de darles alcance, los perseguidos se echaron al suelo en señal de rendición. El mastín se plantó ante ellos y allí los tuvo "acojonaos", pero sin agredirlos, durante unos diez minutos. Al final los dejó y paz y los dos perdedores se marcharon juntos y con el rabo entre las piernas.

Los más odiados eran los perros güeveros. Sabían bien dónde estaban los ponederos de los gallineros vecinos y como te descuidaras te dejaban sin la puesta diaria y hasta sin el nialero. El terror de las amas de casa que se quedaban sin la materia prima para las tortillas.

Para cazar, los cazollos y los galgos. En época de veda, éstos sólo se podían sacar al campo con tinganillo, ese palo reglamentado que les colgaba del cuello y los impedía correr. Para evitarlo había sus trucos: quitarlo directamente o atárselo de tal forma que no molestase. Si aparecía el guarda en lontananza, lo mejor era disponer de un caballo y huir campo a través. Recuerdo presenciar más de una carrera por este sistema.