Saelices del Payuelo - Leon

Y empecé a darme cuenta, entonces, de que ser de pueblo es un don de Dios y que ser de ciudad era un poco como ser inclusero, y que los tesos y el nido de la cigüeña y los chopos y el riachuelo y el soto eran siempre los mismos, mientras que las pilas de ladrillos y los bloques de cemento y los montones de piedra de la ciudad cambiaban cada día y con los años no restaba allí un solo testigo del nacimiento de uno, porque mientras el pueblo permanecía, la ciudad se desintegraba por aquello del progreso y las perspectivas de futuro.

Lo anterior fue escrito por Miguel Delibes, a quien despedimos el sábado. Lo pone en boca del protagonista de Viejas historias de Castilla la Vieja (1964). Quien haya leído algo suyo, se dará cuenta del vasto conocimiento que tenía de los pueblos mesetarios y de su lenguaje y costumbres. Fue uno de los escritores que mejor describió la miseria en que vivían los pueblos castellanos y la dio a conocer al público, entre otros medios, aprovechando su puesto de director de El Norte de Castilla, lo que le costó el cargo en los años sesenta, ya que el régimen no toleraba que se sacaran a la luz esta miseria y abandono, aunque los hechos dijeran lo contrario: en esa época, la gente de los pueblos emigró en masa a las ciudades en un intento desesperado de dejar de pasar hambre.

En estas páginas andamos buscando expresiones y vocablos populares, y sólo hay que abrir al azar cualquier libro de Delibes para encontrarnos con palabras y dichos que -entonces nos damos cuenta- nos han sido familiares desde que nacimos.

Con esto sólo quiero dar las gracias a D. Miguel por dedicar su vida a dar voz a los desheredados del campo. Y por hacernos pasar tan buenos ratos leyendo en su impecable castellano tantas historias de pueblo.

https://s.wikipedia.org/wiki/Miguel_Delibes

Yo a Don Miguel Delibes lo conocí al final de la década de los 60, a través de su novela: “la sombra del ciprés es alargada” cuando en el colegio nos mandaron hacer un trabajo sobre una de sus novelas. A partir de ahí, la ciudad de Ávila, que es donde ocurre gran parte de esta novela, siempre la he asociado con este autor y esta novela.
Años mas tarde también mis hijas tuvieron que hacer un trabajo sobre este autor, ellas lo hicieron sobre “el tesoro”.
Gracias Delibes por retratar en tu obra escenas ocurridas en pueblos que nos recuerdan al nuestro
D.E.P

Por aquellos años, los de pueblo éramos despreciados por los de la capital, y no podíamos evitarlo: llevábamos el pueblo escrito en la cara. Ser de pueblo y ser paleto, para lo urbanitas, eran sinónimos.

Tuvieron que pasar un par de generaciones para que los emigrantes obligados, acostumbrados en sus pueblos al trabajo duro, salieran de la miseria en su exilio urbano e hicieran todo lo posible para que sus hijos tuvieran estudios. Los que se quedaron en los pueblos también hicieron lo propio: no querían para sus hijos las penalidades que ellos tuvieron que pasar. Y no fue hasta entonces, cuando esta nueva generación demostró que proceder de pueblo y ser paleto no tienen nada que ver, cuando los de ciudad empezaron a respetar y tener en cuenta a los de pueblo.

Ahora las apreciaciones han cambiado, sobre todo porque las poblaciones se han mezclado y es difícil encontrar en las ciudades un vecino que tenga su sangre capitalina pura, sin mezclas pueblerinas.

Miguel Delibes era de ciudad y fue, en aquellos años, uno de los pocos que dio carta de existencia a la población rural.