Saelices del Payuelo - Leon

Por un motivo, por una situación o por circunstancias de la vida siempre ha habido personas que guardamos gratos recuerdos.
Tengo muy presente que había cuatro hombres en el pueblo, que aparentaban ser de la misma horneada en cuanto a la edad, y se les conocía por estos nombres: Pedrón, Pedrín, Pedro Juanina y, Pedro Nistal, de este poco recuerdo, podría ser mayor.

Pongo a prueba mi memoria e intentare desgranar algunos recuerdos que viví muy de cerca sobre el tió Pedrón, de seguro que algunos foreros también le recordaran y se sentirán identificados en alguna secuencia del relato.
Con todo el respeto que merece. Era un hombre de personalidad un tanto peculiar, sus rasgos físicos infundían respeto, pero nada mas lejos de la realidad era una persona de grandes valores humanos.

Él explicaba que había emigrado a Argentina con veinticuatro años, no se exactamente, pero pudo ser por los años veinte, donde permaneció once años. Recuerdo verle en una foto de cuando regreso de Argentina, un joven elegante de traje claro y pañuelo al cuello blanco como suplemento de corbata. Pero este no era el que yo conocí con pantalón y chaqueta de pana, boina de color pardusco que se colocaba hacía la frente dejando ver sus cejas pobladas y enriscas. ¡Auténtico!

De la estancia en dicho país, contaba con gran entusiasmo sus vivencias y aventuras que parecían secuencias de ciencia ficción (vaya, que nadie tragaba) como los catorce pares de mulas que tenía su patrón para arar la tierra, y tractores que llevaban cuatro arados.

Los chavales se mofaban-¡Ya serian menos! Y él, levantado los brazos y apretando los dientes se alteraba defendiendo su verdad ¡Ay ignorantes! que sabréis vosotros si no habéis visto el mundo por un agujero!

Lo que nunca llegué a saber si en realidad hizo las Américas.

Contaba que el conjurar las nubes fue por mediación de un cura de Grajalejo Don Federico, este cura tenia buenas relaciones con Villamoratiel pueblo del tío Pedrón, eran grandes amigos, le regaló un crucifijo y le dio algunas lecciones al respecto.

Tenía verdadera fe en aquel crucifijo, pues decía que tenía poderes para ahuyentar las nubes. En él confiaba y así lo demostraba, cuando localizaba alguna tormenta y que dependiendo de donde se encontrara en breve se presentaba en casa. Los niños que estábamos al tanto, allá que nos metíamos dentro del pasillo para colaborar en el acto sujetando la vela que encendía la tía Máxima y rezando a Santa Bárbara.
Se quitaba la boina, y con el cristo en alto, se subía al muladar donde permanecía dirigiéndose a la nube repetía con toda su energía estas frases:
Marcha maldita nube, ten piedad de los niños inocentes que no tienen culpa ninguna. Anda, no toques una espiga en el campo de Sahelices, ni en todo el Ayuntamiento de Valdepolo. Marcha, descarga tu ira por los montes de Riocamba.
Si a pesar de su esfuerzo no lograba alejarla, se resignaba diciendo: No pude con ella.

El tío Pedrón frecuentaba poco la iglesia, pero sentía gran devoción al Santo Cristo de Grajalejo, y también a la virgen de la Velilla.

Éste señor también tenía sus teorías sobre los cambios en la meteorología. Observaba las puestas de sol: si este se metía con albarda, si se metía de color de vaca desollada, si el cielo estaba de color de panza de burra, si había manzanetas, si había ramo, si la luna tenía corral…


Una anécdota:

En un momento de furia entre uno de sus hijos, dejó caer esta frase: ¡Me cago en la madre que te parió! La tía Máxima que le oyó, le dijo: ¡Hombre Pedro no digas eso que soy yo su madre!

¡Anda la 'leshe'!, Sopas.
Nos cuentas una 'estoria' pendiente de contar muy bien contada.
También el Menda la ha escuchado más de una vez.

Alguna faena habría hecho José y, por temor a la reprimenda, subió al tejado de casa, tiró las escaleras p'al corral y durmió 2 ó 3 noches en el tejado.

- "Baja del tejau, José, 'mecagüen' tu madre".
Y añadió la Sra. Máxima:
- "¡P'er'hombre!, Pedro; no digas eso; que su madre soy yo".

Y a continuación, ocurrió el rescate.

Sopitas, como le tenias alli cerca casi vecino, tuviste que ver varias escenas.
Yo recuerdo de verle una vez conjurando una nube. Veniamos de la era'bajo, la tormenta nos echo pa casa y al pasar por delante casa de el, tenia una puerta abierta y alla en medio el corral estaba el arrodillado echando sus jaculatorias e invocando a Santa Barbara. Centelleaban rayos y llovia a chaparron y la tia Maxima le decia; Amos, Pedro, entra pa dentro dejalo ya. Pero, como el seguia alli echando jaculatorias, le trajeron una pelliza para que no cogiese una pulmonia.
El tenia fincas alla en Villamoratiel de su herencia, y a primeros de agosto se les veia ir cargasdos de trillo y horcones, ir camino Villamarco a hacer la cosecha alli un par de semanas o algo asi.

https://ww.foro-ciudad.com/galerias/1000057639/102410-el-tio-pedron.html

y mientras hacían la cosecha ¿en que hotel se hospedaban?

salut

¡Qué completito el relato Sopasdeajo¡ Se agradece, porque eran personajes geniales y tú los sabes captar muy bien(además, va flix y te coloca la guinda).yo tenía estos hechos a medio hilvanar y me ha encantado leerlo y atar cabos.Feliz descanso a todos.

¡Cómo eres flix¡:HOTEL, HOSPEDAJE... pues..., digo yo..., que lo más probable es que fuera debajo de una gavilla y a la luz de la luna (o quizás del cigarro)-preciosa canción por cierto,y que yo aprovecho cualquier acontecimiento para cantarla y así dejo sentada mi tierra-. Que alguien nos desvele si el Señor Pedrón usaba librito y petaca, o no.Feliz descanso

Pedron no fumaba.

¿Tú todavía aquí? o ya has llegado a San Diego.

Si, todavia aqui. Acabo de salir de la habitacion del hotel y mientras espero el ride que me llevara al Statendam echo un vistazo al foro. Embarco dentro un par de horas, a la una, para zarpar a las cinco. Al salir vere desde lejos la ciudad donde estaba tu hija.
A S. Diego llegaremos el 23 a traves del canal, eso, si el cachalote este no se convierte en otro "Costa Dorada". je je je.

Fumar o no fumar: he ahí la cuestión. Me he encontrado con esta frase de Quevedo, de la época que "inventaron" el tabaco, más o menos:

Los fumadores de tabaco comienzan, desde aquí abajo, su noviciado para el infierno, donde se necesita estar muy acostumbrado al humo.

Que el humo no ciegue vuestros ojos.