Sabero - Leon

La ornamentación de las calles para la fiesta era una de las actividades que Tomasín y sus amigos vivían cada año con emoción. Era el anticipo de unos días en los que el alborozo de los jóvenes llenaba de alegría anticipada las plazas y calles del pueblo.

Reunidos en la huerta de Toso habían pegado miles de banderines, todos de papel calcante de distintas formas y colorines, a las cuerdas de bramante que más tarde, amarradas en soportes de tejados, farolas, o cualquier árbol cercano a la cuneta, formaban una serpiente multicolor que ondeaba orgullosa de poder cumplir la misión de dar la bienvenida a los cientos de foráneos en busca de jolgorio que se le suponía encomendada.

El pregón de fiestas lo daba un señor importante que gesticulaba y recibía aplausos sin que Tomasín y sus amigos supieran porqué.
-No se entiende nada. Decía Ramirín
-Pues anda que no lleva rato. Refunfuñaba Guillermo.

Sonó un último aplauso al retirarse del balcón la tropa que lo atestaba a la caza de la fotoflash de Zapico y los niños interpretaron que aquella efusión se debía al fin del tostón. Quizás si no se hubieran introducido en el Ayuntamiento nadie hubiera adivinado que el pregón había finalizado, pero el personal, que ante la retirada adivinó la conclusión de la arenga, comenzó a desparramarse por las calles del pueblo mientras los cabezudos mostraban orgullosos sus caras reales y los figurantes de las pobres carrozas comentaban su acertada actuación y merecimiento del premio gordo.

Después de una rápida vuelta por la Plaza de los Árboles, agotando los pocos reales que habían reunido en pos del caramelo gigante que colgaba en aquella tómbola con cinta exageradamente ancha y escopetas de mira trucada, los muchachos emprendieron su marcha.

El día de la Patrona era muy especial. En la misa, por ser día tan especial, se interpretaba el himno nacional por la orquesta de turno. La que más tarde amenizaría bailes y verbenas.

Aquel año eran varios sacerdotes los oficiantes y el evento duraría más de lo que ellos quisieran. Pero era de obligado cumplimiento ante la insistencia de sus madres y el miedo a un posible castigo que les privara de cualquier acto durante los días festivos.

El grupo de niños se apostaba en los primeros bancos de la iglesia de los que serían desalojados ipso-facto por D.Deo para dar asiento a las autoridades competentes y así acabar ellos refugiados en algún rincón del coro.

No era Emerilda una mujer, a pesar de su todavía juventud bien llevada, una mujer que acudiera a bailes y romerías. El recuerdo de su marido se mantenía firme en su mente y su cabeza no estaba para juergas. Vistió a Tomasín con sus mejores ropas y le dió los últimos consejos.

El baile de Villarinos reunía a gran catidad de gente que danzaba y se divertía hasta bien entrada la noche. Los mozos buscaban su par recibiendo calabazas por doquier de aquellas mozas que lucían su palmito con un glamour montañés pelín berlanguiano y la orquesta machacaba una y otra vez temas bailables en un ejemplo de complicidad con el personal del prado.

Pero Tomasín y sus amigos tenían otro objetivo: Esta noche iban a "gilar parejas"

Así, subidos a la nogalona, al comienzo de la cuestona, esperaban la llegada de alguna parejita para ser testigos de sus arrumacos y... vete tu a saber...

Hacía rato que había oscurecido y los primeros "pardales" no tardarían en caer.

-Ahí están. Susurro Tomasín.
-Ahora calladitos. Insistió Ramiro

La luz de una luna no muy brillante hacía dificil adivinar la identidad de unos enamorados que entre risas y risitas acababan de acomodarse debajo del árbol.

Pero su actitud no dejaba lugar a dudas.
Acostados sobre la yerba se proporcionaban caricias y masajes aliñados con suspiros profundos y gemidos que a los niños les daba la risa.

Fué entonces cuando la moza, que soportaba sobre su cuerpo el del supuesto amante, mirando hacia el cielo observó la figura de Ramirín enguilado en el árbol.

-¡Un niñooooo!! ¡¡Un niñooooo!! Gritaba asustada.
-¡Que sea lo que Dios quiera!. Contestaba él.

Fué el empellón de la moza lo que hizo que el galán se diese cuenta de lo que acurría y mientras los niños corrían cuesta arriba la pareja lo hacía como alma que les lleva el diablo, abrochándo sus ropajes, en dirección contraria.

Nunca se supo si nueve meses después el censo subió un peldaño, aunque se dice que en un pueblo cercano nació un niño con cara de susto. Pero ese ya es otro cantar.

Seguro que nacio mas de uno con cara de susto (es broma).
El prado Villarinos,¿era uno que donde la iglesia habia un camino a la derecha? estoy hablando de hace cuarenta y cinco años o mas a mi no me gustava nada ir alli ....pero era lo habia.Lo mio era la plaza con las tombolas,las "barcas" era una noria de madera pequeña y un largo etc.
Cuando voy a Sabero veo una plaza fria,vacia y sin encamto ¡con lo bien que me lo pase !
Un saludo

Era el lugar donde se ubican en la actualidad las piscinas.
El baile de tarde se celebraba allí. La verbena tenía lugar en esa plaza abrazada de tómbolas y caballitos que todos recordamos. ¿Y el puesto de los churros?. ¿Recordais aquella churrera que escupía en el aceite para ver si estaba caliente?.
Jesús. Jesús...

Me suponia que era por alli ,no se donde estan las piscinas.Desde el año sesenta ocho que se caso mi hemano de la iglesia para abajo no se lo que hay,por las fotos que suben al foro veo que es un barrio nuevo.Recuerdo muy bien al famoso churrero,yo tenia unos tios en Sabero y me llebavan la vispera para su casa nos daban dos pesetas y a por churros.Mis primos eran mas pequeños y no alcanzaban a verlo !ellos se comian los churros¡ yo tarde años en comerlos era ver los churros y acordarme del churrero y familia Bueno se acercan las fiestas a disfrutarlas....si fuesen las de las de los años del 63 al 70 ahi estaba ya .
SR. Cabo un placer y un saludo.

Hola señor Cabo ,como usted nos recuerda en sus historias lo bien que describe el pueblo, recuerda usted las tardes en que subia el señor Quevedo y saliamos a por los helados?
SR.Cabo un saludo y buenas fiestas

Helados por estas fechas y obleas en meses más frescos. Quevedo merece capítulo aparte. Y nosotros con la "perrona" preparada desde horas antes.
Un saludo. Es día ocho y yo, dentro de unas horas,cierro la garita y parto para Sabero.

Que buena historia, me encanta. Supongo que la cuestona estaba saliendo de lo que fue el campo de futbol, yo no me acuerdo de la fiesta en ese lugar, pero me acuerdo con mucho cariño de las fiestinas en la plaza de los arboles.Ya me queda poco, si todo va bien el dia doce pal pueblín.Un saludo a todos y felices fiestas.