Sabero - Leon

Esto es lo que nos ha traído el nuevo año.

Hasta hace unos días la vida transcurría con la mayor normalidad. La gente currante (y la que no también) agotábamos nuestras horas de ocio frecuentando locales de alterne vinatero entre humos y broncas como si fuera un hobby de lo más natural. Quién se hartaba de estos cargados lugares se asomaba a la puerta con el único afán de tomar el aire. Allí se saludaba a los paseantes, se cambiaba el tema de conversación llevado hasta ese momento y se volvía a olisquear ese sabor genuinamente tabernícola de humos peninsulares, canarios, de importación, de con y sin filtro,de negro y rubio,de cortos y largos, de puros y cigarrillos.

Héte aquí que ahora te sitúas en esos mismos locales, de ambiente puro, de olor a ambipur de todo a cien y descansas enamorado de esta atmosfera
inmaculada libre de humos y nicotínas con tropiezos de toses que tanto daño nos hacían y piensas que todo está mejor. Los fumadores se han dado cuenta de que los lugares cerrados no eran aptos para practicar el fumatismo, que los pasivos fumaban sin aportar un solo duro a la cajetilla abonada por ellos a buen precio y que su existencia peligraba.

Y, así, entre todas estas elucubraciones, dejo mi vaso de "Cristencio" sobre la barra, coloco mi máscara y salgo a la calle.

¡Que asco de calle!. Señor, señor, aquí no hay quién respire.

Y los pájaros, desde hace unas fechas, mueren y mueren sin saber la causa.

Pues sí sr.Cabo,en los bares ya no huele a humo.Ahora entras y huele a fritangas u otras viandas que se preparan en la cocina a veces también viene un ligero tufillo a meao que sale timidamente por la puerta del W.C.gracias a que alguno no "apunta" bien o que no tira de la chen(que dirian los franceses).Pero a humo no huele.No deje muy lejos la mascarilla porque seguramente cuando empiece el calor y comiencen los sudores de sobaco,de entrepierna y de pies la va a necesitar,haber quien aguanta al/la que aparece en pantalón corto y camiseta de tirantes o niky chorreando. Pero a humo no huele. O el/la que se echa un frasco de colonia por encima sin ducharse creyendo que así se le va el tufo,puede ser axfisiante.Pero a humo no huele.He podido comprobar esta fin de semana que gracias a la ley pueden entrar niños a mansalva en bares y cafeterias,doy fe que en una cafeteria donde me encontraba habia un ejercito de niños con sus padres.Eso sí,con todos los artilugios que les habian dejado los reyes,aquello parecia un chiqui-park,volaban balones por encima de las cabezas,uno en un monopatín hacia toda clase de equilibrios por entre las mesas tratando de mantenerse.No segó alguna pierna de milagro. A un grupo próximo a nosotros,se le sumó una sra.con un bebé y comenzaron a hablar de que lo tenia con décimas que tenia gastroenteritis,lo de las décimas no,pero lo otro empezamos a notarlo todo el mundo al poco de llegar,madre mia que peste y la sra. sin prisa.Pero no olia a humo ¡Que bien y que sano será ir ahora a los bares! ¡Y con los niños!
Pase un buen dia sr.Cabo

Je,je,je.... Que bueno pulgoso... tienes mucha razón y eso que yo no fumo. Segun lo pintas casi que prefiero el tufo del tabaco...jejeje

El humo ha desaparecido de los bares. Lo que significa que ya no huelen a tabaco. ¿Pero ha sido sustituida esta peste por otras, menos perjudiciales para la salud pero más ofensivas para el olfato?

Esto es lo que me preguntaba este fin de semana después de oír quejarse a algunas de mis amistades. Ellos describían cómo el fin del tabaquismo en los locales había dado paso a una marea de intensos olores a humedad, a váter, a cocina, a desinfectante o, digámoslo finamente, a humanidad. Según su testimonio, todo lo que antes tapaban los cigarrillos está saliendo a la luz en 2011, para merma del placer gustativo proporcionado por el vino, la cerveza o el gin-tonic.

Para contrastar la información, y como reportero intrépido que soy, he aguzado el olfato en todos los establecimientos que he visitado estos días, todos ellos diurnos porque dada mi avanzada edad ya no voy a los nocturnos. La verdad es que no he notado más cambio que la maravillosa liberación del humazo ajeno que la nueva ley ha traído consigo, y he disfrutado con el aroma de mi café, del pincho de tortilla o de la ración de chipirones sin chimeneas humanas cerca.

Sin embargo, un buen periodista nunca debe basarse sólo en sus impresiones personales. Es mucho más profesional hacer el clásico sondeo 100% acientífico entre amigos, conocidos y conocidos de conocidos, para así poder acercarse un poco a la verdad sobre el asunto (o que al menos lo parezca).

Los resultados de mi encuesta fueron diversos. Un grupo de amigas lokotronas de la fotógrafa habitual de El Comidista, asiduas a toda clase de bares en Barcelona, respondieron con entusiasmo que sí. “Hemos cambiado el olor a tabaco por el olor a sudor”, afirmaba una. “Ahora los bares tendrán que invertir en sistemas de ventilación y en ambientadores”, decía otra. Sin embargo, preguntadas por si habían detectado un mayor tufo a humedad o a fiesta del día anterior en los garitos, respondieron que no: “Más bien huele a lejía”.

Buscando fuentes más pro, hablé con la disc-jockey de un club de Bilbao y con un barman de Madrid. La primera me dijo lo siguiente: “No sé si huele mejor o peor, pero sí diferente. Huele a personas, a humanidad, a piel... con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva”. El segundo negó los malos olores generalizados: “Eso será en los bares que están guarros”.

Al no obtener ninguna conclusión definitiva con mis indagaciones, no me ha quedado otra solución que recurrir al último recurso del periodista en apuros que no sabe cómo justificar un tema: Internet. Y no me ha fallado. La prueba absoluta de que algo sucede o existe, que es tener páginas dedicadas en Facebook, se cumple para el asunto de los olores: 201 personas siguen, por ejemplo, 'Con la nueva ley los bares huelen más a sudor', y 143, 'Bares que antes olían a cigarro y ahora huelen a pedo y a sobaco'.

También he descubierto con alborozo que algunos avispados medios online ya habían tratado el tema. La pieza de Vigoalminuto empieza con una frase gloriosa -”la ley antitabaco ha descubierto a qué olemos”, y cita después a varios dueños de pubs que se quejan del tufo a sudor y a humedad. Algunos luchan contra el fenómeno con ambientadores, mientras que otros optan por la acción directa colgando en sus establecimientos carteles tan fantásticos como éste.


Como fumador sólo ocasional y odiador furibundo del humo en los restaurantes, no seré yo quien pida la vuelta del tabaco como freno a esta oleada. En mi humilde opinión, y dejando a un lado cuestiones sanitarias, no llegar a casa oliendo a cenicero viviente compensa cualquier otro hedor. Más sensato parece pedir a los hosteleros un poco más de cuidado con las humedades, los desagües, las ventilaciones y los productos de limpieza. Y desde luego reclamar a la clientela unos mínimos de higiene, que el jabón sí que no produce cáncer.

Y por favor,me vigilen lo de los ambientadores porque algunos por fuerza tienen que ser toxicos por lo fuertisimos que son,pueden llegar a marear.Si a una persona mayor le dan dolor de cabeza ¿a una criatura? Lo mejor la limpieza. Sin ninguna duda