Que pais queremos ser España, como país mediterráneo, es un país propenso a la demagogia, la gente confía en que las mentiras que nos cuentan, que confirman nuestros deseos, sean ciertas. Sabemos que nos mienten, pero queremos creer que no, por si acaso… Y una de esas mentiras es que podemos construir un país con los mismos mimbres que Grecia, y luego encontrarnos con que el resultado se parezca a Alemania. ¡Pues no! Si copiamos a los griegos, nuestro país terminará como Grecia y si copiamos a los alemanes, nuestro país se acabará pareciendo a Alemania. Y aunque es de sentido común, nos joroba, porque destruye nuestra esperanza de que nos toque la lotería comprando un boleto de 1€. La lotería no toca. En eso consiste el negocio brutal de la lotería, que toca a muy, muy pocos y apuestan muchos, que simplemente pierden el dinero. Para que no nos atrape la demagogia hay que empezar por el final y luego no hacernos trampas a medida que analizamos las causas. ¿Qué país queremos, Alemania o Grecia? (Pongo estos dos por simplificar). ¿Grecia? Un país completamente arruinado, sostenido artificialmente en lo que encuentran la forma de desembarazarse de él, con el menor daño posible. ¿Alemania? Un país próspero, con la mayor tasa de empleo de su historia. Alguno dirá que yo ya he tomado partido con esta forma de plantearlo. Pues sí. Pero es que soy de los que me gustaría tener un país en que se pueda vivir dentro de 5 años, y no un conjunto de ruinas (y no me refiero a las que de forma sublime Grecia generó hace 2.500 años) que es cómo va a terminar su país en muy poco tiempo. El otro día desayunamos con la noticia de que el Gobierno heleno saca al mercado más de 71.000 propiedades públicas, que suman unos 3.400 millones de metros cuadrados, es decir, el 3% de su territorio. Que además se lo ofrece a su gran enemigo tradicional, Turquía. Para hacernos una idea, es como si vendiéramos todas las islas Canarias y las Baleares y en el lote metiéramos a la provincia de Pontevedra, o vendiéramos el País Vasco y Cantabria. En Grecia se están produciendo recortes de sueldos del 50%, pero aún así no dan desmontado esa estructura artificial donde todo el mundo creía que podía trincar, pensando que el dinero llovía y que los “capullos” de los mercados les iban a dar dinero indefinidamente, porque hacían un yogurt muy rico. ¿Cómo lo quieren solucionar los griegos? Con gasolina y quemando coches. Los griegos se creyeron, azuzados por políticos demagogos y “futuricidas” que podían ser todos funcionarios, tener una o varias pagas, estar cobrando el paro o trabajar al mismo ritmo que la Venus de Milo, para empresas que vivían de las subvenciones de Europa o para un estado que empleaba todo su dinero en comprar votos de gente que creía haber descubierto, por fin, el reino de Jauja ¿Sabemos lo que pasa cada vez que se quema un coche por televisión? Que hay que vender otra provincia más para pagar, porque nadie quiere dejar dinero a gente que quema coches en vez de trabajar. Y lo que no quieren aceptar es que después de quemar todos los coches de Atenas, después de incendiar el parlamento y quemar todos los bancos, en algún momento, tendrán que empezar a trabajar para comprar alimentos, si no se quieren morir de hambre. En Italia el IVA está en el 25% y el gobierno no lo han elegido los italianos. Se lo han elegido. ¿De verdad merece la pena seguir cerrando los ojos? Nosotros estamos al borde de convertirnos en otra Grecia, de sucumbir a la tentación de creernos con derecho a que el resto del mundo nos dé dinero indefinidamente. El problema de todo este rollo, es que hay puntos sin retorno, que una vez traspasados, la vuelta es muy penosa, muchísimo más cara que si lo hubiéramos hecho en su momento. Es como si un joven en vez de estudiar en la edad en la que hay que estudiar, se tumba a la bartola y a los treinta y tantos se da cuenta de que le va a resultar imposible encontrar trabajo. Si decide estudiar entonces, el esfuerzo que tendrá que hacer es diez veces superior, por la falta de hábito y porque se ve lejos del que fue su tren. Las reformas de este gobierno me parecen absurdas en muchos sentidos, dan la impresión de querer parecer un país que por fin entiende que el despilfarro no se sostiene, pero carecen de rumbo, no construyen una idea de país, y por eso son tan fáciles de criticar, y encuentran tanta resistencia. Es como si en una empresa (es lo que suele ocurrir) se empezaran a hacer recortes, pero nadie supiera para qué servían, salvo para ahorrar dinero. Que no digo que no sea necesario, ¡pero es insuficiente! Y eso mismo pasa en buena parte del tejido empresarial, por increíble que parezca, siguen preguntando cuánto va a durar la crisis. Lo menos importante de lo que nos está pasando es la crisis, lo verdaderamente transcendente es el cambio estructural que está transformando el mundo a una velocidad de vértigo. Y ahí, o nos situamos en el vagón de Alemania (cada día más lejos) o nos arrojamos al precipicio de Grecia, que se convertirá en un país con una economía del tercer mundo, con todas las consecuencias que eso supone. Y cada una de nuestras empresas, ¿la estamos gestionando como si fuera una empresa alemana dispuesta a competir en el mundo entero? Entonces podemos estar medio tranquilos, o ¿seguimos esperando los pelotazos y creyendo que el secreto de hacer negocios es comprar lo más barato posible y vender lo más caro que podamos, como si los clientes no se enteraran? Llamadme ingenuo, pero sigo creyendo, que al final, reaccionaremos. |