07-10-09 01:38 | #3456785 |
Por:No Registrado | |
UNA NUEVA SOCIEDAD Estamos creando una nueva sociedad. No una sociedad cambiada. No una versión ampliada de nuestra sociedad presente. Sino una nueva sociedad. Esta simple premisa no ha empezado aún a matizar nuestra conciencia. Sin embargo, a menos que la comprendamos nos destruiremos a nosotros mismos al tratar de enfrentarnos con el mañana. Una revolución destruye instituciones y relaciones de poder. Esto es precisamente lo que ocurre hoy en todas las naciones de alta tecnología. Los estudiantes, en Berlín y Nueva York, en Turín y Tokio, secuestran a sus decanos y rectores, paralizan las grandes maquinarias docentes e incluso amenazan con derribar a los Gobiernos. La Policía se mantiene al margen de los ghettos de Nueva York, Washington y Chicago, mientras se vulneran descaradamente las antiguas leyes de la propiedad. Las normas sexuales saltan en pedazos. Grandes ciudades se ven paralizadas por las huelgas, la falta de autoridad y las algaradas. Las alianzas internacionales vacilan. Los líderes financieros y políticos tiemblan en secreto, no por miedo a los revolucionarios comunistas (o capitalistas), sino al ver que todo el sistema se les está escapando de las manos. Éstos son síntomas indiscutibles de una estructura social enferma, de una sociedad que no puede realizar siquiera sus funciones básicas del modo acostumbrado. Es una sociedad atrapada en la angustia del cambio revolucionario. En los años veinte y treinta, los comunistas solían hablar de «la crisis general del capitalismo». Ahora se ve claramente que se quedaban cortos. No es el capitalismo el que está en crisis, sino la propia sociedad industrial, con independencia de su forma política. Experimentamos simultáneamente una revolución de la juventud, una revolución sexual, una revolución racial, una revolución colonial, una revolución económica, y la más rápida y profunda revolución tecnológica de la Historia. Vivimos la crisis general del industrialismo. En una palabra: estamos en medio de la revolución superindustríal. Si el fracaso en captar este hecho entraña la imposibilidad de comprender el presente, ello hace que ciertos hombres, por lo demás inteligentes, se comporten estúpidamente al hablar del futuro. Les anima a pensar siguiendo caminos trillados. Al observar la burocracia actual, conjeturan ingenuamente que habrá más burocracia el día de mañana. Estas proyecciones lineales caracterizan la mayor parte de lo que se dice y se escribe sobre el futuro. Y hace que precisamente nos preocupemos por lo que no deberíamos hacerlo. Para enfrentarse con una revolución se necesita imaginación. Pues la revolución no discurre en línea recta. Salta, gira y retrocede. Se presenta en forma de saltos bruscos y de reversiones dialécticas. Sólo admitiendo la premisa de que marchamos hacia una fase completamente nueva de desarrollo eco-tecnológico —fase superindustrial—, podemos comprender nuestra era. Sólo aceptando la premisa revolucionaria podemos liberar nuestra imaginación y ponerla en condiciones de enfrentarse con el futuro. La revolución implica novedad. Vierte un alud de innovación sobre las vidas de innumerables individuos, enfrentándoles con instituciones extrañas y con situaciones de primera mano. Influyendo profundamente en nuestras vidas personales, los cambios que nos esperan transformarán las estructuras familiares tradicionales y las actitudes sexuales. Harán añicos las relaciones convencionales entre viejos y jóvenes. Derribarán nuestra escala de valores en lo tocante al dinero y el éxito. Alterarán el trabajo, el juego y la educación más allá de lo concebible. Y harán todo esto en un contexto de adelanto científico espectacular, bello y, sin embargo, terrorífico. Si la transitoriedad es la primera clave para comprender la nueva sociedad, la novedad es la segunda. El futuro se desplegará como una infinita sucesión de incidentes extraños, de descubrimientos sensacionales, de conflictos inverosímiles y de dilemas completamente nuevos. Esto significa que muchos miembros de la sociedad superindustrial no se sentirán jamás en ella «como en su casa». A semejanza del viajero que va a residir a un país lejano y se encuentra, una vez establecido, con que tiene que mudarse de nuevo, y así sucesivamente, llegaremos nosotros a sentirnos como «extraños en tierra extranjera». La revolución superindustrial puede hacer desaparacer el hambre, las epidemias, la ignorancia y la brutalidad. Además, y a pesar de las profecías pesimistas de los pensadores rectilíneos, el superindustrialismo no constreñirá al hombre, no le aplastará en una fría y penosa uniformidad; antes al contrario, irradiará nuevas oportunidades para el desarrollo, la aventura y el bienestar personales. Estará teñido de vivos colores y sorprendentemente abierto a la individualidad. El problema no estriba en si el hombre podrá sobrevivir a la reglamentación y a la standardización, sino, si podrá sobrevivir a la libertad. En todo caso, el hombre no ha vivido nunca, realmente, en un medio atestado de novedades. El ritmo acelerado de la vida es una cosa, cuando las situaciones son más o menos conocidas; pero cuando las situaciones son desconocidas, extrañas y sin precedentes, la cosa cambia completamente. Al dar rienda suelta a la novedad, lanzamos al hombre contra lo no rutinario, contra lo imprevisto. Y al hacerlo así elevamos los problemas de adaptación a un nuevo y peligroso nivel. Pues la transitoriedad y la novedad forman una mezcla explosiva. Si todo esto nos parece dudoso, observemos algunas de las novedades que nos esperan. Combinando la inteligencia racional con todo lo que pueda darnos la imaginación, demos un vigoroso salto hacia el futuro. Y al hacerlo así no temamos ningún error ocasional, pues la imaginación sólo puede ser libre cuando se deja a un lado, temporalmente, el miedo a equivocarse. Más aún: al pensar sobre el futuro, es mejor errar por exceso de precaución. Uno lo comprende así, desde el momento en que empieza a escuchar a los hombres que, ya en la actualidad, están creando aquel futuro. Oigamos su explicación de algunas de las novedades próximas a salir de sus fábricas y laboratorios. M.B.L.M. | |
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07-10-09 10:36 | #3458175 -> 3456785 |
Por:No Registrado | |
RE: UNA NUEVA SOCIEDAD Se debe poner su autor no quien lo copia. Pero bueno, gracias por tan apocalíptica aportación. | |
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