Riego de la Vega - Leon

He de reconocer que observo al personaje la sensación la tienen muchos colegas plumillas. Presumían de conocerla bien y de tirar de ella cuando la actualidad estaba durmiendo la siesta. En realidad, no sabían que ella provocaba la somnolencia para que la buscasen. Sin embargo, esta situación tenía que llegar tras los vaivenes de su salida de la Comunidad de Madrid. Esperanza Aguirre ha pasado de ser la no va más en comunicación política -perdón propaganda-, a buscar desesperadamente quien le escriba. Incluso que le dejen escribir sobre sí misma.

De ocupar primeras páginas o aperturas de informativos con sus vestidos de chulapa, sus inauguraciones espectaculares, sus simpatía forzada o su esperpéntica aparición con zapatos de tacón y calcetines después de varias horas de avión desde India, a tener que montarse en bicicleta y casi decir aquello de “¡eh! ¡eh! que soy yo, la ‘Espe’. Chico periodista, ¡eh!”.

Ha perdido el glamour público de quien se cree por encima del bien y del mal. Ha abandonado a la fuerza ese rol poderoso, azote también del jefe de su partido. Ha dejado por el camino la gracia con la que conquistaba a los madrileños con su vestido de Zara -aseguraba ella- comprado en alguna tienda de la milla de oro de la capital. Es verdad que algunas influencias aún las conserva. Lo dicen quienes creen que detrás de su inmunidad judicial tras la fuga y persecución policial hay algo de eso.

El apelativo de ‘lideresa’ ahora es solo un alias, como el de cualquier delincuente en una de esas crónicas ‘anarrosianas’ de sucesos o el del futbolista de medio pelo que se inventa el periodista de turno con el sueño de que cuaje y ponerse una medalla de hojalata. No queda lejos el tiempo en que solo pronunciar la palabra ‘lideresa’ acojonaba, sobre todo a los suyos. Momentos en que era un título cuasi nobiliario, con mayor fuerza que el que posee de verdad.

En más de una ocasión he escuchado que era la musa de este o aquel gurú del periodismo. Y es verdad, de todo lo que fue a simple portavoz del partido de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid.

Que sí, que es la capital. Pero ya ni tiene la última palabra en los plenos. Lo reconozco, me da cierta lástima ver como suplica un titular a base de ponerse un casco rosa ¡Osti, que es portavoz en una institución en la que tuvo el bastón de mando Ana Botella!

Aguirre fue mucho, tal vez todo, en la política y ahora… Solo queda la esperanza de que un batacazo de Rajoy le devuelva protagonismo, porque en esas situaciones ahí se crece y vuelve a ponerse su traje de lideresa.

Crónicas Lerenses