Riego de la Vega - Leon

Hay muchas frases que a lo largo de la vida se quedan memorizadas en la biblioteca de nuestro cerebro. Hay veces que cuando las recuerdas no llegas a entender del todo porque ideas tan simples sin embargo no han pasado al olvido.

Una de esas frases que ahora recuerdo es la que hace muchos años oí o leí y que mas o menos decía : “si detestas a muchas personas que conoces y el concepto pueblo está formado por muchas mas personas potencialmente detestables, ¿por qué consideras que “el pueblo” siempre tiene razón?”.

Este recuerdo interesado ante el panorama político español que las encuestas vaticinan,
nos llevaría de inmediato a cuestionar lo que aquí y ahora entendemos como democracia. Porque la conclusión sería que lo que entendemos como democracia es el gobierno de torpes que representan a muchos torpes.
Es decir, al pesimismo absoluto si creyéramos que esto es democracia, el sistema menos imperfecto. Pero, ¡ay!, nos salva que muchos pensamos que no lo es.
Y si lo fuera la conclusión sería que es lo que hay.
En cualquier caso, ¿por qué a nada que tengas un poco de espíritu crítico el devenir humano siempre lleva al pesimismo o el hartazgo?.

En la capital de este triste reino la fuerza mas votada sería la que durante 35 años ha venido manteniendo una financiación ilegal, es decir que durante 35 años ha venido presentándose ilegalmente a todas las elecciones y que si existe todavía algún dirigente no encausado por robo es porque ha prescrito o todavía no le han cazado.
Junto a su marca B, fabricada para este supuesto de latrocinio descubierto, gobernarían de nuevo Madrid con mayoría absoluta. Por no hablar de Andalucía o Valencia.

Resulta casi imposible tener esperanza en la especie humana, sobre todo si esta es española.
"En España no hay leyes ni reglamentos. Hay amigos y hay favores."

El actor José Sacristán ha dicho que “Con todo lo que se sabe, muchos volverán a ser votados y habrá que admitir que somos un país de mierda”. Naturalmente, el país no son solo los políticos, sino el conjunto de ciudadanos. Al continuar Sacristán diciendo que “la impunidad con que la derecha ha operado, el descaro, la grosería, el desprecio, es porque sabían que no tenían contrincante”, no creo que el lúcido actor se refiera únicamente a los políticos de la oposición, sino que abarca a los ciudadanos de las diversas izquierdas y opciones. Nadie se salva de estar incluido en el país de mierda. Los ciudadanos de derecha están en su salsa, y los de izquierda, con sus políticos al frente, están en la falta de método y rigor. Los ciudadanos de uno y otro signo son quienes marcan las pautas que los políticos recogen y aplican, y no al revés. La derecha en armonía y la izquierda en discordia. La derecha se mueve al unísono y entre sus ciudadanos y sus políticos existe una comunión espiritual y de intereses. La izquierda se mueve por impulsos descoordinados y las discrepancias son sus señas de identidad, que es una forma de integrarse en la mierda. Las múltiples y solitarias honradas se pierden en la impotencia. No se trata de alcanzar un pensamiento único, como la derecha, sino de converger en lo esencial. Ni siquiera se ponen de acuerdo en saber qué es la izquierda y quiénes la componen, y en las diatribas caen en descalificaciones y sectarismos. Por eso la izquierda también es mierda, aunque mierda distinta de la derecha. Ninguna izquierda tiene el monopolio de la decencia y la pureza y de creerse superior. La derecha ha arruinado el país moral y políticamente y en tal sentido cobran fuerza las palabras de Sacristán. Nos han arrastrado a todos a la mierda como país, y, hasta ahora, no hemos sabido reaccionar. Ellos son culpables votándoles nuevamente, pero nosotros también por no movilizarnos bastante o por jugar a ser rompehuevos profesionales de la discordia o frívolos que pasan de todo y así se justifican. Buscamos disculpas vanas, burdas y peregrinas, mientras la derecha se reafirma en su impunidad, su descaro, su alma grosera y su desprecio hacia nosotros, que lo soportamos sintiéndonos con placer víctimas maltratadas revueltas en la mierda.