Dimite Alfonso Alonso y no me entero Como últimamente ando muy desinformado, aún no me he enterado de que Alfonso Alonso ha dimitido. Jolín, jopé y jová, ¡qué desinformación! Nuestro ministro de Sanidad, Asuntos Sociales y, sobre todo, Igualdad, pagaba como alcalde de Vitoria 7,6 millones de euros de alquiler por unos locales valorados en 2,7, a cuenta de las arcas públicas. No se trata ya del pasotismo implícito en el no decir nada sobre Alfonso Alonso, de la caverna, mientras articulan una y otra vez el consabido tema de Errejon, -la espantosa falta de autorización escrita, que no verbal, el lugar de trabajo-, sino de qué oculta este hecho. Cómo una operación como la de Alonso –expresión de una forma de hacer que rebasa todos los límites de la decencia y que con una fiscalía independiente ya veríamos de la justicia- queda reducida a la nada informativa mediante el fenómeno mediático de la defensa de la cebra: entre tanta raya en movimiento al predador le resulta difícil fijar la presa. El comentario no hace más que expresar de otra manera, un tanto socarrona la realidad en que nos ha introducido el PP. Hay tantas rayas que ya no sabemos ni fijar el mejor objetivo: La pieza pequeña, la herida, que procede por naturaleza cazar en general, y terminan escapándose todas. Han conseguido que veamos con normalidad dejar de resolver este tipo de fantasmagóricas operaciones millonarias, -miles de millones de las antiguas pesetas lo describen mejor- con multas insignificantes, o como los de Caxia Penedés, evitando la cárcel con devolver el dinero. De que estructura estamos hablando cuando el gasto de 200€ de una tarjeta ajena lleva a dos años de cárcel y estas operaciones “supermuchimollonarias”, ni siquera sin causa para que los actores te sientes en el banquillo. No es esta la prueba de que el expolio económico planteado por el neoliberalismo cuida de que sus gestores estén protegidos ante la ley (tarjetas negras, preferentes, empresa offshore, sociedades interpuestas, etc.) abriendo con ello el espacio a la impunidad de todo tipo de delito de guante blanco (los no robagallinas). Y no es esto una cuestión de legislación que se hace posible al separar intencionadamente economía y política. Despolitizando la economía (haciendo que la economía este desregulada de modo que sea legal o alegal – operaciones económicas amorales y antisociales- casi imposible someter a la justicia a la economía) se crean las condiciones de un terreno de nadie –sin ley- donde es posible este expolio en el que los mismos grupos políticos que legislan se sumergen para beneficio escandaloso de sus miembros y los propios grupos. La integración. En Sevilla un nigeriano se ha encontrado un maletín y fue a devolverlo ufano al comisario cercano menospreciando el botín. ¿Ves como éstos no se integran? - dijo adusto el comisario- Son mendrugos que se alegran y a su miseria se aferran sin afán beneficiario. Igualito igualito que estos PePerros |