Riego de la Vega - Leon

Dentro de unos meses, cuando las Elecciones Generales dispongan los votos de las urnas, podemos vernos en una odisea universitaria jamás presumida y es que con el tiempo, los recordaremos por los hechos y no por sus promesas.

Tras los constantes varapalos dados a la educación, con la subida de tasas, supresión de becas y ayudas, así como la destrucción del sistema Erasmus de indudable éxito el tiempo que duro sin sentir las garras de la política sobre sus bases, ahora vienen a incendiar un ya de por sí caldeado colectivo de educadores y estudiantes universitarios con una vuelta más de tuerca con la que liderar el objetivo final de que solo los más agraciados económicamente sean los que manden en las futuras empresas.

Es decir, que la mano de obra a la que se destina la estrategia del obsesivo ministro Wert con una reducción de años en las carreras universitarias (aunque no sean todas) y el aumento en el tiempo para la obtención de un máster, califique está medida como destinada a la desigualdad de clases sociales incapaces de pagar el abusivo precio de los estudios a sus jóvenes y un suspiro de alivio a los que en muchos casos se servirán de esta concepción universitaria a la hora de colgar los diplomas en las paredes del despacho de dirección de empresas o lo que es lo mismo, dejar a un gran número de estudiantes con una especie de carrera media inacabada por carecer de recursos con los que acceder a los máster.

Vergonzoso es poco para definir la estrategia del Gobierno en toda su integridad, aceptar en un Consejo de Ministros llevar a cabo una reforma de tal calado es dar por sentado que sus ideologías sobrepasan el sentido común haciéndoles impulsadores de la brecha selectiva entre universitarios de primera y segunda categoría. Está manera de gobernar que le ha otorgado la mayoría les sirve para descalificar el entorno de decanos, docentes y estudiantes de nuestras universidades que antes eran envidiados por el resto de países y se rifaban poder contar con nuestros profesionales para atender las demandas de sus empresas. Ahora, todo cambia con está aptitud desalmada de un ministro armado de calenturientas artimañas con las que pasar a la historia como el personaje que quemó la esperanza de una sociedad para equilibrar de oportunidades a todos aquellos capaces de seguir adelante por su valía en unos estudios orientados a mantener un sistema que había conseguido salir del clasismo.

Vendrán en un futuro no demasiado lejano nuevas formaciones políticas a liderar el país las cuales traerán consigo nuevos cambios en todo lo anteriormente llevado a cabo por los actuales pero, ¿y los que ya llegan tarde a recuperar su formación?, esos desde luego, tendrán que pasar a integrar la mano de obra que esté ministro a través del pleno apoyo de sus cómplices y el visto bueno de su líder han impuesto a la sociedad a la que dijeron proteger a sabiendas de que lo que realmente protegían era el liderazgo de sus progenitores, el de los empresarios afines a su Gobierno que sacaron beneficio por serlo y el de los afortunados tocados con la varita mágica del dinero por castigo.
Un señor que maneja en su cartera ministerial una cantidad ingente de recursos capaces de incendiar lo que desea, como y cuando le venga en gana, pasará a la historia por sus argucias de ideología política y no por defender a la sociedad que le puso en semejante lugar. No conforme con todo lo generado desde su llegada al Gobierno, quieren demostrar con sus aceleradas imposiciones quien manda; fuera de toda duda y con la mente supeditada al bien de esas clases de las que forman parte y a las que tendrán las puertas giratorias abiertas por ser no sólo de su agrado, sino de muchos otros que se sirvieron de la política para engordar sus bolsillos a costa de la sociedad por ellos representada, sin mediar el más mínimo gesto de arrepentimiento aun viendo a los ciudadanos en la calle y ellos comiendo en los mejores restaurantes, a los estudiantes en el olvido y ellos comprando joyas y a los pensionistas en la ruina y ellos comprando en boutiques de moda con el dinero robado.

Triste espectáculo al que asistimos por el error cometido de dar a una formación política un Gobierno en mayoría, todo lo conseguido durante décadas se ha visto destruido por incendiarios como el ministro de Educación y del que aprenderemos que para poder gobernar con equilibrio un país, esté sistema político ha pasado a la historia por viejo, al igual que una Constitución que pide auxilio o una Justicia que pide justicia y libertad a sus profesionales.

Ahora toca que con el dinero apalancado a los ciudadanos mediante la mala fe de los responsables políticos o de los representantes de Caja Madrid, con las cantidades devueltas se construya una cárcel a la medida de todos estos desaprensivos pues como dijo el anterior monarca de la Corona y ratificó el nuevo “Todos somos iguales ante la ley….”. Son los jueces los que deben impartirla dejando a un lado lo que el Gobierno diga; esa lógica de quien la hace la paga y con los intereses que la Justicia demande. Porque un país democrático como España merece sentirse orgulloso de su cultura y no ser paraíso de rateros, mangantes y pandilleros políticos sin otro anhelo que conseguir lo mejor para ellos a costa del ciudadano.

Es obvio que tras la ingente cantidad de dinero desviada de las arcas públicas, saqueada de la caja de ahorros de los pensionistas o mangada de manera descarada a los desempleados, las cosas no pintarían tan mal como nos han hecho sufrir y creer. Unas cantidades que hubiesen servido para seguir adelante con las becas de nuestros estudiantes, con las demandas de quienes no tenían recursos para el comedor de sus hijos y de los dependientes que piden auxilio cuando los oídos de aquellos que estaban para echarles un cabo, se taponaban mirando de soslayo las tropelías del otro.

La complejidad de la política es bien sabida, así como lo que trasciende se considera básico para la supervivencia del sistema público del país aunque, de manera negativa llevamos sufriendo una amalgama de sinsabores indescriptible que viene a demostrarnos la evidencia de que los políticos deben pasar a engrosar las listas de empleados de la fábrica ciudadana; una manera de hacer esa política limpia de malas tentaciones y sabedora del poder que los ciudadanos le otorgan adecentar sus posturas manteniendo la honestidad de realizar con éxito sus programas o marcharse cuando se vean incapaces de llevarlo adelante.

Diversificar en un programa cohesionado por todas las fuerzas representativas de la ciudadanía es tan primordial como apremiante el manifiesto deseo de la sociedad por limpiar la basura que nos echaron encima. Es tanto así que, uno de los primeros objetivos del próximo Gobierno debe reconsiderar muy a fondo la extraña Ley que el ministro de Educación quiere dejar sentada antes de marcharse de vacaciones a algún equipo de asesores con pagas extraordinarias de por vida.