Le sale gratis Saludos, ciudadanos que asistís estupefactos a la facilidad con la que nuestros políticos pueden arruinar lo público sin consecuencias personales. Hoy nos quitamos la mordaza para exigir responsabilidades. Os leo a veces ciertos arrebatos de indignación apoyada en un supuesto futuro donde se hará justicia. Decís con esperanza que cuando en 2015 gobierne Podemos (o IU, los más optimistas), estos sinvergüenzas se van a llevar su merecido. Los sinvergüenzas sabemos todos quiénes son, no hace falta que os los señale. Y no es así. Aun suponiendo que Pablo Iglesias estuviera sentado en la Moncloa dentro de un año (a Alberto Garzón me cuesta más imaginármelo), esta gentuza no va a pagar por ninguna de sus fechorías. Y ese es uno de nuestros grandes problemas. Pueden irse a la oposición sólo cuatro años después de llegar al Gobierno con mayoría absoluta y no les importará demasiado, porque no tienen un proyecto de país ni nada que se les parezca, su único proyecto es el de ir añadiendo ceros a sus cuentas corrientes, y para eso les sobra con cuatro años. Da un poco de lástima por lo injusto, pero es lo que hay. Mirad por ejemplo a Gallardón: muchos celebraban que hubiera tenido que dimitir después de que la protesta social (esa que algunos dicen que no sirve para nada) haya hecho al PP retrasar su reforma de la ley del aborto. Además, Gallardón no sólo dimitió, sino que dejó la política, todos sus cargos, lo que no es habitual. Pero no deberíais alegraros de su mal, y no precisamente por compasión o ética, sino porque no existe tal «mal»: Gallardón no es un pobrecito. El ex ministro de Justicia, como sabéis, está cobrando ocho mil quinientos euros al mes sin dar un palo al agua. Que se joda. Curiosa manera de dejar la política la de esta gente. Esperanza Aguirre también la «dejó», y sin embargo seguimos encontrándonos con su marchito careto día sí y día también en el telediario, y no precisamente hablando de deportes. Aznar se sacrificó por nosotros Ejemplos de beneficiados por las puertas giratorias hay «cienes», que diría algún sabio miembro de tantos comités o consejerías que se han inventado nuestros políticos para no tener que volver a trabajar jamás una vez que han metido el morro en el pesebre. Vayamos a uno de los más conocidos: José María Aznar. Los frutos que Aznar ha sacado de sus ocho años en la Moncloa darían para un solo artículo, así que pasaremos por encima, pero tened en cuenta que hay mucho más. Irak Una parte de su legado (ley del suelo que creó la burbuja inmobiliaria, Prestige, Yakovlev, los dos millones de euros de dinero público derrochados para comprarse una medalla, las mentiras del 11M…) consistió en involucrar al país en una invasión ilegal en contra de la voluntad de la mayoría de la población, tras de la cual los ciudadanos le dieron la espalda en las urnas. ¿Y qué? Aznar es ahora multimillonario gracias a los negocietes que dejó atados cuando era presidente. Como pago por lo de Irak, empezó a dar clases remuneradas en Georgetown sin tener ni idea de inglés; también fue contratado como consejero de News Corporation… El hermano de George Bush dijo en presencia de Aznar que la invasión de Irak traería a España «beneficios que no se pueden imaginar ahora», y estaba equivocado sólo a medias: trajo jugosos beneficios para un español y su familia, en concreto para uno bajito y con bigote. La estafa de las eléctricas Además del sueldo vitalicio que le quedó como ex presidente, está de consejero en Endesa cobrando una pasta. Esto es, como lo de Irak, otro favor que con favor se paga. Los de las eléctricas no son tontos (Felipe González estuvo en Fenosa, y no son sólo ellos dos), pues gracias a las políticas de estos traidores se han ahorrado una pasta. Al menos, tres mil millones de euros, dinero que hemos perdido todos los españolitos. Los gobiernos de PP y PSOE dejaron prescribir la deuda de dichas compañías, que no se muerde la mano que te da el forraje. Bancos, televisiones públicas… Lo mismo ocurre con el rescate de los bancos en los que ellos mismos tienen intereses, y no sólo por los ventajosos créditos que reciben los partidos. Su avariciosa gestión no hay entidad que la resista, pero no pasa nada porque cuando los hunden les regalan dinero público a pesar de habernos prometido que no lo harían, y nos venden la milonga de que no se está rescatando a los bancos, sino a los ahorradores. Todavía les tendremos que dar las gracias. Estos grandes gestores exprimen por encima de sus posibilidades a las televisiones públicas, hasta llevarlas a la quiebra. Lo lógico sería que tuvieran responsabilidad penal o civil por este tipo de actuaciones, pero son impunes. Cuando un Ayuntamiento comete alguna tropelía (pongamos el ERE de Telemadrid o el de Canal Nou) y la Justicia le da la razón a los demandantes, los culpables no tienen nada que perder: si ganan, ganan; si pierden, la factura la paga el Estado; y si nos ponemos tontos, se cierra el chiringuito, como hicieron con Canal Nou. Negocio redondo. El tiempo está de su parte, pues es mucho más fácil y rápido destruir que construir. Como dijimos aquí, se puede desmantelar en una legislatura una Sanidad levantada durante tres décadas, o volver a arruinar en dos años el prestigio y la objetividad de una radiotelevisión pública que tanto costó sacar del fango urdaciano en el que la habían convertido, y que ya vuelve a oler igual que Telemadrid o la desaparecida Canal Nou: apesta a peperoni. Con los servicios y empresas públicas tienen dos formas de actuar: destrozarlas para justificar su posterior privatización o privatizarlas directamente sin machacarlas antes. En este último caso tenemos a monstruos tan rentables como Telefónica o Endesa. No tienen nada que perder Si tras las próximas elecciones han de irse, a ellos les da igual. Si se quedan, mejor, y van a intentarlo con todos los medios de los que disponen, pero si hay cambio de Gobierno no llorarán: dirán adiós con una sonrisa en la boca, habiendo arramblado con todo lo que han podido. Y cuidado con los últimos coletazos. Se irán dejando una España mejor para los grandes empresarios, para los ricos, para los poderosos… es decir, una España mejor para ellos mismos. Se han cargado derechos sociales que tanto costó conseguir (hay mucha gente que sufrió torturas, penas de prisión e incluso que fueron asesinados por alcanzarlos), y saben que en cuatro u ocho años volverán a la Moncloa, porque somos así, marionetas catódicas. ¿Quién ha pagado por llevar a la quiebra a Canal Nou? Nadie, no tienen responsabilidad alguna por sus actos. Cuando les llegue el momento marcharán a sus retiros dorados contentos, felices, impunes. Heigh ho, heigh ho… Nada que añadir.... Salva Solano |