Riego de la Vega - Leon

Ayer se cumplió el tercer aniversario de la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa. Tres ejercicios del PP cuyos éxitos se cuentan por millones. Por ejemplo, en el número de parados, que han conseguido elevar en casi un millón de personas con respecto a las cifras que se encontraron tras el mandato socialista.

Por millones, por muchos miles de millones, se mide también el éxito del PP en el control del déficit público. La deuda pública es ya prácticamente equivalente al total de la producción nacional de riqueza en un año: el 99% del PIB y con tendencia a seguir creciendo descontroladamente.

Además, el PP se puede apuntar cifras record en cuanto a parados de larga duración, en cuanto a personas desamparadas, sin ningún ingreso en su unidad familiar. Uno de cada cinco españoles vive en riesgo de pobreza o exclusión social, casi 12 millones de personas. Rajoy también ha empobrecido a los pensionistas, a los que ha cargado de impuestos y copagos y, al anular la revalorización automática de las pensiones según el IPC, consigue meter su mano en el bolsillo de los jubilados año tras año.

Y así podríamos seguir hasta cientos de hitos que marcan esta legislatura con tintes catastróficos: la subida de impuestos generalizada, el recrote de ayudas sociales, el empobrecimiento de las clases medias, las rebajas fiscales para ricos, complementadas con amnistías fiscales para los golfos y los patriotas de banderita en reloj y cuenta en Suiza…

Si el balance económico y social es un desastre, el arqueo político tampoco ofrece mejores perspectivas. Ha conseguido agigantar el problema de encaje de Cataluña en el resto de España hasta unas proporciones jamás conocidas en nuestra historia democrática. Ha destrozado la credibilidad de las instituciones, que hay que reconocer que ya venía tocada de escándalos anteriores, con la renovación partidista del Tribunal Constitucional, con el control político del Consejo General del Poder Judicial , con el ninguneo a las instituciones, especialmente al Parlamento, donde Rajoy es alérgico a acudir y, si acude, ofrece un día sí y otra también lecciones gratuitas de toreo y dontancredismo político dignos de mejor causa.

La respuesta, o mejor dicho, la falta de respuesta (que no sea intentar tapar y enlodar la vida política para esconder sus vergüenzas) a los interminables y sucesivos escándalos de corrupción, sólo han hecho que incrementar la desafección ciudadana hacia la política y sus instituciones.

Lo único bueno que se puede decir de esta legislatura es que ya queda poco para que termine. Y con ella, la etapa más negra de gobierno del PP en nuestro país.