Riego de la Vega - Leon

El PP ha dado una nueva lección de su firmeza en la lucha contra la corrupción en España. Jaume Matas, condenado por tráfico de influencias en la primera de las muchas Cusas judiciales de todo pelaje que se siguen contra él, ya está en la calle. Tan sólo ha cumplido tres meses de prisión, y ya se pasea con normalidad, esperando el resultado de los siguientes juicios que le esperan.


Y todo ello gracias a una decisión política tomada en contra del criterio de la Junta de Tratamiento de la prisión de Segovia, donde se alojaba el ex ministro, que negó la concesión de este tercer grado, calificado acertadamente por la oposición como un ‘indulto encubierto’. Esta noticia ha saltado a la palestra informativa, además, el mismo día en que Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, echaba mano de todo su desparpajo para intentar convencer a los ciudadanos de que su partido ya había hecho todo lo que tenía que hacer contra la corrupción.

Y seguramente no lo dijese con ironía. Es verdad que han hecho todo lo que querían hacer contra erradicar la corrupción en sus filas: nada. O el doble quizás, nada de nada. Sólo así se explica que, otro insigne prohombre del PP, el inefable Carlos Fabra, siga tranquilamente en su mansión riéndose de la justicia a la espera de que el Gobierno decida o no si le concede el indulto solicitado. Aunque Fabra, quizás, también acepte el plan B gubernamental, aplicado con éxito a Matas: “vete un rato a la cárcel, consolida tus ganancias que nunca devolverás, deja que esto escampe un poco, y te sacamos por la puerta de atrás”.

Esto sí que es una auténtica puerta giratoria escandalosa, y no la que achacan a algunos ex ministros por pasar del coche oficial al consejo de administración sin apenas transición.

Y la lista de actuaciones eficaces para lanzar un mensaje claro a los corruptos y sus socios, seguramente la que tenía Cospedal en la cabeza cuando pronunciaba rotunda su aserto, todavía es más larga: sólo hay que ver la firmeza del partido con Sonia Castedo, con Ángel Acebes, con Rodrigo Rato, con… miren, sigan ustedes poniendo nombres, que hay candidatos de sobra, que a mí me entra la mala leche y se me nubla la vista al escribir.

Porque la corrupción es un fenómeno, y más en un país que ha hecho del pelotazo religión, que puede saltar en cualquier parte, en cualquier partido, pero lo que cuenta es la respuesta institucional, judicial y política que se da cuando salta el escándalo. Los ciudadanos están hartos de la corrupción, es verdad. Pero están todavía más hartos de la impunidad, de la laxitud de las penas que reciben los corruptos, de lo interminable de algunos procesos judiciales, que parecen realizados a medida de los presuntos delincuentes, para provocar el hastío, el olvido y el archivo de las causas penales…

En suma, hartos de lo barato que sale ser un chorizo en este país. Sobre todo si eres del PP o de sus círculos allegados. Que en este país, la justicia podrá ser ciega, pero de tonta no tiene ni un pelo. Presuntamente, claro.