Estupor e indignacion Comentario realizado por Manuel Arias que comparto plenamente con El. La última oleada de detenciones de políticos –y empresarios- no lo olvidemos, por corrupción, enmarcada en la operación Púnica no ha hecho más que dar sus primeros pasos. Y por cierto, en esta ocasión, la Justicia y la policía no se ha enterado de la trama cuando los delitos están a punto de prescribir, sino que se trata de operaciones, en esta primera tacada investigadora, realizadas en estos dos últimos años. Dos años de privaciones para la inmensa mayoría del pueblo español. De recortes, de pérdida de derechos, de cinturones apretados para vientres hinchados por el hambre, que no por las comilonas. Para comilonas y para descaro, el de estos presuntos mangantes y sus compañeros de cofradía, los que gastaban alegremente el dinero negro en ayudar a los amigos y mejorar el aspecto de sus sedes, o tiraban de tarjeta podrida para sus gastos de todo tipo. Es tal el grado de cabreo generalizado pero, sobre todo, de decepción con la clase política, que se hace urgente una catarsis. Es tal la desesperación de la gente, obligada a pagar las consecuencias de una crisis que no provocó y que, encima contempla con asombro como muchos de los culpables del desastre de los últimos años, mientras predicaban austeridad, vaciaban sus empresas en Suiza, o esquilmaban a manos llenas los fondos públicos, que no valen medias tintas. Al siguiente que diga que “hemos entendido el mensaje”, permítanme la frase coloquial y figurada, le rompo la cara. El siguiente dirigente político –me importa una higa el partido, la patronal o el sindicato que represente- que se atreva a amparar la conducta de algún conmilitón con la presunción de inocencia, o tire de ventilador para esconderse tras el “y tú más”, va de cabeza al pilón. Aquí no hacen falta pactos, ni lágrimas de cocodrilo. Aquí hace falta una desinfección mayor –y bastante más eficaz, por cierto- que la utilizada para sanear las dependencias de los enfermos de Ébola. Estamos en un momento en el que, por desgracia, es preferible que un inocente pase por el bochorno injustificado antes de que un culpable se esconda detrás de la presunción de inocencia y la complicidad o complacencia de sus compañeros de partido. Si el Gobierno quiere demostrar a la opinión pública que está comprometido en la lucha contra la corrupción, que destine inmediatamente cuantos medios humanos, materiales, técnicos., etc. precisen los jueces que investigan estos casos. Porque unos procesos que se eternizan, por las maniobras de unos y otros, por la falta de peritos por la falta de investigadores policiales, por la causa que sea, sólo contribuye a reforzar la maldita sensación de impunidad de la clase política. Una justicia tardía será muchas cosas, pero nunca justicia. Ni para el inocente ni para el culpable.La justicia debe ser administrada sin presiones,independiente y para todos IGUAL. Igualmente, los jueces deben obrar con diligencia en estos casos. Ni jueces estrella ni jueces estrellados. Ni procesos que se quieren modular al compás del acontecer político, para estorbar o favorecer el camino de unos y de otros, tienen cabida en esta situación de auténtica emergencia nacional. Los jueces deben investigar hasta el fondo, pero no significa, no puede significar que deban investigar eternamente. Y hay sumarios que se dilatan en el tiempo y en el espacio. Las Causas Generales, para el franquismo. Ahora, investigación, castigo a los culpables y sentencias comprensibles. Lo demás, es seguir reforzando la sensación de impunidad. |