Riego de la Vega - Leon

El Gobierno de Mariano Rajoy, ávido de éxitos, está vendiendo a bombo y platillo el asiento que ocupará España en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a partir del próximo año, tras ganar la votación a Turquía. No deja de tener su mérito este logro, que no puede disimular el hecho de que España cada día pinte menos en Europa y en el mundo.

En efecto, nuestro país, tras ser desalojado del Banco Central y conseguir sólo comisarios de segunda categoría y bajo vigilancia directa de un consejero responsable, es poco más que un cero a la izquierda en el concierto internacional. Incluso en una crisis mundial en la que España, por ‘meritos propios’ como es la crisis del Ébola, se la ningunea, y los países ‘serios’ Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania, se reúnen para analizar qué hay que hacer y prefieren que España ni esté ni se la espere.

En este panorama, ganar un asiento transitorio y de relleno en el Consejo de Seguridad se magnifica como si fuese una proeza diplomática. Ya puestos, se inflan los objetivos a lograr desde la dichosa butaca y, ni corto ni perezoso, el Gobierno se autoimpone la tarea de extender el respeto a los derechos humanos por todo el mundo mundial.

Sin embargo, este mismo Gobierno, que se pavonea ante los medios afines de ser un cruzado de los derechos humanos, se dedica sistemáticamente a pisotearlos, no ya en lejanos desiertos, que diría José María Aznar, sino en las puertas de casa. Concretamente, en los CIES repartidos por toda la geografía nacional. Concretamente, en la vergonzosa valla de Ceuta y Melilla, escenario un día sí y otro también de atropellos e injusticias sin medida.

El último episodio vergonzante para cualquier persona mínimo de sensibilidad, sólo pedimos eso, sensibilidad, le ha protagonizado –bien a su pesar- Dany, un joven camerunés apaleado en el último intento de saltar la valla de Melilla el pasado miércoles.

La ‘contundencia’ por no decir salvajismo, con que se empleó la Guardia Civil con este muchacho, de momento, le ha costado la pérdida de un riñón y seguir todavía com medio cuerpo paralizado a consecuencia de la paliza recibida. Además, fue arrojado a Marruecos, y se restablece como puede en un hospital de Nador. El Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa ya ha conminado al Gobierno español a abrir una investigación y depurar responsabilidades.

¿De verdad se cree el Gobierno del PP que puede sentarse en Naciones Unidas a pretender dar lecciones morales a ningún país sobre respeto a los derechos humanos?. ¿Es que no tienen vergüenza o es que se piensan que todo el universo mundo es TONTO de remate y ellos son los ‘espabilados’ de la feria, que pueden continuamente trajinar y colocar su mercancía averiada a los incautos?.

Antes de presumir de puertas para afuera, podría limpiar su casa por dentro Mariano Rajoy. Las expulsiones en caliente, las palizas en las vallas, las vejaciones en los CIES, las redadas racistas, el recorte que plantean sus nuevas leyes en camino de derechos básicos como los de manifestación, reunión y expresión… Si quieren Rajoy y sus ministros trabajar a favor de la extensión de los derechos humanos y su más perfecto cumplimiento, tienen mucho trabajo que hacer sin salir de casa.