Felicidades Majestad Juan José Millás felicita irónicamente al Rey por su decisión de descapotar su Rolls Royce, “porque con la capota puesta tenía algo de furgón funerario”. Cree que el discurso de Felipe VI lo escribió un “prologuista sin ganas” y lamente que no hablaase de la corrupción. “Pero no se habla de la cuerda en casa del ahorcado”, puntualiza para terminar su columna con una incisiva visión del besamanos: Como ven, no es fácil hacer la crónica de un suceso tan largo en el que no sucede nada. ¿Cómo contar, por ejemplo, el besamanos, tan tedioso? ¿Cuántas veces dio la mano el Rey? ¿Tres mil, cuatro mil? ¿Le quedarían entre los dedos restos de cocaína, residuos de dólares ingresados en cuentas suizas, escamas de quienes habían estrechado previamente la mano de Bárcenas o de El Bigotes? Lo bueno habría sido que entre los dos mil invitados hubieran introducido, disfrazados de gente bien, a un mendigo, a una pobre, a un indigente, a un parado, a una inmigrante ecuatoriana, a una investigadora sin beca, a un niño sin comedor. Para que se le quedara también entre los dedos algo de toda esa peña expulsada fuera de la historia. Pero entonces estaríamos hablando ya de una novela. |