El estado de la nación ¿Qué estado y qué nación? A mí me ha dejado tal y como estaba. No me ha tranquilizado en absoluto este debate. ¿Buscaban titulares?. Nada más patético que seguir un debate sobre la situación del país y darte cuenta que los políticos no quieren entrar en materia. No son capaces de infundir ni un soplo de aire nuevo, de confianza y de esperanza. Se repiten, son copia de sí mismos. A mí me da igual quien ganara o quien perdiera. Porque los que perdimos fuimos la gran mayoría que seguimos viviendo o mejor dicho sobreviviendo. La vida se nos ha hecho cara y no sólo me refiero a la carestía de la vida. Cara por querida y por lo difícil que es mantener una vida digna, sin tener que sentir agradecimiento por la miseria que llega a los ciudadanos en forma de salarios más bajos, servicios de salud capitidisminuidos, educación segmentada desde una edad temprana, dependencia que hace que las personas dependientes se sientan aún más dependientes y abandonadas y pensiones de futuro incierto. Suma sigue. Parece que los problemas de España no son de España, los importamos de Dios sabe dónde. Para el Partido Popular, que es el que está ahora en el poder, está clarísimo, la culpa siempre es de los anteriores, de los posteriores y de los coetáneos. Y además lo hace con insolencia y provocación. Por ejemplo, hemos pasado de negar la evidencia de la utilización de las pelotas de gomas contra personas indefensas y exhaustas que intentaban llegar a tierra a sostener que su no uso va a tener un efecto llamada. O sea que sí se utilizaron. El argumento en sí es perverso, el mismo que sigue en materia de paro (los culpables son los propios parados que no hicieron nada para prevenir su desempleo), en materia de pensiones (ya que son los propios pensionistas quienes tuvieron que prever sistemas complementarios de jubilación), los dependientes (porque la familia es la primera responsable y es la que debe atender a sus miembros que se encuentran en situación de riesgo bien por una discapacidad o por la edad) o las mujeres (que quieren romper el modelo de familia tradicional y aspirar a ser tratadas como iguales). Suma y sigue. No nos escapamos ninguno. El Estado que quiere el PP que aceptemos se aproxima mucho a la figura de la sanguijuela, que chupa y chupa la sangre y prefiere morir antes que compartir. Y esto no es así, ni mucho menos. A las sanguijuelas se las combate, se las arranca de la corriente vital. A mí me sobra tanta desregulación, tanta libertad de los mercados, la supremacía de la inversión especulativa, la evasión de capitales, la cautela con la que se presiona fiscalmente a los grandes patrimonios, el temor a pisar el callo de aquél o aquello que huele a poder. La “canalla” ha ido en aumento, en sus diferentes formas. Nos toca a todos, de forma directa o indirecta. Y sí, también en primera persona. Todos deberíamos reaccionar, con justa proporción y causa. Muchos estamos esperando a que nos sorprendan en positivo, a que nuestros representantes políticos relajen nuestro semblante, nuestra cabeza y nuestro corazón. Por lo pronto tenemos que perder el miedo a hablar, a llamar a las cosas por su nombre y a no repetir aquello de ¿y qué podemos hacer, las cosas son cómo son, es lo que toca; pues no no y mil veces no. Si lo fueran y lo fuera para mal, deben cambiarse. Y en cuanto a poder o no poder, creo que sí que podemos y un buen inicio sería empezar respondiendo a tanta provocación y tantos comentarios procaces, hechos por indeseables |