Riego de la Vega - Leon

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Miren esta fotografía:Seres humanos, como nosotros, como los otros, normales,tranquilos aunque expectantes. Ante ellos un militar. Lleva un uniforme pero se trata de un médico. La conversación debía de ser anodina:¿que edad tiene usted? ¿cuál es su profesión? Otro militar observa la escena descansando sobre un bastón. El bastón puede llegar a ser necesario pero habitualmente no ha lugar. Nunca suele suceder nada. El soldado que participa en la charla es probablemente, un intérprete. La cola de los que esperan no muestra inquietud: dos de ellos sujetan un paquete y un tercero distraídamente su sombrero tomado por el ala. Parece la espera para entrar a una plaza de toros o un campo de fútbol en el momento de entregar la entrada. Los que han cumplido el trámite de charlar con el doctor, en último término cruzan la vía férrea y se alejan a formar parte de un grupo que parece tranquilamente aguardarles. La foto refleja una situación que no nos parece rara ni sorprendente y es seguro que todos hemos vivido alguna vez de forma semejante.
Sin embargo, es gente que en breves minutos será conducida a tomar un baño de desinfección en una cámara de gas en que van a morir asfixiados. El engaño durará hasta el final: les entregarán una pastilla de jabón para el baño y les aconsejarán retener en la memoria el número de la percha en que colgarán su ropa. Una vez cerrada la puerta de la cámara tras de sí se darán cuenta del final.
De esta forma anodina, banal, insignificante se producen los hechos mas graves y trascendentes en la vida de los seres humanos. Era una máquina de asesinar, de la que Hoss, comandante del campo dijo que él era un simple engranaje, textualmente una «ruedecita». Naturalmente, él no había matado a nadie en su vida. Así se estableció efectivamente, durante el juicio. Violencia ¿Para qué?
Igualmente, Eichmann, al ser juzgado sostuvo que jamás habia cometido personalmente un asesinato. Solo formaba parte de un sistema, y se limitaba a obedecer órdenes.
Toman decisiones, aplican decretos y sustituyen nuestros derechos naturales por su voluntad.Pero de forma que no lo advirtamos, que aceptemos las cosas como inevitables. Esta fotografía encierra una gran lección.



Esta fotografía pertenece a la colección conocida como el «álbum de Auschwitz». Este álbum lo componen 193 fotografías tomadas por los propios guardianes alemanes a finales de Mayo y principios de junio de 1944 en la rampa de llegada de trenes del campo de concentración de Auschitz. Muestran la llegada de judíos húngaros de Carpato-Rutenia.
La colección fotográfica completa puede verse en:

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