Riego de la Vega - Leon

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La reciente publicación del informe PISA para adultos que nos coloca en el último lugar de los 23 países de la OCDE en comprensión matemática y los penúltimos en comprensión lectora, ha despertado la incredulidad de algunos que achacan estos datos a la archiconocida animadversión que nos tienen esas gentes del norte. Y sin embargo, la incomprensión matemática y lectora, son las claves que explican el porqué de lo que somos y de cómo estamos.

La no comprensión de lo que se lee y de lo que nos leen, explica, por ejemplo, que firmemos hipotecas con cláusulas abusivas o que votemos a quienes votamos. Si bien es cierto, en este último caso, que entre lo que nos leen y sus verdaderas intenciones, hay la misma semejanza que entre Cristóbal Montoro y George Clooney. Y aprovechando que hablamos de Montoro, pasemos al asunto de la comprensión matemática. Es triste que un ciudadano, por escasa que haya sido su educación, carezca de los conocimientos matemáticos esenciales para desenvolverse en la vida cotidiana, pero más triste es que esto le ocurra a un señor ministro de Hacienda o a toda una vicepresidenta del Gobierno.

Ni Montoro ni Sáenz de Santamaría se han sometido a la prueba PISA para adultos, pero sí han dado sobradas muestras de su analfabetismo matemático estos últimos días. El primero es incapaz de realizar correctamente una simple resta entre lo que ganan los asalariados españoles en 2013 y lo que ganaban años atrás. Y la segunda no está capacitada para interpretar los datos de la lucha contra el fraude fiscal y laboral, confundiendo el número de personas a las que se les ha retirado la prestación por desempleo un mes, por problemas administrativos, como no acudir a una cita prevista o no presentar alguna documentación, con los que han sido sancionados por fraude laboral. Los primeros son 520.000 personas y los segundos no llegan a las 6.000.

A poco que sean ustedes personas medianamente instruidas (les basta con saber sumar y restar), estoy convencido de que se mostrarán escandalizados con el nivel intelectual y la preparación técnica de quienes nos gobiernan. Porque estoy convencido de que se trata de eso, de que Montoro y Sáenz de Santamaría son idiºtas; lo contrario sería acusarlos de mentirosos, manipuladores y, teniendo en cuenta que hablan de cientos de miles de personas que las están pasando canutas, de miserables canallas.

Pero España no siempre aparece en la cola de las estadísticas. Además de en deporte, nuestro país encabeza otros rankings internacionales. Sin ir más lejos, somos el segundo país del mundo, tras Camboya, con mayor número de personas víctimas de desapariciones forzadas cuyos restos no han sido recuperados ni identificados. Y me temo que en este caso, como en el del ministro de Hacienda y el de la vicepresidenta del Gobierno, tenemos que volver a achacarlo al desconocimiento matemático, especialmente grave entre los dirigentes del PP.

No tengo la mínima duda de que si nuestro Gobierno se opone a que 114.000 cadáveres sean exhumados para que sus familiares puedan por fin darles digna sepultura, mientras este domingo se hace un homenaje con todos los honores a 522 mártires del bando nacional, es porque en el PP creen que 522 son muchos más que 114.000.

Yo estoy esforzándome en aprender matemáticas a marchas forzadas, empiezo a tener la sospecha de que esas dos Españas de las que siempre nos han hablado, son en realidad una España y un cuarto y mitad de otra. Que la guerra no la ganó la mitad de nuestros abuelos, ni la perdió la otra mitad, sino que los ganadores fueron un puñado y los perdedores la inmensa mayoría. Y quien dice guerra dice crisis económica.