Al margen Aquí se actúa como si no pasara nada. Los demócratas siguen descalificando a los que no se tragan ese farsa de la democracia. Los partidos siguen organizando obras teatrales electorales para repartirse el dinero de los que pagan los impuestos. Los bancos siguen diciendo que si alguien intenta explicar, aclarar y denunciar la forma que tienen de robar a los ciudadanos, están poniendo en peligro la estabilidad del sistema financiero... No se dan cuenta, o lo aparentan, de que todo esto ya ha empezado a desmoronarse. Creen, o lo aparentan, que se puede seguir manteniendo un sistema basado en que un 1% de la población explota al 95% restante. Parecen pensar que se puede seguir con este tinglado de que ese 1% controle todo a base crear unos grupos de profesionales de la estafa -intelectual y material-, los partidos políticos. Esos grupos, los partidos, organizan una farsa electoral de vez en cuando, y creen que con eso vale. Se ponen etiquetas para aparentar que son distintos. Unos se llaman conservadores, otros socialdemócratas, otros liberales, y crean así esa apariencia de pluralidad, de democracia. Mientras, a lo suyo, al negocio, a la estafa. De vez en cuando se les va la mano, y dicen que el problema es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. La realidad es que han robado por encima de nuestras posibilidades. Y se nota demasiado. Entonces, cuando alguien denuncia la situación, está contra la democracia, contra la constitución. Sin embargo, aunque parezcan tan fuertes, tan poderosos, tan invencibles, la realidad es que se les puede hacer año. De entrada, basta con no participar. Que se metan por donde puedan su democracia, sus parlamentos, sus elecciones, su pluralidad, sus constituciones, sus instituciones, su legalidad... En segundo lugar, hay que pasar de sus televisiones, de sus periódicos, de sus medios de manipulación intelectual, informativa y mental. Porque estos medios son una parte fundamental de la farsa, son un elemento esencial de la reproducción de este sistema. Con esta gente, con los políticos y con sus amos, es decir, los banqueros, no hay que discutir. Hay que liberarse de los partidos y sustituirlos por métodos de organización y actuación directas, yendo al núcleo de los problemas, sin intermediarios. La autoorganización, la autogestión y la supresión de las instancias políticas son métodos que no les gustan, que les dan miedo. Será por algo. No se dan cuenta de que la vía de salida de este sistema-basura está, precisamente, al margen de ellos. Pero esto no se caerá solo. En algún momento habrá que dar un empujón. Ya se buscará la forma, y mientras tanto, hay que ir desinflando sus ruedas mentales, averiando sus mecanismos de dominación, confundiéndoles. Es cuestión de tiempo. |