Riego de la Vega - Leon

Desde luego, no somos unos ciudadanos típicos, compactos, en términos generales. Somos un país complaciente y servicial con el extranjero y muy duro con nosotros mismos. Los que formamos parte de las generaciones de personas mayores, hemos conocido desde la dictadura más férrea, cómplice de los nazis y de los fascistas italianos, a un inicio de democracia que nos parecía una nueva oportunidad de ser libres, más honestos y, sobre todo, más justos.

La actual guerra que se vive la población Siria no es tan diferente de la que guerra civil que se libró en España. Tanto un país como a otro, fue abandonado a su suerte por la ONU y ambos países consiguieron aliados extraños a la democracia. España recibió la ayuda de Alemania e Italia. Siria, recibe la de Rusia y China. Muchas diferencias con un mismo resultado, la población fue humillada, sacrificada, en manos de unos vencedores hostiles e indignos. Desleales por rebelarse contra la legitimidad y soberbios y tiranos en época de paz.

Y el pueblo calló, aguantó, solo y abandonado. Algunos pudieran salir de España, pobres los que decidieron exiliarse a Francia que tuvieron que revivir la pasadilla, de la Segunda Guerra Mundial.

Esta forma de ser entre quijotesta y pueril, esta falta de conciencia de estar siempre al lado de unos principios y valores, cueste lo que cueste, nos coloca en una situación de vulnerabilidad constante.

A los países extranjeros, me da igual comunitarios que no comunitarios, les gusta negociar con la derecha en época de vacas flacas, porque es sumisa y cobarde y. en el fondo, lo que la derecha quiere es la supremacía del sector privado sobre el sector público aunque implique la pérdida del derecho a una educación de calidad, a una sanidad pionera y de grandes profesionales, a unos talentos humildes y generosos, a una población que, en general, arrima el hombro y coopera. La prosperidad compartida “no mola”.

La izquierda española, salvo cuando se siente acomplejada y yo entiende ni el porqué ni de que, es mucho más valiente y más peleona. Tampoco tiene otra opción, porque sabe que la solidaridad y la justicia social son los únicos elementos que pueden conseguir a largo plazo un crecimiento sostenible e igualitario.

El actual Gobierno salió fortalecido con los primeros caídos por la crisis del 2008, los millones de parados que habían caído en la red de la burbuja inmobiliaria y que, por una vez, creyeron que el mundo les sonreía y Rajoy era la solución a sus problemas.

No les culpo, pero nada les tengo que agradecer. Dieron paso a un Partido cuyos principios eran de todos conocidos, con un programa electoral imposible de llevar a cabo, sabiéndolo y engañando a unos ciudadanos castigados sin haber cometido infracción alguna.

Cuando me hablan de la herencia, sólo les puedo decir, la herencia repartida en vida del gobierno actual, los nueve meses de este Gobierno nos han hecho más pobres, más débiles, más dependientes y menos humanos. Actuamos con codicia, la ambición y el estar o continuar estando en un puesto de trabajo, público o privado, es un síntoma de poder.

Que pronto se nos ha olvidado que la Constitución España dice que todos los españoles tienen el derecho y el deber de trabajar y que los poderes del Estado pueden y deben intervenir para conseguir la justa y equitativa distribución de la riqueza nacional.

De estos preceptos no se acuerda la derecha, pero sí del artículo 155, que como bien se ha definido es un golpe civil al estado de derecho, al derecho que reconoce el Título VIII del ya citado texto constitucional.

Y esto es lo que no me gusta de nosotros mismos, somos amigos del que tiene el poder en cada momento, volviendo la chaqueta tantas veces como haga falta. Me rebelo ante los compatriotas cobardes y silenciosos que ahora no gritan con entusiasmo yo voté al PP y que hemos aguantado desde el año 2004, con prudencia y tolerancia.

Españolitos del Siglo XXI o tenemos las ideas las claras y luchamos por lo que realmente nos interesa, o se quedarán los de siempre para ponernos en lo que ellos creen que es nuestro lugar, a sus pies, arrodillados y pidiendo los beneficios de la asistencia social.



Fuente: https://ww.diarioprogresista.es/cualidades-que-empobrecen-a-nuestro-pais-15544.htm