Puente Castro - Leon

Seres humanos inexistentes
Por Peatóm


Peatóm

Se ha dicho hasta la saciedad, el aburrimiento, hasta el brote psicótico, que la inmigración era nuestra tabla de salvación. El combustible que necesitaba nuestra exhausta Seguridad Social para evitar su quiebra y la gasolina que le faltaba a nuestra economía para empujar el PIB (Producto Interior Bruto). Naturalmente, inmigración, PIB y Seguridad Social, son variables que no dependen entre sí. El PIB puede crecer sin inmigración, la Seguridad Social quebrar de todos modos. La inmigración puede ayudar a la expansión del PIB si el tipo de economía que practicamos los necesita y está en expansión y puede degradar y degenerar el PIB, es el caso, cuando esta en fase de contracción. Por otro lado la inmigración acelerará, claro que sí, la quiebra de la Seguridad Social, porque la Seguridad Social es un mal enjuague: mal perpetrada y peor dirigida (nada menos que por el Pacto de Toledo). La economía no es chicle, estirable a conveniencia, donde cualquiera llega y hace un globo. En una economía caben tantos ciudadanos como se quiera meter, cosa distinta, es que todos disfruten de las mismas opciones. ¿Caben en España otros 50 millones de emigrantes? Si es por espacio caben doscientos (millones).

Aseverar que se necesitan inmigrantes y en el mismo acto, al mismo tiempo, con igual énfasis, hacerlos invisibles tiene poco de magia y mucho de sinvergonzería y en tal juerga han invertido toda su fortuna la mayoría de los partidos. No les damos los papeles, pero les identificamos para hacerles la ficha de policía y asistirles en sus necesidades. ¿Les asistimos? Pregunta A) ¿Asistirles, quién? Pregunta B) ¿Quién paga la factura y de donde sale el dinero? La clase política y los editorialistas fundamentan muy bien todas sus decisiones, en sus peroratas y en sus argumentos morales, pero se trata de soltar la mosca y nadie dice quién paga y dónde está el dinero. Lo que pasa con los inmigrantes es que son seres humanos, que tienen todo tipo de necesidades, que están en las afueras de casi todo, que su situación es muy incómoda para ellos y para los que estamos a su alrededor y que se debiera poner más atención en impedir su instalación en nuestras ciudades, pueblos y barrios. No se debe jugar, como lo hace nuestra clase política, con seres humanos. Necesitamos leyes claras y sin dobleces, con adecuación reglas, a cumplir por todas las administraciones y por los inmigrantes, para su posible inserción. La carta de la inmigración forma parte de una baraja trucada. Si no existe, previamente, un ayuntamiento que este dipuesto al empadroniamiento de un inmigrante, el Estado no debiera tener prerrogativa alguna en la concesión de persmisos o cartas de residencia. Los inmigrantes tienen que vivir en algún sitio. ¿En cuál? ¿Quién paga?