Puente Castro - Leon

El caso de Francia, también de larga trayectoria, ofrece más sombras, tal como han expresado los recientes conflictos en las periferias de sus grandes ciudades. Las importantes inversiones realizadas por el Estado en materia de vivienda y asistencia social no han dado resultado. Su fracaso se debe al centralismo administrativo y a la falta de integración cultural y social de muchos grupos, particularmente los de origen africano. En los últimos años, además, el debilitamiento del estado de bienestar ha reducido la política pública de vivienda y de fomento social, en favor de una economía más globalizada y neoliberal. El resultado son grandes áreas urbanas periféricas de exclusión, con alto índice de paro, donde los jóvenes de segunda o tercera generación se sienten desarraigados y sin esperanza. Simultáneamente, emergen con fuerza movimientos progresistas de jóvenes y trabajadores excluidos del sistema económico (como los Hijos de Don Quijote, en demanda de políticas sociales de vivienda), y las opciones políticas más conservadoras obtienen resultados electorales sorprendentes. La brecha social, económica y cultural abierta no ofrece un horizonte esperanzador. En España aún estamos a tiempo de aprender de los errores cometidos por nuestros vecinos.