Puente Castro - Leon

Análisis. Todo cambia. Cambia de verdad. Cambiamos nosotros, no siempre para bien, y cambia el entorno. Lo único que en España permanece inalterable es la asnocracia y el canibalismo. Los políticos se fagocitan entre ellos y devoran a quien se les opone, militantes, compañeros, electores y a quien se les oponga. El buen político español no tiene boca, tiene fauces, doble fila de dientes de sierra y cuando descansa de su cháchara, rebuzna.

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¿A qué barrio o distrito representa tal o cual concejal? ¿Los concejales representan a los vecinos o representan a sus jefes políticos? La argucia coloquial “de que forman parte de un proyecto” ha caducado
La ciencia ha trabajado mucho con la psicopatía pero muy poco con la sociopatía, el que necesita ser adorado, tiene una visión y está dispuesto a derribar la puerta para cumplir su sueño. Los políticos, ahora mismo, es la moda, el que más y el que menos “tiene un sueño”. Es difícil encontrar a alguien despierto. El sueño siempre es el mismo, descerrajar la caja pública entre vítores y el encandilamiento general. Los políticos españoles son héroes de tango, vienen a este mundo a partirnos el corazón. Bragados, guapos, seductores, sabios, simpáticos y tramposos. Si no se les huele la picardía no enamoran. Sino fuera porque existe la sociopatía y es una enfermedad, lo importante sería la picardía.

Fidel Castro es un sociópata, mataba y todavía mata en nombre de una idea y de su sueño: acumular más de 200 millones de dólares. Franco era un sociópata. Y en grado superlativo fueron sociópatas, asesinos en masa, Mao, Hitler, Lenin o Stalin. Son los casos más graves y contemporáneos de sociopatía. Siempre existió esa enfermedad. Por ser político no se es necesariamente bueno. El que te salta las muelas no es necesariamente dentista.

Los sociópatas necesitan ser un poco asnos y caníbales. Necesitan deglutir todo lo que se les opone y por las bravas. Todo cambia menos la lucha política que sigue siendo sucia, sin árbitros y con los testigos justos. En los países más dinámicos se han producidos modificaciones constitucionales y electorales, de manera continuada, para mejor adaptarse a las mejores exigencias del tiempo contemporáneo. Nuestras expectativas vitales han cambiado, ha cambiado nuestra forma de vivir, ha cambiado nuestra capacidad para ser informados y estar informados y en conjunto, dichos cambios, han puesto sobre la mesa, una mayor visibilidad de nuestra responsabilidad individual en los asuntos públicos.

:: El problema

Ha cambiado todo excepto el gobierno político que sigue atorado en el pasado y aherrojado por las burrocracias partidarias que se han hecho fuertes y rechazan cualquier forma de cambio que debilite su poder
Los medios de comunicación se han expandido, los medios de comunicación demandan información, las nuevas tecnologías expanden la información y nos hacen partícipes y al tiempo responsables. Es un problema general. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías hacen carne el ideal democrático, la participación en los asuntos públicos y la defensa del interés general. El nuevo entorno nos hace protagonistas y también responsables.

Hemos vivido felizmente, irresponsablemente, respecto a la cosa pública, cuyo destino depositamos confiadamente en los expertos políticos y funcionó un tiempo. El encantamiento se ha roto. Ya no funciona y el nuevo entorno ha dejado de proporcionar excusas para el desinterés por los asuntos públicos. Nos obliga a responsabilizarnos, a pensar y a actuar. Antes las cosas no se sabían, pero ahora sí.

Ha cambiado todo y hemos cambiado los ciudadanos que ya no asentimos con tanta facilidad con las que cosas que nos pasan, las que vemos, leemos o escuchamos. Ha cambiado todo excepto el gobierno político que sigue atorado en el pasado y aherrojado por las burrocracias partidarias que se han hecho fuertes y rechazan cualquier forma de cambio que debilite su poder. Y la burrocracia partidaria ¿cuánta gente es, tan grande es su poder? Les contesto, la burrocracia partidaria es pequeña, minúscula, casi ridícula, si se sopla sobre ellas lo viven como un huracán, pero es mucho su poder dada su gran influencia en el poder político. Y el poder político tiene poder ejecutivo real pero una influencia social cada vez menor, muy debilitada por una sociedad, la española, que a empezado a rechazar la tutela de los golfos y los expertos de nada.

¿Y por qué digo que estamos en el 2009 y en el siglo XXI? Por que ya no existen excusas para impedir la realización de la Libertad de manera más plena. Debemos modernizar nuestra Constitución, la ley electoral y los procedimientos políticos. Los procedimientos importan. Son la clave para realizar el principio fundacional de cualquier democracia: todos los poderes del Estado emanan del pueblo. Y son la clave para asegurarnos la separación efectiva de poderes, la transparencia de todos los actos públicos, la rendición de cuentas a los españoles, en este caso a los vecinos y también la garantía que de los ciudadanos, el pueblo retiene en sus manos la capacidad de iniciativa legal propositiva y abrogativa mediante referéndum. Los políticos son individuos que necesitan vigilancia social, en el caso español, y dados los antecedente, muy intensiva.

:: El pésimo ejemplo de Francisco Fernández e Isabel Carrasco

Los países cambian de verdad cuando cambian sus administraciones locales, las que están más cerca del ciudadano
Francisco e Isabel se han desecho de sus rivales políticos en sus respectivos partidos, de manera quirúrgica, con bisturí y sin anestesia. ¿Los partidos políticos son entidades democráticas? ¿En su interior existe la democracia? Todos sabemos que no es el caso. ¿Y cómo una entidad, el partido, que funciona de manera profundamente antidemocrática tiene tanto poder en nuestra constitución? ¿Pueden instituciones que nos democráticas, los partidos, alumbrar administraciones públicas respetuosas y garantistas? Es un contrafuero. Es un imposible práctico.

Pues así son nuestras administraciones y así es la encarnadura de nuestros políticos locales. Pesa en ellos más, mucho más, la asnocracia de la que provienen, el instinto caníbal, su sociopatía indisimulable, que el servicio público. Los países cambian de verdad cuando cambian sus administraciones locales, las que están más cerca del ciudadano. Y en España y en León, debemos cambiar nuestras administraciones locales, al frente de las cuales deben estar los vecinos, con otros modos y, sobre todo, otros contenidos.

¿A qué barrio o distrito representa tal o cual concejal? ¿Los concejales representan a los vecinos o representan a sus jefes políticos? La argucia coloquial “de que forman parte de un proyecto” ha caducado. Representan a los únicos que pueden representar en derecho, a los electores, de los que reciben su legitimidad. Así debiera ser. En la práctica no representan a los vecinos de este o aquel barrio o distrito, representan exclusivamente a su jefe político. Y lo que denunciamos es una anomalía política gravísima.

Para representar cabalmente a los vecinos debieran retener libertad de voto y libertad para la iniciativa legal y no la retienen. Para ser concejal en España es imprescindible desistir de tus derechos civiles y políticos. Debieran retener, es su obligación, intactos sus derecho civiles, libertad de conciencia, para votar con libertad y no al dictado de su jefe político y sus derechos políticos, capacidad de iniciativa legal, para proponer y no delegarla en su jefe político, pero no lo hacen, no retienen sus derechos civiles y políticos. Y si no los retienen, es el caso, ¿en qué forman pueden defender los intereses de los vecinos, de sus electores? De ninguna forma, no lo hacen.