Lucillo - Leon

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HISTORIAS DE AQUÍ
Requejo: un pueblo maragato recuperado por hippies

Antiguos vecinos de Matavenero han vuelto a dar vida a Requejo de Pradorrey

Algunos vecinos han levantado nuevas construcciones de madera con un cierto aire centroeuropeo.

M. C. Cachafeiro / León
Requejo de Pradorrey era hasta hace unos años un pueblo con pocas esperanzas. Los jóvenes se fueron y mucho viejos, también. Los más afortunados, a la cercana Astorga o a León. Las nuevas generaciones, en busca de un trabajo; los mayores, para vivir con los hijos o en residencias. El panorama era desolador, en general, en todo el municipio de Brazuelo. De los 1.881 que llegó a tener el Ayuntamiento en 1900, pasó a 1.408 en 1950 y terminó con 386 en el último censo de 2001.
Muy pocas familias, recuerda Mercedes —una señora que junto a su marido regenta un negocio de antigüedades y restauración de muebles— mantuvieron Requejo vivo. Y eso que no era un pueblo en medio del monte, ni apartado de las grandes vías de comunicación. Requejo está situado a ocho kilómetros de la Autovía del Noroeste en la subida del Manzanal.
Por eso mismo fue menos entendible. La gente se fue, muchas casas se cerraron... Lo único que no perdió fue el encanto. Con su iglesia de piedra y su cruz en medio de la plaza.
Hace ocho años, el pueblo empezó a recobrar el pulso. No fueron los antiguos moradores los que volvieron, sino algunos habitantes de otro pueblo cercano, conocido por ser entonces bandera de un movimiento alternativo con muchas reminiscencias hippies, aunque a ellos no les guste del todo esa definición.
Algunas de las familias que fundaron Matavenero en los años 80 han ‘bajado’ a Requejo. No porque se hayan cansado de un modo de vida ecológico y solidario, sino porque los primeros niños que nacieron allí hace dos décadas se han ido haciendo mayores y ya van al instituto a Astorga o, simplemente, quieren ver cosas nuevas.
“Vinieron, compraron sus casas, las han arreglado... Son gente encantadora”, comenta Mercedes.
El primer domingo de cada mes se celebra en Requejo de Pradorrey un mercadillo. Es el máximo exponente de la nueva vida del pueblo. Los antiguos hippies montan sus tiendas de bisutería, vienen anticuarios y artesanos de la zona... hasta se abre un pequeño bar donde se puede degustar un pincho a la brasa con una cerveza. Su cercanía a la autovía hace que cada vez más se acerquen visitantes no sólo de Astorga, sino también de Ponferrada, de León o de La Bañeza. Es un mercadillo donde se pueden encontrar collares, pendientes, pasando por mesas del siglo XIX o productos típicos como mantecadas o embutidos. “Empezó un poco así. Cada uno exponíamos nuestras cosas y ahora funciona muy bien. Estamos encantados con esta gente”, añade Mercedes.
Se han rehabilitado casas y también se han hecho nuevas viviendas. Algunos de los antiguos vecinos de Matavenero han levantado nuevas construcciones de madera, con un cierto aire centroeuropeo que se puede comprobar en las decoraciones de los tejados o las paredes. En una de ellas, hasta tienen un curioso buzón de correos, con nombre alemán. Hasta hay niños que, de nuevo, corretean por el pueblo. Un cartel a la entrada de Requejo pide a los conductores que vayan despacio. Está situado al otro lado de la iglesia y refleja como ninguna otra señal el nuevo modo de vida que se ha impuesto en el pueblo. Sin molestar a nadie, cada uno vive como quiere.