Recuerdo del P. Victorino y del P Salvador, OP. Dominicos leoneses en Almagro EL REFECTORIO Y EL MILAGRO DE SANTO DOMINGO -JUNIO 2013, Reunión de antiguos colegiales dominicos -Autor: Antonio LAGUNA CHOCANO Era una mañana y Junio sonreía. De nuevo hemos fijado posada por unos días en nuestro querido Almagro en esta primavera de Junio del año de gracia de 2013. El grupo de frailecillos que acude cada año a la cita, ha cerrado con llave el invierno de sus años y ha amasado en sus cuerpos cansados aquella levadura del Evangelio para que haga fermentar y revivir los recuerdos de una infancia que todavía flota en los viejos muros de los dominicos. A veces, estoy seguro que se desprenden algunas horas de la vida de los ángeles, caídas del reloj de sol que mide el tiempo en el cielo, y se vienen aquí abajo a penetrar en el destino de los hombres. Porque hoy he visto reflejados en los rostros de estos viejos colegiales a aquellos niños, ángeles del cielo, que encendieron en el altar del tiempo la lamparilla que hoy todavía permanece encendida, iluminando entre sombras la eterna inocencia de la niñez. Han llegado de todos los puntos de nuestra hermosa tierra de España: A sentir en primera persona otra y otra vez, el misterio profundo que encierra el claustro en sus cavidades insondables. A deleitarse en el juego de algunas estrellas que salpican débilmente el cenit infinito de la Mancha. A sorprender La discreta obediencia del brocal del aljibe encerrado en los pliegues del regazo del claustro. A extasiarse con el brillo profundo de las pupilas negras de la Virgen del Rosario que preside el trono del altar mayor,….… a beber la alegría luminosa y desconocida que brotan de esos ojos. A buscar el duende encantado que habita en la torre de la iglesia y que refleja resplandores imperceptibles solo visibles para soñadores…… y sobretodo, queridos coleguillas, estáis aquí para compartir mesa y mantel en los veladores de mármol del Refectorio. REFECTORIO, manojito de claveles que ha permanecido florecido en el jardín de nuestra infancia. Cofrecillo encerrado en los entresijos de la memoria que guarda andanzas, infortunios y peripecias infantiles. Radiante, viejo y entrañable compañero. Nuestro Padre Santo Domingo, (todavía me acuerdo que con esta gracia nos dirigíamos al fundador de la Orden) que preside la cabecera de este recinto sagrado vela incansable por la chavalería; la cuida como la gallina a sus polluelos. Todos los días obra el milagro de los panes y los peces, da un soplo de gracia a las manos de los hermanos legos y el pan de cada día sale de aquel torno como el maná desciende del cielo. Dos platos en la comida del medio día y a la noche, todo un festín. Nadie en los tiempos de miseria que arrastró la innombrable contienda nacional se podía permitir este pecado de gula. El que suscribe y me temo que otros muchos, comíamos las legumbres como único plato. El púlpito era tribuna ideal para que el aprendiz de predicador declamara atrevidas peroratas no faltas de gazapos para sonrojo de la buena retórica, leyendo La vuelta al mundo en ochenta días. Obvio es que la atención del respetable hacia el ignorante lector brillaba por su ausencia. El Laurel un afamado herborista, lo consideraba una protección para “los males del viejo Satán contra el cuerpo del hombre, que no son pocos”. Las hojas de laurel coronaban también las sienes de emperadores y héroes de la antigua Roma, pero aquí en nuestro relato era el tropezón solitario que nadaba en la sopa. Otros ingredientes, unos cachos de pan, nabos, algo de carne…. convivían en las perolas: Ahonda Andrés que me muero de galipa !. (Palabra usada en la jerga del colegio, no encontrada en el diccionario). Nuestros cuerpos infantiles no eran amigos de ayunos y penitencias. (Acordaos que los propios colegiales servían la mesa). Hoy, en la comida de mediodía toca macarrones. Mis tripas que pedían justicia abstuvieronse de probar vacado en alabanzas a la forzada dieta. Tarea ardua era esconderlos en sitio recóndito de nuestro baby para deshacernos del peso en los campos de fútbol. Ite missa est, tronó el Padre Victorino y la fila silenciosa, taciturna de los colegiales se dirige al desayuno, mientras el claustro se despereza con los primeros destellos de la aurora. De nuevo el milagro de Santo Domingo se produce en el refectorio: Un rico tazón de leche y un buen cacho de pan son alivio para empezar el día. El rollo anterior me ha nublado la razón de nostalgias de aquel tiempo pasado y se me quedaba en el tintero lo que pretendía deciros: Nuestro protagonista y querido refectorio llevaba años silencioso y cubierto de polvo, como el arpa de Bécquer. Las risas y alegrías de los niños se habían deslizado como el agua entre las manos y la soledad, el tiempo y mil insidias maltrataban a esta fortaleza de recuerdos con mano dura y pertinaz. El lienzo del milagro de Santo Domingo, descolorido y ajado. Tristes están sus frailes que le acompañan en la pintura y con su mirada suplicante reclaman un nuevo milagro de su padre Domingo. …Y el milagro se ha realizado. El corazón y las manos de nuestros compañeros, Andrés, Fernando, Carlos , Luis, José María, Rafael….. Baldomero…., HAN SIDO SUS ARTÍFICES. (Con una ayudita de Domingo que para eso tiene recomendación en el cielo). Y hoy el semblante del Santo Fundador irradia alegría por todos los poros del lienzo. Tiene su/nuestro Refectorio arreglado y compuesto y en el aire bullen otra vez las risas de los niños a los que otrora protegió como la gallina a los polluelos. Nada más mis queridos amigos. Recibid todos un fuerte abrazo: Para los que hemos compartido hoy mesa y mantel en nuestro REFECTORIO, redimido del olvido, y para todos los que quiso el destino unirnos en Almagro en los primeros pasos de nuestra niñez y albores de juventud. ANTONIO LAGUNA CHOCANO Tres Cantos, Madrid Junio 2013 |