Curillas - Leon

En mi relato anterior hablaba de los pueblos de Curillas y Santiagomillas y decía que no se podían ni se debían comprar porque eran pueblos totalmente distintos. No sólo las construcciones son distintas, si no que también son muy distintos los habitantes que comprenden ambos pueblos. Los “maragatones -como a si se les llamaba a los de Santiagomillas-, eran gentes mas adineradas y con una mentalidad filosófica distinta a los de Curillas, a los que miraban un poco por encima el hombro. Habían prosperado mucho con el oficio de arrieros si bien mas tarde entraron en declive y bajaron al mismo nivel económico de Curillas y en los años de la pos-guerra las pasaron muy estrechas unos y otros. No obstante, si miramos la construcción de las casas difieren muchísimo unas de otras. No me cabe aún hoy en la cabeza las casas de Curillas donde, nada más entrar, te encontrabas con el primer manjar cual era el corral a donde se tiraban todos los desperdicios de todos los habitantes de la casa incluidos los de los animales “irracionales”. Al corral iban a parar las sobras de todo lo que sobraba y, para más INRI, las gallinas que andaban por allí volvían y revolvían siendo aquello un foco de enfermedades por lo que no me explico yo hoy muy bien como salimos de allí vivos. Hoy día, si eso ocurriera, las autoridades sanitarias precintarían el pueblo entero. Pues bien, en Santiagomillas este tipo de casas no existían, es decir, no había ni una. Haciendo un poco de historia entre estos pueblos tan rivales y tan unidos, hay que decir para acabar con esta absurda e increíble rivalidad que en Santiagomillas hubo “mecenas” y benefactores que hicieron muchas cosas por su pueblo, mientras que en Curillas para echar mano de uno nos falta el primero.
Tecnológicamente hablando –a falta de confirmación- estoy por apostar que las múltiples norias que hay en curillas multiplican por ocho a las que hay en Santiagomillas. Esto es debido al carácter de las gentes de Curillas que era un pueblo trabajador allá donde lo hubiera. En Curillas, pese a todo, existían gentes con un muy buen oficio que buenos dineros les daban. Había dos “talleres” en lo que se fabricaban carros y todos los complementos de estos vehículos. Es decir, ”bordigones” donde se ponían las “varillas”, los “colaños” y las “costanas”. Más también tenían fragua donde realizaban labores típicas de este sitio. Había muchos hombres que eran albañiles de primera. Había ebanistas. Había “capadores” y había tres hermanos que eran esquiladores: uno que vivía en Huerga de Caraballos que se llamaba Rogelio, el Ti Gerardo que vivía en Penillas y el Ti José Manuel que vivía en Curillas. Pues bien, creo que fue el Ti Gerardo quien vio las ventajas que tenia una noria y por eso él fue quien instalo la primera noria en “El Piélago” que era la primera que se instalaba en Curillas. Lo cual supuso un gran acontecimiento y autentica revolución. Muy pocos años pasaron para que casi todos los vecinos pusieran en el pozo una noria y, allí donde no había pozo, se hacia y se instalaba el aparato. Hay que decir que la noria la introducen en España los árabes que instalaron muchas en la huerta murciana y en toda Andalucía. A Curillas llegaría un siglo después… pero llegaron al igual que llego el Cigoñal que también tenia su origen en el mundo árabe. En muchos casos la noria servia para regar una finca de no más de 500 metros cuadrados en la que sembraban cuatro patatas, cuatro “fréjoles”, cuatro pimiento y muy pocas cosas más. También hay que decir que las más espectaculares que se instalaron en Curillas fueron las que montó el Ti Joaquín en “El Paleiro” y en “El Piélago”. Eran espectaculares por la altura donde estaban instaladas y por los muchos metros de acueducto que se necesitaban para llevar el agua a lo más alto de la finca.
De la palanca de la noria, mediante un balancín al que se enganchaban dos cadenas que venían directas del “colleron” que se le ponía alrededor del cuello al caballo para que éste pudiera hacer fuerza sin hacerse daño, tiraba el caballo que se pasaba el día allí dando vueltas y mas vueltas. Para que el animal no se volviera loco se le tapaban los ojos con una “chaqueta” o un trapo y a si él, andaba y andaba sin que le pasara nada al tiempo que subía el agua del pozo para regar las cuatro cosas que se regaban. Para que el animal siguiera siempre el mismo camino, de guía tenia un palo que iba desde “cabezada” al principio de la palanca de tal manera que entre la palanca y el guía se formaba una V y el caballo iba en el medio siguiendo siempre el mismo camino A mi, particularmente, me llamaba muchísimo la atención ver andar a la noria y ver correr el agua fresca por los surcos de las patatas…
Las nuevas tecnologías cuando llegaban a Curillas eran muy bien recibidas y cualquier novedad que se plantase allí por el arte que fuera poco tiempo después ya no era novedad por que la tenían todos los vecinos.
Por esta época había pueblos en España en los que se celebraban las témporas que son breves ciclos litúrgicos con los que se pretendía dar gracias a Dios por los beneficios recibidos de la tierra y pedirle la bendición sobre las siembras para que produjeran buenas cosechas… Esta costumbre no existía en Curillas, -menos mal- pero era igual. Las cosechas en curillas siempre era de lo malo lo peorcito de la tierra. Resulta que el año que llovía mucho las simientes se podrían y apenas salían adelante, el año que llovía poco se limitaban a no salir y los años que no llovía ni poco ni mucho salían más hierbas malas que semillas buenas. Total casi siempre todo era un fracaso…
Otra novedad que llegó a Curillas por aquellos años tan penosos, fueron las viñas que se plantaron a toda mecha sin mirar muy bien si iban a dar vino tinto o vino blanco; el caso es que dieran vivo. Y claro que lo daban. No importaba mucho el color, importaba que estuviera bueno y se pudiera beber, cosa que se conseguía parcialmente, pues, a veces, no se sabe si era por la cuba, si era por la madre o por la madre que lo parió, el vino mas que vino parecía vinagre y el vinagre parecía vino. Pero se bebía que para eso era…