Curillas - Leon

El mes de marzo en Curillas “marcea” y el mes de abril trae “aguas mil”, esto es lo que se decía por allí. El caso es que por el “Piélago” corría un riachuelo de agua, por las “Pranzolicas corría otro, por “Llamas” otro y por los quiñones de la buerga corría otro. Lo campos están floridos y hermosos y la primavera transcurría con la gloria que trae y la pena que se la lleva. Pero en Curillas las cosas no estaban como deberían estar y el pueblo entero andaba un poco preocupado porque, el verano pasado, un rayo había tirado la veleta de la torre de la iglesia. Por eso un domingo, después de misa, los hombres se quedaron a la puerta de la iglesia para hacer el “concejo”. En esta reunión a la que asistieron prácticamente la totalidad de los hombres del pueblo, fue cuando se aprobaron varias cosas: Primera: poner la veleta de la torre en su sitio. Segunda dar de alta la luz en la iglesia y hacer la pertinente instalación eléctrica para colgar una lámpara que el pueblo se iba auto-regalar. Pintar el tejado de la iglesia a si como darle al interior una mano de pintura y adecentarla un poco para el día de la fiesta de la Ascensión. Los encargados de llevar a cabo la obra de la veleta, fueron: Balbino, Pedrin (el de Isabel) y Manolo (el de Lucinda). La madera necesaria para hacer los andamios que se necesitaban para ejecutar la obra la presto toda el Ti Rafaelon.
De pintar la Iglesia tanto por fuera como por dentro, se encargo Manolo el de Lucínda y creo que le ayudaban “Pepe” el hermano de Dionisia, Pedron (el de Vicenta), Tomas (el de Concepción), Julián (el de Soledad) y no recuerdo más.
El rumor que se oía por las calles es que “este año” la fiesta la va hacer Don José y que iba a ser una gran fiesta porque iba a traer de Astorga un órgano a la iglesia, se iban a tirar cohetes y de Destriana vendría una orquesta para amenizar la fiesta con música…
Aquel año, la Virgen del Castro, le tocaba salir, pues, ya sabemos todos que esta Virgen, si no es votada por los miembros de la Hermandad de los Procuradores, sale en romería cada siete años. Este dato a los de Curillas, Santiagomillas y Tejaos, no les importaba. Ellos tenían su propia romería que llevaban todos los años a cabo el lunes antes de la Ascensión. Era obligatorio el asistir, al menos unos de cada casa, (bajo multa de 12 reales, es decir, tres pesetas) Esta norma sólo se aplicó al pueblo de Curillas por acuerdo de ellos mismos. A si, pues, en Curillas se esperaba, donde la Cruz Grande, que bajase por el Cabezo la comitiva que venia de Santiagomillas. Una vez juntos bajaban por Penillas y por el camino de Trigales hasta llegar a Tejados, donde les estaban esperando en la puerta de la Iglesia para luego salir todos juntos hacia la Ermita de Castro. Todos juntos si, pero no revueltos; allí cada pueblo llevaba su pendón y su virgen, su tamboril, sus rezos, sus cánticos y sus atavíos. Los de Curillas llevaban la Virgen de Guadalupe que pesaba menos que la Virgen del Rosario. Unos iban andando y pujando por la Virgen, otros con el pendón y detrás de todos ibas las caballerías y los burros cargados con la merienda. Esta merienda no era una merienda normal, era una merienda especial constituida por tortilla de patatas, tocino, chorizo y, si había, algo de jamón
Una vez en la Ermita se hacia una misa. Después se comía la merienda, luego se rezaba el rosario y continuación se emprendía el camino de vuelta. Cuando se llegaba a Tejaos se metían las tres Vírgenes en la Iglesia y luego se bailaba un buen rato en la pequeña explanada que hay delante de la puerta. A continuación los de Curillas y Santiagomillas cargaban con la Virgen y todos los bártulos y emprendían el camino hacia Curillas. A Penillas se entraba por el camino de trigales y los que no habían ido a la romería esperaban a un lado y a otro del camino a la magnifica Procesión. Todos los que venían del Castro pudieron ver que la torre de la iglesia ya tenia la veleta puesta…
Cuando llegaban a Curillas los del pueblo aquí se quedaban y los de Santiagomillas seguían su camino hasta llegar a la Iglesia de su pueblo. Mientras, las mozas de Curillas y en tanto se hacia de noche, cosían y preparaban el pendón que debería estar listo para el día de la Ascensión