Curillas - Leon

Las navidades se pasaban con la alegría de la juventud y la melancolía y la depresión de los mayores. Por navidades era cuando se hacia el reparto del vino de la “cofradía del Vino”. Había tres cofradías; la de la Cruz, la de las Ánimas y la del Vino. Pues bien, el alquiler de la “sementera” y tierras de esta última se pagaba en vino que se bebía en corro alrededor de la Cruz Grande. Allí sobre la Cruz se ponían unos pellejos de vino y vaso a vaso, sorbo a sorbo, se bebía todo y lo que sobraba se repartía entre los asistentes. Todo ello a cuenta de los difuntos que no habían tenido a quien dejar sus herencias. La recaudación de las otras dos cofradías iba a parar a las arcas del pueblo para hacer frente a “gastos varios”…
Las navidades quedaban atrás los peces que tanto bebían en el río dejaban de beber, las mamas tendían los pañales en los romeros y los pastores y pastorcillos volvíamos al campo con las ovejas; San Julián también quedaba atrás y durante 365 días nadie se volvía acordar de él. Todo pasaba sin más pena ni gloria que aquella que cada uno le ponía al enfrentarse a la pura y cruel realidad. Realmente la vida en Curillas daba pena, penita pena. Era lo que se dice PENOSA, con mayúsculas.
Desde Penillas el Ti Pedro Moran, de Monfrontinos Avelino y su sobrino Avelino, de Curillas el TI Gregorio, Fernando y el Ti Ciprian, tomaron las de villa-diego y se fueron rumbo a la Argentina.
Y de la Argentina volvió el TI Silvestre con la columna vertebral hecha polvo. Andaba el hombre con la cabeza, casi, mas abajo que los pies. Había èl inmigrado a la Argentina para hacer las américas y volvió al pueblo que le había visto nacer para que le viera morir. El sin sentido de la vida tomaba aquí el cuerpo de la realidad: nacer para morir. Que cosa más absurda…
A la Argentina inmigraron Manolo y Ángela, Virgilio y Ludivina, hartos ya de tanta miseria, se fueron para Buenos Aires. Ludivina ya no volvió y Virgilio allí anda peleando y esperando el fin de la aventura. Personalmente no recuerdo nada de ellos, solo se que en el pueblo se decía que se habían ido para Buenos aires, no para la Argentina, si no que a Buenos Aires. Probablemente ni ellos que se fueron ni los que aquí quedaban sabían que la Argentina era un país cinco veces más grande que España y que recorrerlo de norte a sur les llevaría tres días… Claro que ya puestos a viajar que más daban treinta días que treinta y tres. Recuerdo a Kica y a Esperanza cuando me dijeron que ellas también se iban a Buenos Aires. Estábamos en el “palirino” al abrigado de la huerta del Ti Claudio con las ovejas: su padre Prudencio y su madre Aurora se deshicieron de todo y junto con sus hijas se fueron a Vigo tomaron el barco y para la Argentina que se marcharon. Sentía yo una envidia atroz porque Hortensia Kica, Esperanza y Lucia se fueran mientras que yo seguía allí cuidando de las ovejas pasando frío y otras calamidades típicas de las inclemencias del tiempo y las circunstancias de la vida. Aurora ya no volvió al pueblo. Prudencio por allende los mares sigue y ni de Hortensia, ni de Kica, ni de Esperanza ni de Lucia nunca más supe nada. Resultaría interesante que leyeran estos relatos y ellas escribieran. seria un motivo de gran satisfacción saber cosas de ellas y de toda la vida que han llevado en la ribera del Río de la Plata o en el Sistema Patagónico.
Con todos ellos se instauraba el principio de la diáspora, si bien, aún pasarían bastantes años en que el pueblo seguía estando repleto de habitantes. Después, con la inmigración y la emigración, Curillas se resintió muchísimo y poco a poco fue quedando vacío sin juventud que aportase impulsos y fuerza nueva que tirara hacia delante.
En Curillas, pese a que el “Nuevo Dios”, tenía todo prohibido se celebraban los carnavales como siempre se había hecho. Recuerdo el miedo que me dio ver a los jóvenes disfrazados de brujas con unas caretas y unas escobas con las que te “atizaban” para que corrieras. Parece que estoy viendo a Celestino, hijo de mi tío Isidro y mi tía Coral, con una careta de diablo, unos harapos hechos con piel de oveja y una carraca que hacia un ruido aterrador. Del mismo modo, aunque con otra careta, iba disfrazado Alfredo el hijo del Ti Dionisio y la Ti Aquilina… que sustos y que miedos sentíamos los niños con aquellos “diablos”.

me gusta saber muchas mas cosas de este pueblo que es el mio pues yo soy mas joven y cuando me las cuenta mi padre me rio de algunas pero que felices eran.

Te voy a contar algunas cosas de los que se fueron a Argentina.Ludivina Aurora y Teresa que se te habia olvidado,eran hermanas de mi abuela Esperanza, que fue la unica que se quedo en españa.y todas volvieron a España muchas veces,Ludivina y Aurora estuvieron poco antes de morir, de esperanza y sus hermanas todas muy bien tambien han venido y un hermano de ellas vive en España. gracias a dios la vida en Argentina les fue muy bien a todos, un saludo soy Isabel

Hola Isabel: Antes de nada darte las gracias por la información que me envías referente a la vida de Esperanza y sus hermanas en la Argentina. Me alegra saber que están bien y les ha ido bien por allí. Por otro lado te diré que no es que me haya olvidado de tu abuela Esperanza, lo que ocurre es que yo he hablado de la gente que vivía en Curillas cuando yo era un niño. Cuando publique el “relato_17” veras el día que conocí a tu abuela Esperanza y a tu abuelo Pepe. También veras el recuerdo que tengo de tu abuelo Claudio… Como ya se de quien eres hija te diré que a tus padres les vi hace unos años en el Ayuntamiento cuando se estaba haciendo el “aparcelamiento”.
Muchas gracias Isabel. Recibe un saludo
José González