Curillas - Leon

El invierno en Curillas tenia muy pocos alicientes y si muchísimos inconvenientes. El frió, la lluvia, la nieve y el hielo se mitigaban pasando el tiempo sentado al lado de un brasero que te calentaba los pies muy malamente al tiempo que las manos y las espaldas estaban frías como el témpano. Las noches, amplias y oscuras, eran largas y daban tiempo para todo. Mi madre hilaba con la rueca y el “fuso” con el que perfeccionaba un hilo de lana que venia muy bien para hacer jerséis y calcetines. Mi padre y mis hermanos, mientras, quitaban le espigas a la lana de las ovejas y luego la cardaban y la dejaban lista para colocarla en la rueca.
En muchas ocasiones venían a casa la Ti Kica, Paquita, la Ti Matilde la mujer del sastre (el Ti Paulino) la Ti Filomena y algunas más y se rezaba –en latín- religiosamente el rosario. Era maravilloso ver a todas las mujeres rezar en un idioma que, seguramente, ninguna de ellas conocía. Sin embargo, todos sabíamos la misa y el rosario en el idioma oficial del Vaticano.
Aquellos inviernos eran INVIERNOS. Caían unas nevadas de un metro, o más, y las ovejas y demás animales no podían salir a pastar al campo por lo que bahía que darles de comer y de beber en casa. Esta penosa situación era normal; allí estábamos más aisladas de lo que ya lo estábamos normalmente y no pasaba nada. Claro que si pasaba era exactamente igual, nadie se enteraba…
Algunas veces el frió era tan intenso, tan húmedo y tan penetrante que las veladas se pasaban en la cuadra junto a los animales que era donde mas calido se estaba… Del tejado colgaban unas “espadas” de hielo que llegaban casi al suelo. Los pájaros se posaban en el portal en busca de algún grano perdido…
De pequeño esperaba las navidades como si fueran el sumun de todas las fiestas habidas y por haber. La noche buena se comía muy bien y había turrón, mantecadas, galletas, dulces… y mucha alegría. Después de cenar se iba a la misa del gallo. Recuerdo ahora una misa del gallo en la iglesia… La luz si había llegado ya a Curillas, pero a la iglesia, no se por que, aún no había la incandescencia del tungsteno, de modo que estaba iluminada con las velas y cirios con que siempre se había iluminado…Aquella noche del 24 de diciembre hacia un frío que pelaba, pero esto no era excusa para no ir a la misa del gallo. La iglesia estaba abarrotada. Niños, niñas, jóvenes, mayores y abuelos, allí estábamos todos. Con tanta gente dentro la iglesia tenia un clima mas o menos cálido, la puerta permanecía cerrada para evitar que entrase frío... Estando en este plan la puerta de la iglesia se abrió de par en par y por ella entró el Ti Nicanor con un borrego que me llamo mucho la atención por los cuernos que tenia rodeando las orejas, mientras iba andando hacia el altar los feligreses cantaban una canción que decía…
Apártense los señores
déjennos libres las sendas
que aquí venimos los mozos
con una linda borrega.
La borrega no es muy grande
ni tampoco muy pequeña
es de las mas medianitas
que crió la primavera.
Hija de una oveja blanca
nieta de una oveja negra
hija del mejor marón
de este lado de la sierra…

Con estos cánticos y otros del acervo popular, propio y único de Curillas, se pasaba la misa del gallo. Después para casa a dormir; a las 10 de la mañana siguiente había que estar en pie otra vez para volver a la iglesia. Era ya el día de navidad y por la tarde en la puerta de la iglesia o en el cabildo, Pedrin, el ciego, tocaba la flauta y el tambor mientras que todo el mundo bailaba al ritmo del tamboril… El frío era intenso, la ignorancia absoluta, pero la felicidad era plena. ¡Que tiempos!. Pasaban los últimos días del año 1956, los adolescentes que bailaban al lado de la cruz enfrente de la iglesia, o bajo el cabildo, por aquel entonces, hoy ya serán todos abuelos…

jose yo te dire que desciendo de curillas ,y recuerdo algo de curillas de cuando era pequeña,pero me encanta leer tus relatos,los cuentas con una naturalidad ,tendrias que escribir un libro con todos ellos,algunas de las cosas que tu cuentas en esos relatos, mi madre me habia contado lo mismo
un saludo y a seguir escribiendo

Hola:
No se quien eres y me gustaría saberlo, lo mismo que me agrada muchisimo que te gusten a ti mis relatos. El libro que tú dices que escriba va quedando poco a poco escrito aquí, de este modo las generaciones venideras lo tendrán en sus manos cuando quieran y podrán saber más de sus antepasados. Cuanto me gustaría saber a mí como fueron mis abuelos y los antepasados a ellos, pero, como ya he dicho, no conocí a ninguno de ellos. Sin embargo, si espero saber quien eres tú y quienes fueron tus padres y abuelos… a lo mejor, en relatos posteriores, saldrá alguna mención a ellos, pues, de una manera o de otra voy a recordar a todos los vecinos del pueblo que me vieron crecer durante los primeros ocho años de mi vida.
Recibe un cordial saludo y unos cuantos besos.
Jose Gonzalez

LO mejor era cuando ibamos a casa de nuestros
padrinos a pedir EL AGUINALDO poco tenian
pero nos dababan mas de lo que podian
llevabamos un cesto y veniamos mas contentos para
casa.
Nos juntabamos tres o cuatro afijados
en su casa
un beso
Mª Jose

pues te dire que soy una de las nietas del ti Aniceto el herrero

Pues, amiga mía, no se quien eres aunque si que conocí muy bien a el Ti Aniceto, tu abuelo, al que le llamaban "pinto". También conocí a parte de sus hijos y te diré que Flora se fue para la Argentina y, para poderse ir, tubo que casarse con Alfredo por poderes. A Ramón le conocí muy bien y no hace mucho estuve con él en Astorga. También conocí a Irene y dos de sus hijos. A quien llamaban “Kuki no la conocí, pero si conocí a Rosario. A José Maria no le conocí.
A si que ya ves que me conozco a tu la familia. Sigue leyendo los relatos por que tu abuelo va a salir en ellos. Bueno, y si no te importa, dime de quien eres hija…
Recibe un saludos y besos de Jose Gonzalez

soy Charo la hija de Rosario,