En busca del idioma perdido La Crónica de León INSTITUTO BÍBLICO Y ORIENTAL / Curso de verano En busca del idioma perdido Jesús García Recio inicia en Cistierna un taller estival de lenguas clásicas dirigido a niños y adultos Ángel Negro / León Las variedades latinas y griegas del nominativo, vocativo, acusativo, genitivo y dativo que aún incorporan los libros de texto en determinadas variantes del Bachillerato vuelven a estar de moda. ¿Lenguas ‘muertas’? ¿Clasicismo en el ataúd del olvido? El Instituto Bíblico y Oriental de León se resiste a dar por buena la autopsia, rechaza la evidencia de que la escritura cuneiforme ya no interesa en los tiempos del sms y recupera las lenguas de las civilizaciones más importantes de la Historia en una escuela de verano dirigida a un público básicamente neófito en el conocimiento filológico. Las aventuras del idioma hebreo, que desapareció en el siglo I a.C. y fue recuperado como base del Estado judío, o los orígenes del acadio, hablada por asirios y babilonios en tiempos remotos, ya son de dominio público en Cistierna. El objetivo del curso iniciado ayer en la localidad leonesa y que permanecerá activo hasta este viernes es ambicioso: superar de una vez por todas el tradicional rosa, rosae e ir más allá en el conocimiento del latín, griego, sumerio, acadio, egipcio jeroglífico, copto y hebreo mediante textos bíblicos disponibles para su análisis y posterior traducción. Sobre ello, unos talleres lingüísticos de escritura cuneiforme y jeroglífica con los que emular, en este caso, a los egipcios imperiales, complementan la ambiciosa oferta didáctica que promueve el centro cultural de Jesús García Recio en una convocatoria cuya inscripción estará abierta hasta el último día de clase. ¿Quién dijo miedo a la gramática sumeria? ¿Por qué no estudiar de forma pormenorizada el copto, que dio origen al idioma árabe actual? La aparente aridez de la iniciativa y la complejidad intrínseca de su programa al incluir ciertas lenguas sin reglamentación oficial no han frenado a los cuarenta niños y veinte adultos participantes, embarcados en una retrospectiva en busca de los orígenes del ser humano con el idioma como principal excusa. Así, más allá del tipo de lengua, el sentido de los trazos infringidos con puntas de caña o la cantidad de consonantes necesarias para transmitir una palabra en la zona mesopotámica, los talleres de Cistierna abordan el sentido práctico del idioma y pretenden una reflexión sobre los primeros pasos del hombre a partir de su primera huella escrita, de la cual se extrae “un inevitable sentido divino por el afán de conocer quiénes somos y de dónde venimos”, según afirma el sacerdote Jesús García Recio, a la postre principal promotor de esta escuela. “Es posible superar los miedos y ser capaz de identificar las consonantes hebreas, como también es posible leer un pequeño jeroglífico y comprender el pensamiento del ser humano primigenio”, asegura. En este sentido, García Recio es contundente: la interpretación correcta de los textos bíblicos proporciona una sólida base “para reflexionar sobre la innegable trascendencia de Dios en nuestra vida”. De este modo, la naturaleza divina de las jornadas en Cistierna entroncan con el sentido que amamantó antaño el nacimiento del Instituto Bíblico y Oriental y se retrotrae en su carácter lingüístico a los tiempos más oscuros de la escritura, quizá en imitación de las ‘casas de sabiduría’ que en tiempos sumerios, tres mil años antes del nacimiento de Jesucristo, enseñaban lectura, gramática y vocabulario a los hijos de las familias acaudaladas. Una realidad histórica que ahora copian varios especialistas en los salones parroquiales de la localidad, eso sí, con un auditorio mucho menos pudiente sentado en sus sillas. Y mientras algunos infantes se divierten en agosto con los libros estivales más cercanos al descanso que al repaso estudiantil, una cuarentena se estruja el cerebro y dibuja lechuzas, buitres y manos para expresar frases breves del idioma egipcio en un pueblo a los pies de la montaña leonesa. Una propuesta, insiste Recio, “consonante con el ánima del Instituto Bíblico”, y cuya excepcional acogida entre los niños, además de llenarle de “orgullo”, le hace pensar en una ampliación de la oferta didáctica de cara al próximo año. Dos talleres de escritura para los pequeños y una exposición temporal en una iglesia de Cistierna con 107 Biblias en 107 lenguas, amén de una edición de la denominada ‘Biblia políglota complutense’ del cardenal Cisneros, complementan el particular programa expositivo de un curso cuya actividad museística será visitable hasta el mes de octubre. “El latín o el griego no son las únicas lenguas clásicas. El hebreo o el egipcio lo son tanto o más, y deberían impartirse en las escuelas. Forman parte de nuestra historia”, recuerda Recio. “¿Por qué no aprenderlas entonces?”. La respuesta a tan singular cuestión, esta semana en la calle Francisco Valbuena de Cistierna.
|