buenos días, foreros Supongo que ya os habréis levantado y os estaréis preparando para hacer el recorrido del vermut, para no perder las viejas costumbres. Alguien comentó un día que nos iniciábamos en el vermut pronto, sin mayores problemas, pero que para fumar nos teníamos que esconder. Es cierto, pero mis primeras experiencias tabaquiles fueron alrededor de una hoguera, por encima de las casas del campo de fútbol. Habíamos cogido unos periódicos e hicimos picadillo con las hojas, después envolvimos las hojas trituradas en una hoja grande de periódico y ¡puaf! la llamarada nos llegó por el ésófago hasta el píloro, por lo menos. Un torrente de tos nos congestionó durante una eternidad. Pero era cuestión de mantener el tipo y otra vez a encender el inmenso puro en la hoguera y otra calada. De nuevo el estómago temblaba ante aquella nueva llamarada, y así unas cuantas veces. Con el tiempo pensamos que el secreto del tabaco estaba en unas plantas de que había por allí. Era una planta alta, con flores que caían a los lados, en forma de campanillas. Buscamos las más secas y las liamos al periódico. La llamarada volvió a ser intensa, y la tos inevitable, pero para esas alturas nuestros ojos ya habían cogido un brillo especial con los compuestos del papel, la tinta y la planta. Una especie de somnolencia extraña empezó a invadirnos cada vez que apurábamos aquel puro infernal. Yo llegué a casa, aquella noche, un poco mareado, pero seguí repitiendo la experiencia un tiempo. Tal vez por eso tengo problemas de estómago. Un abrazo |