Ciñera - Leon

En aquellos años había una gran actividad en la calle vieja –Amadeo Larán- pues en todas las casa había varios niños y jugábamos en medio de la calle. No sé por qué razón había muchos cables de la luz caídos y, algunos llegaban hasta la calle.

Como nadie tenía juguetes siempre estábamos ideando chiquilladas para pasar el rato, así que una de ellas era coger a algún pardillo para comprobar la potencia de los cables caídos (tenían 110 voltios)

Una vez seleccionada la víctima nos acercábamos al cable y nos apostábamos a ver quien tenía más puntería con el pipí y acertaba justo en la punta del cable. Marcadas las condiciones que incluían un círculo alrededor del cable y el compromiso de todos a la vez, sacábamos nuestro pizarrín y revoloteábamos con el pipí alrededor de la punta. El novatillo, un poco desconfiado, tardaba un poco más y al comprobar nuestra impericia, él enfilaba pizarrín y pipí y atinaba a la primera en la punta del cable. Inmediatamente le subía una descarga eléctrica y se le ponían los ojos blancos y los pelos de punta, ante las risotadas de todos nosotros.

El pobre iba llorando a casa sin saber qué le había pasado.

Otro día más.

Un abrazo

Por ese hecho hoy te llevan al psiquiatra. Es más bruto que jugar a los indios y dejar al latoso atado en el camino de la mina.
Menos mal que yo no tenía pizarrín. Mi pandilla de "casi todo chicos" no jugaban a esas cosas.O...¿si?

Ya sé porqué quieres volver. En la ciudad está prohibido mear en las calles.

Buenas tardes litus.

Venga,litus, estoy esperando el(2). Pero tómatelo con tranquilidad. te prometo comprender que eran cosas de la edad.

Un abrazo.

Después de gastar varias veces la misma broma, llegó un momento en que perdimos el miedo a la electricidad. Ya no se trataba de buscar algún icauto, sino de experimentarlo en propia piel. Así que, una vez formado un grupo, acudíamos a la fuente vieja que estaba muy cerca y nos atiborrábamos de agua.

Después, con el pecho henchido con la convicción de que íbamos a hacer algo importante, nos dirigíamos hacia donde estaba el cable. Formábamos un pequeño círculo, preparábamos el pizarrín, y todos a la vez hacíamos pipí sobre el cable.

Un cosquilleo tembloroso nos entraba por el pizarrín y nos subía por la columna hasta los dientes, que apretábamos con fuerza para que no castañeasen. Los ojos se nos ponían en blanco durante una fracción de segundos y todos aguantábamos en aquel momento de éxtasis. Aflojada la meada, la carga eléctrica subía a retazos sobre los estertores de nuestro pipí y concluida la operación guardábamos el pizarrín para mejor ocasión.

Siempre me pregunté el misterio de aquel gustilinín, pero misterio o no, lo cierto es que abría el apetito y los días que teníamos sesión de éxtasis eléctrico comía más y mejor.

Este juego nos daba más ganas de comeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrr que la Kina San Clemente.

La verdad es que no lo pasábamos mal, no teníamos juguetes pero sí juegos.

Un abrazo

Increible. Ahora entiendo el dicho "estamos a dos velas". Y la aficción de ciertos jóvenes por los cables pelados de la casa de Ciñera.

El caso es que... voy a ver qué potencia tengo contratada.

O sea que...lo de Einsteim y el pensamiento científico...La verdad es que le sentaba muy bien la cultura.

Qué sigular experiencia. Gracias por compartirla. Cuando oiga la expresión "ponerse las pilas", ahora va a tener un significado muy concreto.

Un abrazo. Gracias por descubrirnos ese mundo de secretos de amigos.

mptg:

Muchos años después, el médico me recomendó 10 sesiones de descargas eléctricas en el Hospital Clínico de Barcelona. Cuando me presenté, el especialista que había me indicó que empezaría poco a poco hasta llegar al máximo en las últimas sesiones. Le dije que podía poner toda la potencia el primer día y así nos ahorrábamos las otras 9. Al final me puso toda la potencia y no tuve que volver más.

Evidentemente iba con las pilas ya preparadas

Un abrazo

Pues nada. Tú cuida que no te quedes "churruscadito", pero sigue con esta energía que te dan las cenas de menús leoneses en la noche de los sábados.

Un abrazo, amigo. Hoy seguro que más de uno va a dormir.