Cebrones del Río - Leon

Animaremos un poco el foro con algún nuevo relato.
Nos concertábamos varios amigos un domingo de finales del mes de agosto o tal vez de principios del de septiembre.
Eran las tres o las cuatro de la tarde cuando nos dispusimos a dar una batida por los pozos del Páramo en busca de sandías.
Comenzó nuestro recorrido por el valle de Jocilla siendo el de Felipe el Español el primer pozo visitado, visita que no tuvo éxito pues solo encontramos mirasoles(así se dice en nuestro Pueblo)y éstos no estaban aún granados.
Seguimos nuestro recorrido, primero por los pozos que había en el Término de Cebrones luego pasamos a los de Moscas; habíamos pisado ya muchas piedras en nuestro recorrido e inspeccionado varios pozos y parecía que nuestra empresa no iba a resultar exitosa.
Pero he aquí que llegamos a un pozo en el que a primera vista no detectamos ninguna planta de las buscadas pero asomándonos al mismo vimos sobre una plataforma, a la que se accedía con una escalera manual, un pequeño motor de gasolina para el riego.Se trataba de un PIVA de 2 HP (Si estas letras os hacen pensar mal las sustituíremos por CV ya que vienen a significar lo mismo).
El Diablo suele actuar con celeridad, no se duerme en los laureles, por eso tentó de inmediato a uno de los del grupo para que bajara a dicha plataforma y ello con el riesgo que eso representaba.
Estaba cantado que a continuación otros le seguiríamos pues de todos es sabido que las diabluras no suelen ser unipersonales.
A falta de mejor ocupación nos entretuvímos en desmontarlo que pudimos de la máquina y cuando en ello estábamos oímos una voz que decía: He encontrado sandías.
El que daba la voz era un compañero que debido al enorme miedo que tenía no se atrevió a bajar; su miedo, creo yo, era algo patológico pues nse espantaba, sí, esa es la palabla, hasta de una hoja movida por el viento.
Sea como fuere, al oir la voz, todos precipitadamente trepamos por la escalera y estuvimos prontos a cargar un par de sandías cada uno,eso sí, sin reparar si estaban o no maduras.
Vimos a continuación a un jinete que venía hacia nosotros;¡ piés para que os quiero!.Todos a correr con la carga campo a través.
Cuando se hubo acercado a nosotros el jinete, viendo tal vez que estaba en inferioridad de condiciones, giró el rumbo de su montura y se alejó.
Nos hizo ir corriendo casi hasta la raya de Azares y en esa huida fuimos desprendiéndonos del fruto conseguido, excepto uno del grupo que además de ser el más veloz aguantó perfectamente con la carga.
El fruto salvado lo compartimos y creo que nos supo a gloria la ración que nos tocó,como fue insuficiente para recuperar las energías perdidas completamos la aventura en una viña del Cuchillo.
Recuerdo que, como esa tarde se había movido algo el aire, recibí una regañina por no haber ido a la era.
Todos los protagonistas lo podemos contar gracias a Dios, dos están en el Pueblo y dos están fuera de él.
Los hechos ocurrieron en el 58 ó 59 cuando el páramo no se había hecho aún regadio y en el que había unos pozos cuyos manantiales eran muy pobres lo que hacía necesario regar "A pozaos", es decir, en varias etapas pues se agotaba el agua y había que esperar a que el pozo volviese a llenar.
Para finalizar diré que en aquella época no andabamos tan sobrados como ahora.
LUNES